NoticiaDeportes CLERICUS CUP: victoria épica bajo la lluvia Equipo del Colegio Español para la Clericus Cup 2018 Publicado: 05/03/2018: 12126 El Colegio Español jugó ante el Collegio San Pietro Apostolo su primer partido de la "Clericus Cup" en esta temporada. La victoria fue para los españoles, a pesar de la lluvia. Uno de los jugadores, el sacerdote José Manuel Llamas, nos ofrece esta crónica del encuentro. Entrevista en "Las mañanas de RNE" Entrevista en "Herrera en COPE" «Este domingo por la tarde, en la sede de la Clericus Cup, el ambiente estaba particularmente cargado. Quizás fuera la lluvia, que nos venía acompañando desde que salimos del Colegio Español para jugar nuestro primer partido. Quizás fuera el frío que se abatió de repente sobre el campo mientras salíamos a calentar, como si toda la familia de Pingu se hubiera reunido para celebrar su Primera Comunión. Quizás fuera el distraído acierto del árbitro, que asombró a los dos equipos de la contienda futbolística e incluso al juez de línea de más experiencia. El caso es que, a pesar de la esperanzadora charla del entrenador, Gustavo Gatto, previa al partido, no las teníamos todas con nosotros. Esto, naturalmente, no es una novedad, pero conviene dejarlo claro: somos los dos equipos con más edad del torneo, aunque, también es menester aclararlo, vencemos ampliamente al Collegio San Pietro Apostolo, de origen africano, en peso específico. En otras palabras: estamos más gordos que ellos, salvo alguna excepción, cosa fácil de deducir mirando las fotos oficiales o, en su defecto, las que están por aquí. Comenzó, pues, el partido. Nuestro estilo estaba claro: no dejar espacios amplios entre la defensa y el centro del campo, hacer llegar balones a nuestros delanteros, y que ellos tuvieran oportunidad de presentarse en las inmediaciones del guardameta contrario para, naturalmente, meter la pelotita entre los tres palos. El primer tiempo pasó con pocas ocasiones para ambos equipos, que intentábamos jugar con el escurridizo balón mientras llovía sin descanso. Los que ocupábamos el banquillo, el narrador entre ellos, animábamos a los demás en mitad del aguacero, en contra de los deseos del árbitro, que seguramente debía de estar preocupado con ignotos problemas extrafutbolísticos que le llevaron a protagonizar una retahíla de errores poco comunes en su honorable profesión. Uno de ellos fue pitar un penalti del portero adversario a nuestro delantero Pedro, y no sacar siquiera una tarjeta amarilla al infractor. Lucas erró la pena máxima, pero cazó el rebote y pegó un zurdazo. Uno a cero, y alegría en el banquillo, que saltó como un resorte para celebrar el tanto y, de camino, evitar el entumecimiento por el frío y el agua. Justo después, paradón impresionante de Isaac para evitar el empate. En medio, fueras de juego que no eran, faltas inexistentes, manos confundidas con hombros por el colegiado, y el primer cambio: Miguel Ángel, carrilero, por Juan Pablo. Alcanzamos el descanso. No habíamos jugado mal, pero veíamos la portería contraria menos que Marco a su madre. Eso sí: ¡íbamos ganando! Entonces comenzó la segunda parte, con el cambio de la otra banda, Juan Andrés por Florencio, y el cenit del impresionante show del trencilla. El primer gol de ellos fue consecuencia de una falta inexistente. Lejos de venirnos abajo, en la siguiente jugada Luis, mediocentro gallego recién ingresado en lugar de José, mete un certero pase a Ionut, que acaba de entrar en lugar de Pedro, y este pega un tremendo zapatazo imposible de alcanzar para el portero contrario. Dos a uno, y a defender tocan. Samuel, nuestro mediapunta, el mejor sin duda junto a Ionut, movía el balón con inteligencia y abría espacios, mientras el equipo presionaba con moderada intensidad. Quino entró entonces por Samuel para reforzar la retaguardia y tapar los huecos. El partido había adquirido un nivel de tensión similar al de los tornillos de un submarino, mientras se alcanzaba el tiempo reglamentario y el juez de línea añadía dos minutos. Y llegó la jugada más inverosímil de la tarde: los dos delanteros contrarios se tropezaron, entre sí, ante Miguel Ángel, y… ¡el árbitro señaló el punto de penalti! El juez de línea no se podía creer que su compañero de profesión hubiera pitado aquello. Isaac hizo una espectacular parada, pero llovía como si no hubiera un mañana: el balón se le escapó de las manos, y gol. Dos a dos. Como el genial trencilla se empeñó en alargar el encuentro durante un total de diez eternos minutos, pudimos asistir a un doble arreón final: por una parte, Lucas, que comandaba entonces junto con Jesús el centro del campo, filtró un balón para Ionut, que se quedó solo frente al portero contrario, esperó a que este se venciera y… ¡Gol, tres a dos! Por otra parte, nuestros contrincantes se enfadaron desmesuradamente, el árbitro comenzó a bailar espasmódicamente La Macarena con una tarjeta roja en la mano, el final seguía sin llegar, las faltas seguían sin pitarse, el pito pitaba lo que no debía ser pitado... Por fin, el buen hombre que dirigía el encuentro tomó la decisión más correcta de la tarde: indicó la conclusión. Tres puntos para empezar. Buen inicio de torneo en un partido de pura épica cholista. Y un ratito muy bueno que nos hemos echado a las espaldas, que es, al final, de lo que se trata entre página y página, libro y libro, clase y clase, examen y examen». José Manuel Llamas Fortes