NoticiaCoronavirus Confinados, aislados y unidos en Roma Jesús Hurtado, Julia Manteca y Miguel Ángel Martín, estudiantes malagueños en Roma Publicado: 02/04/2020: 14865 Los sacerdotes Jesús David Hurtado y Miguel Ángel Martín y la seglar Julia Manteca están concluyendo sus estudios de doctorado en Roma y allí están viviendo este tiempo de confinamiento, «unidos en la fe y en la oración con toda la diócesis». Jesús Hurtado vive en el Centro Santa María de Montserrat junto a «otros seis doctorandos, el rector, dos investigadores españoles, las religiosas que llevan la casa y el cocinero». En Roma, el confinamiento comenzó una semana antes que en España y así define Jesús la evolución de este tiempo «la primera semana fue la del caos, la de la hiperinformación y a la vez la de la desinformación porque, en realidad no sabíamos qué había que hacer. Las normas cambiaban cada día. La segunda semana fue la de las llamadas a la familia, los amigos e incluso a personas que hacía años que nos sabías de ellas, necesitábamos saber que estábamos bien. Fue muy bonito estar pendientes unos de otros. Y la tercera semana fue la de la serenidad y la toma de conciencia de que esto va para largo y de que hay mucho de dolor y de sufrimiento. Los que estamos lejos de la familia, tenemos el corazón encogido. Un compañero mejicano me decía que, en su tierra, a la gente con menos recursos le haría más daño el quedarse en casa que el virus en sí. Es mucho el dolor que estamos viendo y el que aún vendrá. Por eso nos unimos en oración a toda la Iglesia, con el Papa Francisco». Jesús se encuentra en Roma, pero muy atento a su familia y amigos malagueños. Hace unos días falleció la madre de uno de sus amigos de la parroquia María, Madre de Dios. «Han vivido el dolor de no poder despedir a su madre en familia y, para estar un poquito más cerca de él y acompañarle en estos momentos, a uno de los amigos se le ocurrió una iniciativa. Creó un grupo de whatsapp con más de 100 amigos y a todos os pidió que nos hiciésemos una foto con un cartel de ánimo, después lo incluyó a él y fuimos compartiendo con él nuestro cariño. Fue un gesto muy emotivo y una forma sincera de hacernos presentes en ese momento tan duro, gracias a las tecnologías». También las tecnologías hacen posible que nos unamos para celebrar lo más grande para los cristianos, la Eucaristía. «A través de una plataforma, me he reunido con mi comunidad MIES para celebrar la Eucaristía. Y ha sido una experiencia preciosa y emotiva en la que cada uno preparó una parte desde casa: las peticiones, los cantos, las lecturas… muy bien vivida y muy en comunión. Y también invitamos a nuestros amigos que había perdido a su madre, para que sintieran nuestro calor y cercanía», explica Jesús. No sabemos cuánto tiempo durará el confinamiento, así que Jesús va cogiendo de nuevo «el ritmo de estudio, adaptándose a la nueva situación. La gente está más tranquila, aunque algunos amigos con los que hablo me dice que están más estresados que nunca. Y los entiendo. En una casa familiar, los padres que trabajan desde casa, donde el horario no acaba nunca, y que tienen que atender a los niños en sus deberes, su tiempo de juego… y en un espacio pequeño. Y también me llegan eco de las muchas iniciativas solidarias que está surgiendo. Mi madre me cuenta que están uniéndose las amigas para hacer mascarillas y que cuentan con los taxistas para las entregas. Son muchas iniciativas bonitas las que estamos viendo estos días, a pesar de lo crudo de la realidad, los fallecimientos y los enfermos, que cada vez son más cercanos a nosotros. Todo esto te va tocando el corazón». Desde el Pontificio Colegio Español de San José Miguel Ángel Martín está embarcado en su tesis doctoral y reside en el Pontificio Colegio Español de San José. « Cuando el día 8 de mazo llegó el decreto de cierre del país y cuarentena, muchos compañeros se plantearon la posibilidad de volver a casa, ya que no había clases. Nos quedamos 19 estudiantes, los que estamos ya con la tesis doctoral o en la última fase del trabajo de las tesinas de licenciatura porque, con la biblioteca que tenemos aquí podíamos seguir trabajando, así que nuestro ritmo de trabajo no se resentía mucho, pero siempre pensando en que todo esto acabaría tras la Semana Santa. Tal y como se va desarrollando el virus, nos lo estamos tomando con tranquilidad, sabiendo que esto va para largo, y dando gracias a Dios porque las estancias del Colegio nos permiten movernos con una libertad más amplia de la que tiene la mayoría de las familias en sus hogares», explica Miguel Ángel. «Está siendo una pequeña vuelta al Seminario, gracias a los momentos de oración en comunidad y la posibilidad que tenemos de celebrar la Eucaristía juntos, por supuesto cumpliendo todas las medidas de seguridad necesarias, incluso de compartir noches de video-forum», afirma. «Vivimos con la incertidumbre de no saber cuándo acabará, con la esperanza de que estamos con el Señor y orando mucho por nuestros familiares y amigos, y por los enfermos y fallecidos. Cada vez nos toca más de cerca por eso tenemos que vivir desde la fe y con esperanza», asegura Miguel Ángel, quien valora «tantas iniciativas buenas por parte de sacerdotes y seglares que están transmitiendo ilusión y alegría; tantos religiosos que no dejan de prestar un servicio generoso y callado, tantos sanitarios que transmiten no solo esfuerzo y trabajo, sino también cariño, esperanza y amor de Dios; cada uno desde nuestro lugar y a los que nos toca estar en casa, pues apoyando desde la oración y desde la fe y el cariño, confiando en que tenemos al Señor a nuestro lado. Unidos en la fe y en la oración con toda la diócesis de Málaga». Una seglar en clausura «Los malagueños que estamos en Roma seguimos en contacto diario y preocupados y unidos a toda la diócesis», afirma Julia Manteca seglar malagueña que fue enviada por el Sr. Obispo, a Roma a estudiar Historia de la Iglesia. «Esta experiencia nos ha tomado de sorpresa. China se veía lejos y, en menos de un mes, ha dado la vuelta al mundo», afirma. «Esta experiencia de confinamiento está siendo para mí una experiencia de clausura, ya que vivo en una residencia de monjas. Somos 30 personas, 9 de ellas religiosas. Supone una pérdida de libertad física, pero para algunas compañeras está suponiendo también un confinamiento psicológico, les está costando compartir cómo se sienten y hay que echar una mano para ayudarlas a salir de ese encierro. También tiene aspectos positivos el confinamiento, como por ejemplo la convivencia que se ha creado entre nosotras. Nos sostenemos mutuamente, con las preocupaciones de la familia, sobre todo de las chicas del norte de Italia; y también animando a quienes se encuentran más bajas de ánimo e incluso piensan que esto es el fin del mundo. Tratamos de seguir viviendo lo mejor que podemos, rezando mucho juntas y pensando en todas las personas que conocemos y que no conocemos, que lo están pasando mal», explica Julia, «recordando siempre, como nos están diciendo el Papa y nuestros Obispos, que no estamos solos, sino que Dios nos acompaña». «Yo creo que lo más duro está siendo para las familias que han perdido a sus seres queridos sin poder despedirse de ellos, y la soledad de muchos ancianos. Y me llama mucho la atención del sufrimiento de algunos alcaldes de este país que están mostrando verdadero dolor por el dolor de su pueblo», destaca Julia. «Los cristianos tenemos que vivir esto con esperanza. Es verdad que son momentos sombríos, pero Dios nos está hablando a través de tantas personas que se preocupan por los demás hasta dar sus vidas por los más vulnerables», asegura Julia. «Esta pandemia está siendo una oportunidad de unión para las familias. Yo lo estoy viviendo como un tiempo de gracia, de esperanza, de interioridad, de oración unida. Una de las residentes es una chica musulmana y se ha unido a momentos de oración que hemos organizado para pedir por todos los que están ayudando de miles de formas, por las Cáritas, los sacerdotes, los sanitarios… Con la certeza de que esta situación pasará y habrá cambiado nuestras vidas, nos hará repensar en qué ponemos nuestra confianza, nuestras prioridades y nuestra esperanza. Al final de esta dura Cuaresma llegará la Resurrección y resucitaremos con el Señor porque, como Él nos dice “estará siempre con nosotros”. Mucho ánimo a todos y que nos ayudemos y nos queramos«, concluye.