NoticiaMisiones DOMUND 2015. Málaga, una diócesis en misión Publicado: 17/10/2015: 8966 El sacerdote malagueño Manuel Lozano, que lleva más de 20 años en la misión diocesana de Caicara del Orinoco (Venezuela), ha visitado recientemente Málaga. Con motivo del Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), recogemos su experiencia como punta de lanza de la labor misionera de la Iglesia malagueña. «Ser misionero te permite ver la presencia de Dios en medio de la gente, en los pobres» La Diócesis de Málaga celebra, en comunión con toda la Iglesia, la Jornada Mundial de las Misiones, que este año se enmarca en la conmemoración de los 50 años del decreto Ad Gentes y el Jubileo de la Misericordia. Por ese motivo, el lema del DOMUND es “Misioneros de la Misericordia”. Desde hace 21 años, Manuel Lozano participa en la Misión Diocesana en Caicara del Orinoco (Venezuela), «muy distinta a la que cualquiera puede imaginarse. Atendemos 45.000 metros cuadrados, tres parroquias, zonas extensas de sabana, selva, poblaciones rurales e indígenas… Es como una Diócesis completa, pero atendida por sólo tres sacerdotes» nos cuenta, antes de reconocer que su trabajo no sería posible sin la colaboración de los seglares caicareños. Para él, misionero es «el que lleva la Palabra de Dios e intenta colaborar con Él en implantar Su Reino, el deseo de Dios en el mundo. Lo hacemos con nuestra palabra, acompañada de nuestro ejemplo, de signos, de obras sociales. Ser misionero te permite ver la presencia de Dios en medio de la gente, en los pobres, que son los que más reflejan el rostro de Dios. Ellos me evangelizan más que yo a ellos. Y para conectar con los pobres, para entenderlos, tenemos que vivir en pobreza, como Jesús. Él se hizo nada por enriquecernos, por darnos la vida, y no cualquier vida, sino una vida plena». En la antesala del Jubileo de la Misericordia, Manuel Lozano afirma que los misioneros están llamados a expresar con hechos y palabras la misericordia infinita del Señor, «experimentando la miseria del propio yo y, al mismo tiempo, la grandeza del amor de Dios. Solo desde el sentirnos salvados, liberados, sanados y perdonados, podemos colaborar con Dios en la salvación del mundo». Lozano se mira en el ejemplo del apóstol Pablo. «Tuvo que pasar muchas pruebas: cárceles, azotes, naufragios, calumnias, intrigas, cansancio, hambre, desnudez… También los misioneros padecemos peligros: enfermedades tropicales, asaltos, inestabilidad política, social y económica, precariedad de toda índole… Y, como Pablo, tenemos que llevarlos adelante junto a la preocupación de cuidar, presidir y animar a las comunidades. Dentro de todas estas “miserias”, descubrimos y hacemos presente el corazón de papá Dios, que ama incondicionalmente a su pueblo y le entrega a su Hijo Jesucristo, para que el mundo se salve por Él». En esta jornada, la Iglesia invita a descubrir que todos estamos llamados a la Misión desde nuestro bautismo. Lozano lo expresa así: «Cada uno tiene que ser misionero donde Dios lo ha puesto, pero ya sea consagrado o laico, tiene que tener presente la dimensión universal». Misioneros de la misericordia Aida es la imagen que las Obras Misionales Pontificias han elegido para mostrar este año en su cartel el rostro de la misericordia. Esta anciana cubana y su marido Emilito fueron de los pocos que se casaron por la Iglesia hace más de 60 años. Maestra en su juventud, enviudó sin hijos, quedándose desamparada y casi ciega. Las Hermanas del Amor de Dios, en la diócesis de Santa Clara, son para ella su propia familia. La han animado a seguir viviendo y le han ayudado a mejorar sus condiciones de vida. Junto a la hermana Antonia, su historia, tan real como la foto, es la muestra de cómo Dios hace maravillas con sus pobres. La historia completa en domund.org