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«El árbol de la vida»: sinfonía a Dios

Publicado: 22/09/2011: 1256

Simplemente, genial. La belleza, la música, la intuición, la fragilidad, la fugacidad, impactantes imágenes, sonidos envolventes del agua, del fuego, de la tierra, del aire se funden en una sinfonía que roza el misterio, lo acaricia y deja que trascienda. Terrence Malick dirige su quinto largometraje, intensifica lo que contaba en Malas tierras (1973), Días del cielo (1978), La delgada línea roja, (1998), El nuevo mundo (2005). Una experiencia silente que expresa una profesión de fe.

Afronta sin miedo el problema y el sentido de la muerte, la vida. Plantea cuestiones, ¿por qué el sufrimiento?, ¿existe Dios? Si Dios es bueno, si ha creado el mundo por Amor, ¿por qué abandona al ser humano en medio del dolor?, ¿es un Dios de Vivos?, ¿es un Dios misericordioso que cuida de sus hijos con manos de Padre? Sus respuestas son sugerentes, sinceras, contemplativas. Una plegaría creyente más allá de respuestas panteístas de un dios tapa agujeros. Terrence Malick teje una obra de arte, una narración original, intensa, poética, cargada de simbolismo, casi mística. Un drama fuerte, impactante. La película comienza con una cita de la Biblia, del Libro de Job 38: 4-7: “¿Dónde estabas cuando Yo cimentaba la tierra? Explícamelo, si sabes la verdad. ¿Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra?”. Y una voz en off, femenina, sentencia (¿una referencia a la ternura entrañable de Dios?): “hay dos caminos que puedes seguir en la vida: el de la naturaleza y el de la Gracia”. El camino de la naturaleza engrandece al hombre pero lo deja sumido en su soledad, colgado en la autocomplacencia. El camino de la Gracia que acepta con serenidad el pasado, reconcilia a la persona consigo mismo y con los demás. El camino de la Gracia abre nuevos horizontes de esperanza, de amor, de vida que convive con el dolor y el sufrimiento.

Malick ofrece una respuesta abierta, dialogante, profundamente creyente y constructora de fraternidad.Un drama sobre el amor, la vida,  la esperanza, el perdón. Nada entre dudas, complejos a los que se enfrentan los protagonistas. Unos dilemas que narra en dos tramas que se trascurren en dos tiempos.  

Una familia católica que vive Waco, Texas, en los años 60 y 70. La Sra. O’Brien clama a Dios con una desgarradora sinceridad, le invade la terrible  desesperación por la muerte del pequeño de sus tres hijos. Unas palabras golpean su corazón “ahora está en manos de Dios” que reflejan una lucha interior que no contradice su confianza incondicional en Dios. A su lado, el  Sr. O’Brien intenta consolarla. Por otro lado, el hijo mayor, Jack es un ejecutivo bien posicionado, pero insatisfecho, le invade la angustia. No ha sido capaz de asimilar su pasado. Unos flahs backs que se mueven entre los cuidados maternales y la dureza de un padre que le exigía demasiado y que iluminan las horas felices de juegos, las peleas con sus hermanos y las primeras golferías de adolescente. Jack exige a Dios una respuesta.

Entonces, llega el momento culminante. Malick detiene la narración y  enlaza veinte minutos de grandiosidad, de belleza, de poesía, de metáforas.  Una sinfonía de imágenes, música, una antológica visión sobre la creación del mundo por Dios.  Evocadora, sugerente y fascinante que expresan la grandeza y la ternura de las manos creadoras

La maestría de Malick se refleja en cada fotograma, en el trabajado montaje, a través de un guión escueto, sutil. Utiliza frases cortas, oraciones susurradas y abundantes silencios que expresan una belleza extraordinaria que conmueve y emociona.

Es una crítica de Juan José Loza, sacerdote diocesano

+ info en el blog malagadecine

Autor: diocesismalaga.es

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