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XLVIII Convivencia Nacional de Hermandades y Cofradías de Nuestra Señora de la Soledad (Parroquia de San Sebastián-Alhaurín de la Torre)

Parroquia de San Sebastián en Alhaurín de la Torre // JM RODRÍGUEZ BERROCAL
Publicado: 15/10/2023: 8135

Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía con motivo de la XLVIII Convivencia Nacional de Hermandades y Cofradías de Nuestra Señora de la Soledad celebrada en la parroquia de San Sebastián de Alhaurín de la Torre.

XLVIII CONVIVENCIA NACIONAL DE HERMANDADESY COFRADÍAS DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

(Parroquia San Sebastián-Alhaurín de la Torre, 15 octubre 2023)

Lecturas: Is 25, 6-10a; Sal 22, 1-6; Flp 4, 12-14.19-20; Mt 22, 1-14). 

(Domingo Ordinario XXVIII - A)

1.- Convivencia Nacional de Hermandades y Cofradías de la Soledad

Nos convoca hoy a esta fiesta la devoción a la Virgen de la Soledad, Madre de Jesús, el Hijo de Dios, y Madre nuestra. 

Celebramos hoy la XLVIII Convivencia Nacional de Hermandades y Cofradías de la Soledad. Esta entidad surgió en 1987 con el deseo de fomentar la confraternidad entre sus miembros, realizando convivencias para conocerse mejor y propagar el amor y la devoción a María Santísima en el misterio de su Soledad. 

Cuatro puntos fundamentales caracterizan estas Convivencias: En primer lugar, la formación, que es muy importante para dar razón de nuestra fe, como nos dice san Pedro: «dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza» (1 Pe, 3, 15). Si no estamos formados, no podemos dialogar con el mundo, ni razonar por qué creemos. Os invito a reflexionar sobre esta pregunta: ¿Por qué creo en Dios? ¿Qué razones tengo y qué razones puedo dar al no creyente? En la diócesis de Málaga los cofrades que tengan responsabilidades deben hacer al menos los cursos de la Escuela teológica.

Otro punto, fundamental, es la celebración de la Eucaristía, que es el centro de la vida cristiana. Asimismo, está el ejercicio de caridad. Si el amor a Dios no lleva al amor al hermano, es una falsa moneda; porque la verdadera moneda tiene dos caras inseparables: el amor a Dios y al prójimo. En estas convivencias soléis hacer una colecta, que ponéis en manos del Obispo donde se celebran, para hacer alguna obra de caridad. Les comentaba a vuestro Presidente que en Málaga tenemos varias instituciones caritativas donde se atiende a los más pobres de los pobres, que están en la calle y no tienen nada; a ellas destinaremos esta colecta.

Y el otro pilar es la fraternidad y el compartir; se comparte el pan de vida eterna en la eucaristía y compartís también una comida de confraternidad. ¡Enhorabuena por estos cuatro puntos, que soléis realizar en vuestras convivencias! ¡Que disfrutéis, que sea fecunda y que salgáis enriquecidos de esta convivencia!

Como ejercicio de piedad popular, solemos rezar el Rosario, meditando los misterios de la vida del Señor y de su madre (Rosario de la Aurora, Sabatinas, etc.). Os animo al rezo del Rosario. 

Felicitamos a todos los participantes en esta Convivencia nacional y pedimos a la Virgen de la Soledad que nos acompañe siempre y nos acerque a su Hijo Jesús, quien nos invita a la fiesta de sus Bodas.

2.- La gran fiesta del Señor

Jesús ha instituido la Iglesia, que es su Esposa, por la que ha dado la vida hasta la última gota de sangre y es asistida por el Espíritu Santo a través del tiempo. Cristo se ha desposado, en el sentido más tierno y profundo de la palabra, porque se ha entregado totalmente a la Iglesia y con ella a la humanidad caída, que ha sido redimida. Por eso Jesús nos invita a la fiesta de sus Bodas.

Los domingos anteriores nos hablaban de la parábola de la viña, que dio agrazones en vez de buenos frutos (cf. Is 5,1-7); hoy el Señor nos habla del banquete y de las bodas, símbolos usados por Jesús para expresar las características de su Reino. Las vides han dado su fruto, se han pisado los racimos en el lagar, ha salido el mosto y una vez fermentado ha aparecido el vino nuevo; y se brinda con el vino joven y fuerte. 

Se hace una gran fiesta para celebrar la salvación del Señor, como dice el profeta Isaías: «Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados» (Is 25, 6). 

Dios aniquila la muerte y enjuga las lágrimas de todos los rostros, alejando el oprobio de su pueblo (cf. Is 25, 8). Dios vence el pecado, la enfermedad, la muerte; y las lágrimas de tristeza se truecan en alegría. Demos gracias al Señor que nos ha perdonado, nos ha salvado y hace fiesta con nosotros. El salmista canta: «Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa» (Sal 22, 5). Poned un poco de imaginación y pensad que estamos disfrutando en la fiesta de esas bodas del Cordero. En esas bodas, como en las de Caná de Galilea, no falta la Virgen María; y gracias a su intercesión Jesús hizo su primer milagro (cf. Jn 2, 5-10). Ella nos anima a escuchar a su Hijo para que convierta nuestra agua en un buen vino.

3.- Las bodas del hijo del rey

Jesús comparó el reino de los cielos a las bodas del hijo del rey (cf. Mt 22, 2), que «mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir» (Mt 22, 3-5), poniendo excusas e incluso maltratando a los criados (cf. Mt 22, 6). 

Los intereses propios son las excusas (la finca, el negocio, el usufructo personal) para no aceptar la invitación del rey a compartir la mesa común y la fiesta; y por eso se rechaza la invitación del Dios de la vida y de la comunidad. 

El rey de la parábola volvió a invitar a otros (cf. Mt 22, 8-10) y «la sala del banquete se llenó de comensales» (Mt 22, 10). A las bodas entraron los humildes, los pobres, los buenos y también los malos. Cuántas veces nos ha dicho el papa Francisco que la Iglesia no es la reunión de los buenos, decentes y selectos, sino la de “pecadores perdonados”. 

4.- El traje de fiesta 

Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda? El otro no abrió la boca» (Mt 22, 12). 

Este invitado atrevido y pretencioso va al banquete sin el vestido de fiesta; no entra en las condiciones adecuadas para participar en el banquete. 

El rey dijo a los servidores: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas» (Mt 22, 13). Lo que era un acontecimiento desbordante de alegría, se torna drama, al escuchar la sentencia contra quien entró al banquete sin el vestido de fiesta.

Jesús entregó su vida, como supremo gesto de amor, y nos ofreció en el bautismo el nuevo traje de la vida sobrenatural, revestidos del perdón y de la misericordia. El ser humano ya tiene un traje: su naturaleza caída, frágil y pecadora; y Dios le regala otro traje sobrenatural y queda “revestido” de gracia, de perdón, de misericordia. 

5.- Invitados a la boda

Todos estamos invitados a la fiesta de las bodas del hijo del rey; todos estamos llamados a participar en el banquete de la Cena del Señor, la Eucaristía.

Celebrar la Santa Misa es alimentarnos con el Pan divino del cielo, prenda de inmortalidad y de vida eterna.

El bautismo nos hace hijos de Dios y nos proporciona la vestidura nupcial, para vivir en Cristo como discípulos y aceptar a la Virgen María, Nuestra Señora de la Soledad, como madre. 

Si alguien se excluye y se viste diferente a la preferencia de Jesús; si alguien renuncia a las opciones radicales de Jesús, pierde el vestido que lo hace igual a los demás, el traje de la fraternidad. 

Muchas pueden ser las aplicaciones concretas de estas lecturas en relación con la participación en la Eucaristía, sacramento esponsal por excelencia, al que nos debemos acercar en las debidas condiciones, como invitados agradecidos y la con paz en la conciencia.

Queridos hermanos, celebremos la fiesta de las Bodas del Cordero, revestidos con el vestido que nos ha regalado.

6.- Intercesión de la Virgen de la Soledad

La Virgen de la Soledad nos acompaña siempre y nos cuida como hijos suyos. Todos los hermanos en Cristo somos hijos de Nuestra Señora de la Soledad y la fraternidad se debe palpar entre nosotros.

Hoy necesitamos pedir de modo especial por la paz. Toda guerra es un horror y una violencia contra el hermano. Nadie tiene derecho a quitar la vida al hermano. 

Pidámosle que nos ayude a aceptar la invitación de Jesús de participar en el banquete de sus Bodas. 

La Virgen cuidará para que la vestidura de fiesta, que se nos regaló en el bautismo, la mantengamos limpia, para asistir al banquete, acercándonos sin miedo a la mesa de la Eucaristía, Cena del Señor, revestidos del perdón y de la misericordia, obtenidos por Jesucristo en la Cruz.

Queridos cofrades y fieles todos, pedimos su maternal intercesión para mantener limpia la vestidura de hijos de Dios y participar con gozo en el banquete de las Bodas eternas. Amén.

 

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