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La otra cara de la memoria histórica

Publicado: 24/08/2011: 6844

En la madrugada del 31 de agosto, del año 1936, murió asesinado D. Enrique Vidaurreta Palma. Tenía 39 años y era rector del Seminario. La “saca” o “paseo” de esa noche estaba compuesta por 55 personas. Entre ellas, había varios sacerdotes, religiosos y cristianos seglares. Parece que el Rector no figuraba en la lista original, pero al pedir clemencia para uno de los sacerdotes llamados que estaba enfermo, le dijeron: “Anda, vente tú también con nosotros”.

Dice un testigo que “Don Enrique salió para la muerte con la misma reverencia con que salía de la sacristía para celebrar la santa misa”. Tenía 39 años. ¿Su delito? Ser sacerdote de Jesucristo y haber entregado su vida al servicio de Dios y de los hombres.  Es un aspecto de la “memoria histórica” sobre el que se pasa de puntillas: que el 67 % de los sacerdotes y de los religiosos de Málaga fueron detenidos y asesinados por el solo motivo de ser sacerdotes o religiosos. Y junto con ellos, numerosas personas que se habían significado como católicas practicantes. Se había sembrado el odio contra la fe cristiana, y no es extraño que algunos miraran a los cristianos, incluidas las monjas de clausura y la Hijas de la Caridad, como enemigos peligrosos. No murieron por motivos políticos, sino por profesar la fe católica. Y es peligrosa esa frivolidad en la que ha caído una candidata malagueña, al decir algo así como “ellos van a votar después de la misa”. Primero, porque algunos somos madrugadores y votamos antes de misa; segundo, porque la fe católica no nos impone la disciplina de partido ni se identifica con ninguna opción política concreta; y finalmente, porque si piensa que un católico no votará a la opción que ella representa, es señal de que tiene mala conciencia con respecto a los valores humanos fundamentales que propone esa opción.

Autor: diocesismalaga.es

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