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«Una llamada a mirar la realidad migratoria desde la fe y la esperanza». Carta abierta de la delegación de Migraciones

Publicado: 18/01/2013: 3250

Este domingo celebramos la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado.

Es éste un momento importante en el que, como comunidad cristiana, nos interpelamos sobre la realidad migratoria desde la que Dios nos habla y nos llama a construir su Reino. Una fecha en la que, unidos en la fe en el Dios de la Vida, compartamos la riqueza que es para nuestra Iglesia y nuestra sociedad la aportación de personas de diferentes lugares y procedencias, y oremos por las necesidades y situaciones de las personas migrantes y por crecer en compromiso cristiano ante la situación en que se encuentran hoy dichas personas. En definitiva, ocasión propicia para seguir apostando por ser comunidades acogedoras y abiertas, algo que no podemos olvidar en estos tiempos de crisis económica y social, en los que hay un riesgo real de fractura social y de querer excluir y negar sus derechos a las personas más desfavorecidas, como es el caso de muchos emigrantes.

SIGNOS DE LOS TIEMPOS

El mensaje de este año del Papa Benedicto XVI tiene por lema “Migraciones: peregrinaciones de Fe y Esperanza”, y hace una llamada al pueblo cristiano para que leamos los signos de los tiempos y descubramos las luces y las sombras del fenómeno migratorio. Recordándonos las palabras del Concilio Vaticano II, el Papa resalta que la Iglesia avanza juntamente con toda la humanidad, de modo que no puede haber nada verdaderamente humano que no encuentre eco en nuestro corazón. Esto le lleva a resaltar que la regulación de los flujos migratorios y las políticas que se dicten siempre han de garantizar el respeto de la dignidad de toda persona humana. Precisamente por este motivo, en la carta hay una llamada a que como Iglesia realicemos acciones de acogida que favorezcan y acompañen una inserción integral de emigrantes y refugiados, incluyendo su dimensión religiosa. Una acogida de la que dice expresamente ha de superar el asistencialismo para favorecer la auténtica integración, en la sociedad y en la iglesia, donde todos y cada uno seamos miembros activos y responsables de los otros, asegurando con generosidad aportaciones originales, con pleno derecho de ciudadanía y de participación en los mismos derechos y deberes.

UN RETO

Desde la Delegación Diocesana de Migraciones y Pastoral Gitana hacemos nuestras estas palabras, conscientes del reto que suponen para nuestra Iglesia, aquí y ahora. Son estas palabras una llamada a que nos comprometamos, junto con todas las personas de buena voluntad, a seguir fomentando la integración de las personas migrantes, como signo de esperanza y de una fe que se expresa en las obras. Como acto central de estas jornadas, celebraremos una Vigilia de Oración este sábado, 19 de enero. Tendrá lugar en la parroquia de Nuestra Señora de la Amargura (calle Arango) a las 8 de la tarde. Quiere ser un momento de encuentro y de profunda oración en el que unidos como una sola familia, demos gracias a Dios por la presencia entre nosotros de personas de diferentes lugares, culturas y religiones, y oremos por las necesidades de las personas migrantes y refugiadas. Tendremos especialmente en cuenta la realidad de sufrimiento y muerte de muchos emigrantes, como ocurre en nuestra diócesis en la ciudad de Melilla, así como las muchas situaciones de necesidades básicas no cubiertas y de pérdida de protección y de derechos básicos del colectivo inmigrante. Sintiéndonos miembros de la única familia humana y comunidad solidaria, hermanos de todo ser humano, venga de donde venga y hable la lengua que hable, este encuentro de oración es momento también para celebrar la esperanza desde nuestra confianza en Dios, que nos impulsa al compromiso por seguir construyendo una sociedad y una Iglesia en la que todos cabemos y todos estamos llamados a compartir lo que somos y tenemos.

Desde la Delegación diocesana de Migraciones y Pastoral Gitana animamos a participar en esta Vigilia, y a facilitar su difusión, como momento importante en el que la comunidad cristiana malagueña renueva su fe en el Señor de la Vida, que se hace presente en los que más sufren.

Autor: Delegación diocesana de Migraciones

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