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25 aniversario de la escuela interparroquial (Coín)

Publicado: 01/10/2015: 324

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en el 25 aniversario de la escuela interparroquial de Coín, celebrado el 1 de octubre de 2015.

25 ANIVERSARIO DE LA ESCUELA INTERPARROQUIAL

 (Parroquia de San Juan y San Andrés-Coín, 1 octubre 2015)

 

Lecturas: Neh 8, 1-7.12; Sal 18, 8-11; Lc 10, 1-12.

 

Acoger la Palabra de Dios en nuestro corazón

1.- El pueblo de Israel se reunió en la plaza y pidió a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la ley de Moisés para leerlo ante quienes tenían uso de razón (Neh 8, 1-2). «Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley» (Neh 8, 3).

            La Palabra de Dios está escrita para los destinatarios que puedan comprenderla; esto es, a partir del uso de razón. Desde esa edad debemos comenzar a explicar la Sagrada Escritura y animar a su lectura. No hay que esperar a que el niño cumpla cierta edad, determinada por sus padres o sus catequistas, para enseñarle la Palabra de Dios; claramente debe hacerse a partir del uso de razón del niño. Al igual que lo educamos para muchas cosas, debemos educarlo para que sea “oyente de la Palabra”.

2.- El profeta Isaías compara acogida de la palabra de Dios a la lluvia y la nieve que empapan la tierra, fecundándola: «Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será la palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo» (Is 55, 10-11). A veces la lluvia benefactora, resbala y no penetra la tierra; puede ocurrir lo mismo con la Palabra de Dios, que no la dejamos entrar en nuestro corazón. Nos ponemos un caparazón y no le permitimos que penetre y fecunde nuestra tierra dura y reseca.

Según palabras de Jesús, la Palabra de Dios es como la semilla que cae en tierra buena y produce su buen fruto en los corazones de quienes la acogen, como dice la parábola del sembrador: «Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno» (Mt 13, 23).

            Felicito a todos los que habéis leído y escuchado la Palabra de Dios acogiéndola en vuestro corazón.

3.- El pueblo de Israel hizo una gran fiesta «porque habían comprendido lo que les habían enseñado» (Neh 8, 12). Hoy queremos festejar (hacer fiesta) que los fieles de Coín habéis acogido la doctrina que se os ha enseñado.

            La Escuela Interparroquial de formación cristiana de Coín, promovida por Mª Carmen Vilardell Max, religiosa apostólica de la Sagrada Familia de Burdeos, celebra hoy su 25 Aniversario de existencia. Agradecemos el trabajo de tantas personas que en este tiempo han dedicado su esfuerzo a enseñar a otros la doctrina cristiana. Y felicitamos a quienes se han alimentado de esta enseñanza y se han formado en el discipulado de Jesucristo.

            La Escuela de Coín ha cumplido ya una importante etapa y una hermosa misión. Ahora es necesario iniciar un nuevo camino, asociándose al resto de Escuelas diocesanas, y caminar juntos para afrontar los nuevos retos que la sociedad actual nos presenta.

            La imagen que puede ayudarnos a entender mejor nuestra tarea es la de un pequeño río, que se junta con otros ríos juntando sus caudales, para formar una gran corriente de agua, que fecunda los campos por donde pasa. Eso es lo que deseo para nuestra Diócesis: aunar el esfuerzo de todos para ir fecundando juntos cada comunidad cristiana de la Diócesis.

4.- La Palabra de Dios es descanso del alma, nos dice el Salmo 18: «La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma» (Sal 18, 8). Quienes la escuchan gozan de una paz interior, que llena su corazón, y les otorga una sabiduría que está por encima de la ciencia y del saber humano.

            Además de descanso del alma la Palabra de Dios tiene la virtualidad de enseñar: «El precepto del Señor es fiel e instruye a los ignorantes» (Sal 18, 8). Como le dice san Pablo a su discípulo Timoteo: «Toda Escritura es inspirada por Dios es también útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia» (2 Tim 3, 16). Los cristianos tenemos la suerte de haber recibido una sabiduría que supera toda ciencia humana.

            Quienes aceptan los mandatos del Señor gozan de una luz especial, que ilumina su inteligencia y enardece su corazón, para contemplar la vida con otra mirada más alta y penetrante. Podemos verificar que la mirada de un animal que camina a ras de suelo es muy distinta a la mirada de un águila. Contemplar las cosas de este mundo desde la Palabra de Dios, adquiere mirada penetrante de águila con mucha luz y una sabiduría superior. Quien no tiene fe no entiende esto; porque la fe es una “iluminación”, recibida en el bautismo. Como dice el Salmo: «La norma del Señor es límpida y da luz a los ojos» (Sal 18, 9).

            Queridos hermanos, no dejemos nunca de alimentarnos de la Palabra de Dios, que es un tesoro inagotable, un panal que destila miel (cf. Sal 18, 11).

5.- En el Evangelio de san Lucas, que ha sido proclamado, el Señor envía a sus discípulos, recordándoles que «la mies es abundante y los obreros pocos» (Lc 10, 2); y exhortándoles que pidan al dueño de la mies que envíe obreros a su mies (cf. Lc 10, 2).

            En esta tarde, queridos fieles, animado por la recomendación del Señor Jesús, también os pido que roguéis al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, para que todos puedan beber del manantial de las aguas frescas de la Palabra de Dios y alimentarse del pan de vida eterna, que Jesucristo nos ofrece en el banquete eucarístico.

            El Señor nos advierte que hay que ser prudentes, porque estamos rodeados de lobos: «Mirad que os envío como corderos en medio de lobos» (Lc 10, 3). No es necesario explicar quiénes son los lobos, que no entienden nuestra fe y quisieran que desaparecieran los cristianos, porque les molesta su forma de pensar y vivir.

            Tal como aconsejó Jesús a discípulos, también nosotros hemos de ir ligeros de equipaje: «No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias» (Lc 10, 4). A veces vamos demasiado cargados de materiales, instrumentos, normas, leyes, costumbres, condiciones que imponemos a los demás. Solemos decir que siempre se ha hecho así; pero con eso podemos cargarnos novedades que puede traer el Espíritu. Hemos estar siempre abiertos al Espíritu y caminar ligeros de equipaje para vivir según nos pida el Espíritu en cada momento; solo debemos mantener lo que sea bueno; pero lo que ya no sirve o estorba, debemos quitarlo, como nos anima cada día el papa Francisco.

 

            El distintivo del discípulo de Cristo es la paz que trae, recibida de su Maestro. El saludo entre cristianos debería ser siempre con la palabra “Paz” (cf. Lc 10, 5), que no es solo la ausencia de guerra. Cristo es la Paz, el Amor, la Luz, la Verdad, el Camino. Todo eso es lo que nos deseamos cuando en la Misa decimos “la paz contigo”. Es una petición que sale del corazón para desearle al hermano que viva en Cristo, que viva la paz y el amor de Cristo. Esa paz la concede el mismo Cristo. Deseo que hoy lo digamos de manera especial.

5.- Hoy celebra la Iglesia la Fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús, doctora de la Iglesia. Tuvo una vida corta. Entró en el monasterio francés con dieciséis años y murió con veinticuatro. Esos pocos años fueron suficientes para vivir el amor de Cristo.

            Santa Teresita descubrió que el “amor” era su vocación en la Iglesia. Y, sin salir del monasterio, ha sido proclamada “Patrona de las misiones”. Fue una gran evangelizadora y educadora en la fe. Para sus lectores es como una “Maestra”, que la Iglesia proclamó como “Doctora” por sus enseñanzas.

            A la escuela de santa Teresita os animo a vivir la escuela de Cristo con sencillez y humildad, acogiendo lo que el Señor nos regala y compartiéndolo con los demás. Todos aprendemos y recibimos de Dios; y todos damos a los demás.

            Pedimos a santa Teresita del Niño Jesús, en su fiesta, que nos ayude a descubrir el lugar donde Dios quiere que trabajemos. ¡Que aprendamos a vivir ligeros de equipaje y a descubrir la voluntad de Dios en nuestra vida! ¡Caminemos juntos por los caminos que el Espíritu quiera conducirnos!

Pedimos a la Virgen de la Fuensanta, patrona de Coín, que nos lleve de su mano y con su ejemplo e intercesión seamos fieles a la misión que el Señor nos confía. Amén.

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