Noticia FRATERNIDAD CARLOS DE FOUCAULD. «Nazaret es una forma de ser y estar en el mundo» Pepa Martos es miembro de la Fraternidad Carlos de Foucauld Publicado: 17/04/2020: 14499 Fraternidad Carlos de Foucauld El Hermano Carlos de Foucauld, leyendo el Evangelio, hizo de Jesús su “modelo único”: «Dios encarnado en un tiempo y en un pueblo, Nazaret, viviendo en confianza la intimidad con el Padre, aceptando una vida sencilla, valorando las cosas pequeñas de cada día, viviendo como todos pero, sobre todo y ante todo, siendo amigos». «Nazaret es la intuición nuclear y original de nuestra espiritualidad, con la que el Hermanos Carlos se enraizó y vivió la experiencia salvadora del Señor. Es el lugar donde Dios quiso compartir la vida con los hombres, encarnándose con ellos. Por ello, para nosotros Nazaret no es vivir como la gente, sino que es una manera de creer, amar y vivir a la manera de Jesús», explican desde la Fraternidad. Y esa vida oculta, pide una disposición al trabajo ordinario y sencillo, acompañado de una serie de actitudes: Alegría, que es fruto del Espíritu: «Todo el Evangelio de Jesús es fuente de alegría. Hemos de descubrir todas las chispas de Evangelio que nos hacen vivir con esperanza en medio de las contrariedades de la vida», afirman. Y recuerdan las palabras del papa Francisco cuando afirma que «la alegría cristiana es la paz, la paz que hay en las raíces, la paz del corazón, la paz que solamente Dios nos puede dar: esto es la alegría cristiana». Confianza y abandono filial al Padre: «Necesitamos vivir los acontecimientos con confianza en el Dios vivo en nosotras, que sobre pasa lo que podemos entender, abandonándonos a su providencia, esperando contra toda esperanza, con apertura y docilidad al Espíritu Santo, con fe viva, dejándonos conducir como María de Nazaret». Amor: «Es necesario tener una actitud de mirar y un corazón benévolo hacia los que nos rodean, especialmente para nuestros hermanos más necesitados de otras razas y culturas que hoy conviven con nosotras: con bondad, gratuidad, disponibilidad y diligencia en su servicio. Como dice el Hermano en una de sus cartas, “quiero acostumbrar a los habitantes de aquí, cristianos, musulmanes, judíos, idolatras, a que me miren como a su hermano, como al hermano universal”. Para nosotras es vivir amando a todos, haciéndonos hermanas suyas, estando atentas a lo más cercanos: familias, amigos, vecinos, ambiente laboral, o en donde vivimos cada día. Especialmente en la fraternidad, acogiéndonos, ayudándonos y confrontando nuestras vidas con el Evangelio, con una amistad humilde y respetuosa». Fidelidad: «La fraternidad nos ayuda a mantenernos fieles a nuestra llamada, compartiendo la fe y la vida, perseverando en el amor de Dios, que nos compromete a amar a nuestros hermanos con sobriedad, sencillez, humildad y con el espíritu de las Bienaventuranzas». Y es que, en palabras de los miembros de la Fraternidad, «el Señor nos llama a las personas que formamos la fraternidad a vivir en esa vida cotidiana, haciéndonos presentes ante las necesidades de nuestros hermanos en la realidad de cada día, procurando ir “bajando” al nivel de los sencillos, prestando servicio a los demás con humildad. “El que ama espera siempre, se fía siempre, disculpa siempre”. Nazaret es respeto a cada uno, en sus ritmos en sus altibajos; es paciencia. Es una manera de ser que requiere cambio en la persona y vemos como Jesús lo ofrece en su vida pública, respetando y acompañando adecuadamente el proceso de cada uno». «En Nazaret, también tenemos que aprender la renuncia al falso yo, a las actitudes egoístas, que si uno se aferra a su propia vida, está perdido y que, aquel que se suelta de lo que cree es vida, encuentra la vida verdadera. Para ello, necesitamos el tiempo de la soledad en la que descubrimos que Dios nos quiere solitarios para hacernos solidarios». La gran Escuela Iniciática Nazarena se encuentra en la Eucaristía, en la que descubren la semilla nazarena que hay en la vida y en cada palabra de Jesús. Carlos de Foucauld, como fruto de sus largas horas de adoración eucarística comprendió a Jesús y asumió su Sabiduría. En ella aprendemos a vivir desde el Amor y la Sabiduría del mismo Jesús. Quizás da la sensación, de que se hable de dos cosas diferentes, una la vida de Jesús en Nazaret y la otra la vida pública. Sin embargo, Jesús en sus años de vida pública, lo que hace es explicarnos lo que vivía en Nazaret, para que nosotros, sus seguidores, lo hagamos proyecto propio. En Nazaret, Jesús grita su proyecto de vida. Y en su etapa pública lo hace viviendo y explicando lo que Él vive: del amor entrañable del Padre. Más información en la web www.carlosdefoucauld.org y escribiendo por e-mail a pepagody@hotmail.com TESTIMONIO. Pepa Martos Aquí puedes escuchar el testimonio emitido en Cope Málaga Hola. Soy Pepa Martos. Conocí la Fraternidad Carlos de Foucauld hace 20 años, en Málaga. La espiritualidad del Hermano Carlos he ha ayudado en mi seguimiento a Jesús. En la Fraternidad puedo entender y vivir Nazaret, que es una forma de ser y de estar en el mundo. Intento vivir las actitudes que Carlos de Foucauld quería vivir: vivir el Evangelio con la vida, en la Fraternidad, en mi trabajo, familia, vecinos… en definitiva, con todos mis hermano,s sobre todo los más pobres. La Fraternidad me ha ayudado a intentar estar en el último lugar, defendiendo como Jesús de Nazaret y el Hermano Carlos, a los más ncesitados. Yo estoy muy lejos de vivir esta actitud, pero con la ayuda de Dios y su misericordia intento conseguirlo. Y todo esto brota de la Adoración al Santísimo, la oración personal, el desierto, las celebraciones eucarísticas, del perdón, de fraternidad. Y me gustaría concluir con “La oración de abandono” del Hermano Carlos de Foucauld, que estoy muy lejos de vivir, pero que intento hacerlo con la ayuda de nuestro Padre Dios y la intercesión del Hermano Carlos: Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre. Amén