NoticiaColaboración El barro Publicado: 01/07/2013: 1552 • Microrelato en verano Llegué a la hora prevista. La saludé y me dijo: «le agradezco su visita». Estaba mal, pero sacó fuerzas de Dios sabe dónde y me contó su vida... Llegué a la hora prevista. La saludé y me dijo: «le agradezco su visita». Estaba mal, pero sacó fuerzas de Dios sabe dónde y me contó su vida. Si algo siento ante cada conciencia que se me abre es el deseo de descalzarme, pues bien sé que terreno sagrado piso. Al concluir, me habló de su gran preocupación: «no sabía si había acertado en la educación de los suyos». Estas palabras me hicieron recordar un viejo cuento. Y se lo conté sin más: Había un pueblo, con tanto barro acumulado en sus plazas y calles que los vecinos no podían caminar y, por eso, un día fueron ante las autoridades y pidieron que empedraran las plazas y calles. Las autoridades accedieron y contrataron las obras. Pero cuando llegaron los operarios dijeron que, antes de poner las piedras, había que quitar el barro. Y se pusieron manos a la obra. Mas cuando quitaron el barro, para sorpresa de todos, descubrieron que las calles estaban muy bien empedradas. Ella me miró con esa extraña luz que poseen los que sienten lo definitivo, y sonrió. Autor: diocesismalaga.es