NoticiaHistoria de la Iglesia Nuevas órdenes religiosas Publicado: 26/09/2016: 5101 Otra manifestación de la rica vitalidad religiosa del siglo XVI fue la creación de nuevas formas de vida religiosa que contribuyeron eficazmente a la difusión de los ideales de reforma. Unos sirvieron a la Iglesia desde una perspectiva intelectual. Otras mediante el ejercicio de la caridad y entrega a favor de enfermos y pobres. Por vía de ejemplo podemos citar algunas como la de los Teatinos, Barnabitas, Somascos, Camilos… Aquí recordaremos dos órdenes españolas con una proyección universal: la Compañía de Jesús y los Hermanos de San Juan de Dios. La Compañía de Jesús fue fundada por san Ignacio de Loyola (1491-1556) y aprobada por Paulo III en 1540. La Compañía difiere notablemente de otras instituciones religiosas, pues su finalidad no es sólo la de la santificación de sus componentes (como en otras órdenes religiosas) sino la de los demás. La formación de sus candidatos es muy prolija. A los tres votos tradicionales añade un cuarto voto, el de la obediencia al Romano Pontífice. Desde sus inicios, los jesuitas desplegaron su actividad en cuatro grandes labores: la misionera, ejercida en la India, en China, en Japón y en América; la educativa, realizada en colegios de jóvenes; la pastoral, ejercida a través de misiones populares, dirección espiritual, tandas de ejercicios, etc.; y la intelectual, con una amplia dedicación al estudio de la teología, de la moral y de la filosofía. Y todo inspirado en el lema de su fundador “Ad maiorem Dei gloriam”. Los Hermanos de San Juan de Dios constituyen una orden, fundamentalmente, asistencial y de atención a los enfermos. El fundador de esta Orden (no de clérigos, sino de legos o hermanos) fue el portugués Juan de Dios (1495-1550). Estando en Granada oyó predicar a san Juan de Ávila y se sintió interiormente transformado. Abandonó su anterior vida de soldado, muy aventurera, y concibió la idea de consagrarse a los enfermos mentales. Alquiló en Granada una casa de acogida para cuidar a los enfermos y, a base de limosnas, compró 46 camas. Sin consolidar su obra, muere al servicio de la caridad. Los papas Pío V y Sixto V aprobaron las constituciones de la nueva Orden, que muy pronto se estableció en diversas naciones.