NoticiaHistoria de la Iglesia Concilio de Trento Publicado: 01/06/2016: 6673 La ciudad imperial de Trento fue elegida para la celebración de un concilio. Ante la confusión originada en el mundo cristiano por el pensamiento e ideología de Lutero, la Iglesia sale al paso convocando un concilio, con el fin de precisar la doctrina y el dogma católicos. Pues Lutero creó un cristianismo diferente, un nuevo modo de entender la fe en la Iglesia. Lutero y los protestantes afirmaron que el hombre está esencialmente corrompido por el pecado original. Es el árbol que, dañado en su raíz, da frutos malos. La única salvación viene por la “sola fides”. Trento manifiesta que, aunque el hombre está marcado por el pecado, goza de libertad suficiente para ser responsable de sus actos. Es Cristo quien nos salva, pero el hombre, con sus buenas obras, ha de participar activamente en su salvación. Para Lutero, la única fuente de la fe es la “sola Scriptura”. Todo cristiano puede interpretar la Biblia libremente, sin necesidad de recurrir a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia. Trento prescribe el modo de interpretar la Sagrada Escritura, teniendo presente el sentir unánime de los Santos Padres y la interpretación de la Iglesia. Asimismo, Trento establece el canon de los libros sagrados. Trento define como verdad de fe la existencia de siete sacramentos, instituidos por Cristo y que nos dan la gracia, contra el parecer de Lutero, que sólo admite el bautismo y la Cena. La eficacia de los mismos es la de suscitar la fe. Niega también el carácter sacrificial de la Misa y la presencia permanente de Cristo en la Eucaristía. Lutero no rechazó la existencia del Purgatorio, pero al considerar que su existencia no tiene fundamento bíblico, lo dejó al criterio de cada fiel. Admite la veneración a la Virgen y a los santos, como ejemplos a seguir, pero no como mediadores ante Dios. Admite la utilidad de la confesión privada, pero niega su sacramentalidad. Duda sobre la eficacia de las indulgencias y menosprecia el celibato y los votos monásticos. Trento, en diversos decretos, puntualiza la doctrina tradicional de la Iglesia. Este concilio no consiguió restablecer la unidad de los cristianos. No creó un cristianismo nuevo, pero sí rejuvenecido. Y, si no consiguió la reconciliación con los protestantes, sí iluminó la conciencia de los católicos.