NoticiaJornada Mundial de Juventud Carta a los jóvenes peregrinos que regresan de la JMJ Jóvenes de la diócesis de Málaga de regreso a sus hogares · Autor: JUVENTUD Publicado: 02/08/2016: 14700 El sacerdote Alfonso Crespo, párroco de San Pedro (Málaga), escribe esta carta de bienvenida a los jóvenes que regresan de Cracovia tras vivir una intensa Jornada Mundial de la Juventud junto al papa Francisco. "Hoy debo alojarme en tu casa" Queridos jóvenes, ¡bienvenidos a casa! Muchos de vuestros familiares y amigos, que nos hemos quedado en Málaga, os hemos acompañado con el corazón y nuestra oración. Hemos disfrutado con vosotros, conociendo nuevas ciudades; hemos compartido vuestro cansancio en los desplazamientos; hemos gozado, también tímidamente, con la acogida de las familias y su generosidad; y sobre todo, hemos vibrado con vosotros en los encuentros con el Papa Francisco. Hemos guardado un silencio sepulcral contemplando la entrada del Papa en Auschwitz. ¡Qué horror!. Hemos sentido dolor, acompañando las estaciones del Vía Crucis. Hemos gozado con la alegría de la Vigilia de oración y los bellos testimonios de tantos jóvenes. Qué bella homilía del Papa en la Misa final Hemos celebrado con vosotros, desde nuestras parroquias, la Eucaristía final. ¡Qué bella homilía del Papa, comentando el encuentro entre Jesús y Zaqueo! Queremos comentarla con vosotros en casa -quizás el cansancio no os dejó ver la profundidad y belleza de estas palabras-. El Papa resaltaba tres aspectos de este episodio entre Jesús y Zaqueo: 1) Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo. "También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos. Para Jesús, nadie es inferior y distante, nadie es insignificante: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio". "Nos hará bien decir todas las mañanas en la oración: «Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida». No de mis defectos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiempo para amar y ser amado". 2) Zaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Jesús: la vergüenza paralizante. "Antes de subir a la higuera, en el corazón de Zaqueo había una lucha afanosa: por un lado, la curiosidad buena de conocer a Jesús; por otro, Zaqueo era un personaje público, un hombre de poder; sabía que, al intentar subir al árbol, haría el ridículo delante de todos. Habréis experimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora: entonces sucede que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo similar ocurrió en el corazón de Zaqueo... Y así, la vergüenza paralizante no triunfó: Zaqueo —nos dice el Evangelio—«corrió más adelante», «subió» y luego, cuando Jesús lo llamó, «se dio prisa en bajar». Se arriesgó y actuó". "Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple «mensajito»... No os avergoncéis de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sorprenderos con su perdón y su paz. No tengáis miedo de decirle «sí» con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar solo en sí mismo y en la propia comodidad". 3) Zaqueo tuvo que enfrentar un tercer obstáculo: la multitud que murmura que Jesús no tenía que entrar en su casa, en la casa de un pecador. "¿Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a un «Dios, rico en misericordia» (Ef 2,4)... Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia". "No tengáis miedo, pensad en cambio en las palabras de estos días: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7). Puede que os juzguen como unos soñadores... no os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí". "No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse. Y esa alegría que habéis recibido gratis de Dios, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son muchos los que la esperan". "Hoy, quiero alojarme en tu casa" "Jesús dice a Zaqueo: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Jesús te dirige la misma invitación: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La JMJ, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños". "Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida". Disfrutad de la familia, ellos han disfrutado con vosotros y vuestra alegría. Estamos orgullosos de vosotros.