NoticiaBlanco sobre Negro Antonio Muñoz: «No he perdido el entusiasmo por mi vocación» Antonio Muñoz Publicado: 22/07/2019: 23114 Entrevista al sacerdote Antonio Muñoz Rivero, nacido en Riogordo en 1926 y ordenado en 1951. ¿A vivir, se aprende? ¿Y a ser sacerdote? Sí, a las dos cosas. El sacerdote tiene muchas funciones que ejercer en su ministerio: celebrar la Eucaristía, administrar los sacramentos, y tiene mucha labor que hacer donde quiera que esté. Y en Venezuela, donde estuve 33 años, el sacerdote es bien acogido. Cuando llegué allí, en 1957, el arzobispo me mandó a un pueblo llamado El Sombrero. El techo de la iglesia estaba hundido, y costaba reponerlo cuatro millones de bolívares. Él había intentado conseguirlo en conversaciones con el gobernador, pero sin éxito. Cuando fui yo a pedirlo, el mismo gobernador me dijo que era imposible, pero se mostró muy interesado por mi tierra, y particularmente, por el vino de Málaga, el Quitapenas. Yo prometí llevarle de uno de mis viajes a Málaga, y así lo hice. En agradecimiento, construyó el tejado. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Algo he hecho (ríe). Mi mayor aportación es haber servido a Málaga desde Venezuela. También aquí estuve de párroco en Carratraca y en Álora, donde aprendí mucho, con gente muy buena y muy noble. He llegado a tener 300 jóvenes de Acción Católica, con los que hacía todos los sábados el rosario de antorchas. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra Iglesia local hoy? Hay un reto muy importante, que aunque no es urgente es necesario: terminar la Catedral. Construir el tejado, la torre que falta, la sacristía... Me gustaría que el pueblo de Málaga se preocupara por acabarla. Para el decoro de Málaga. Que se acabe lo de la "Manquita"; Málaga lo merece. ¿Cuál es el peor pecado con el que has tenido que lidiar? Gracias a Dios no he dado ningún escándalo ni he faltado a mi sacerdocio. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? Hay mucha envidia, incluso entre nosotros los sacerdotes. Algunos buscan cargos, parroquias más importantes. A mí no me ha preocupado eso. ¿Quién es Jesucristo para ti? El Redentor del mundo, el Salvador. Lo es todo, para el sacerdote y para toda criatura. Lo más bello que tiene el cristiano es a Jesucristo. ¿Y quién dice la gente que eres tú? Enemigos no he tenido. La mayoría de la gente buena ha estado a favor mío. ¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura? Le diría que se haga cura por amor al pueblo y a la gente sencilla. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Sí, así lo creo yo. Aunque la muerte viene para todos, y en nada de tiempo perdí a mi padre, a mi madre, que eran muy trabajadores. Tenían una panadería. Ella no se acostaba ningún día sin rezar el rosario y sin rezarle a san José de la Montaña. ¿Cómo te ves con el paso del tiempo? ¿Has mejorado como los buenos vinos? El entusiasmo por mi vocación sacerdotal y por ser párroco de pueblo no lo he perdido nunca. ¿Dónde encuentras la felicidad? En Jesucristo. ¿Te preocupa cómo vive la gente? Siempre me han preocupado los pobres, los que tienen necesidad, los que no tienen trabajo. ¿Echas de menos la actividad pastoral? Sí, mucho. ¿Es el Buen Samaritano otro Seminario? Es distinto. Una cosa es el Seminario, donde ocupas tu tiempo estudiando, con tus meditaciones, con tus retiros espirituales, la Misa y comunión diaria. Es más perfecto el Seminario. ¿Cómo llevas la ancianidad? Con un poco de aburrimiento. ¿De qué te arrepientes o tienes remordimientos? Puede que tenga remordimientos, pero lo que sé es que nunca he querido hacer daño a nadie. Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable. ¿Has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Me he sentido solo en ocasiones. Aunque como tengo buen carácter me he acoplado a la gente que me rodeaba. ¿Un olor que recuerdes? El olor a bizcocho andaluz. ¿Tu flor favorita? La rosa es muy bonita. Y la margarita. ¿La palabra más hermosa del diccionario? Amor, oración, meditación. ¿El regalo más bello que te ha hecho ser cura? Predicar. Siempre me ha gustado mucho. Y las procesiones. A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote? Sí. Aunque cambiaría algunas cosas.