Noticia Zamarilla convocará cabildo de elecciones Publicado: 09/04/2015: 8304 El Obispado de Málaga, con fecha 9 de abril de 2015, ha publicado un Decreto por el que se levanta la Junta Rectora de la Real y Excelentísima Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura Coronada (Zamarrilla). Por este Decreto se autoriza a D. Francisco Díaz Rosas para convocar cabildo de elecciones. LA HISTORIA DE LA COFRADÍA “En la ciudad de Málaga en treinta y un días del mes de agosto de mil setecientos ochenta y ocho años, estando en la capilla de Nuestro Padre Jesús Crucificado con el título de Zamarrilla, situado al final de la calle de los Mármoles, Barrio de la Santísima Trinidad, extramuros de esta dicha ciudad, juntos y congregados a son de campana tañida, los devotos de la referida soberana imagen a efecto de celebrar este cabildo y en él acordar los capítulos de constituciones que les sirviese de regla y buen gobierno…” Años atrá, Antonio Barranquero, promotor y artífice de la realización de un “rosario callejero”, junto con otros devotos de una Santa Cruz que se situaba en el campillo de la Trinidad con las limosnas y monedas obtenidas a través del sorteo de unas baratijas, consiguió alzar una pequeña edificación que, a partir de entonces, fue el referente devocional inequívoco de un entorno. Posteriormente, la imagen de un crucificado, que tallara Lorenzo Marcelli, ubicada en la ermita, aportaría el último eslabón necesario para canalizar las inquietudes de religiosidad popular en una asociación de rango superior. Sin embargo, fue el día diez de septiembre de 1788, siendo obispo de Málaga el Sr. D. Manuel Ferrer y Figueredo, cuando el Gobernador, Provisor y Vicario General, Dr. D. Antonio García de la Cámara Maroto otorgó el pertinente auto de aprobación de las primeras constituciones, lo que de hecho y de derecho significaba el arranque histórico de la corporación de Zamarrilla. Se trataba de una hermandad cuyas constituciones, a través de sus veinticuatro capítulos, delatan que nació, tal y como sucedió con otras cofradías coetáneas, con la finalidad de otorgar a sus integrantes un lugar y modo específico de enterramiento. A partir de 1792, al tiempo que se edifica el camarín donde recibiría culto, se detecta la presencia de una imagen de Virgen que se convertiría en titular de la denominada Congregación del Santo Rosario de Nuestra señora de los Dolores. Se trataba de una asociación que canalizaría hacia el culto externo la devoción de Zamarrilla. Con la llegada del siglo XIX, la hermandad inició un proceso de consolidación ya que no le afecto directamente la exclaustración y desamortización que tanta incidencia tuvo en otras cofradías malagueñas. Se tiene constancia documental de tres salidas procesionales durante esta época; en 1849, 1851 y 1867. La primera de ellas se realizó, a instancias del Cabildo Catedralicio, para cumplir con la designación realizada por el obispo malacitano, Sr. D. Salvador de los Reyes García de Lara, en el sentido que fuese la imagen de la Dolorosa de Zamarrilla la que se situara, junto con la del Cristo de la Salud, al lado del Monumento Catedralicio de Semana Santa. La Virgen de los Dolores de Zamarrilla también fue procesionada el Domingo de Ramos 13 de abril de 1851, desde la Iglesia de la Trinidad – una vez concluido un septenario – hasta la ermita. No obstante, durante el siglo XIX, la cofradía seguía manteniendo su carácter de hermandad de entierro. Las primeras referencias que acreditan la realización de peticiones para la adquisición de terrenos en el nuevo cementerio malacitano se sitúan en 1822. En 1889, siendo obispo de Málaga el Sr. D. Marcelo Spínola y Maestre, se aprueban los Estatutos de la Ilustre y Venerable Hermandad del Santo Cristo de Zamarrilla. Se trata de un nuevo régimen estatutario en el que, a través de ochenta y dos artículos, se actualizaba la vida corporativa así como se especificaban las funciones y misiones que tenía la cofradía. El 1 de mayo de 1921 se instituye la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores. Durante dicho año, las actividades de la nueva fraternidad estuvieron encaminadas a la captación de hermanos y a la consolidación institucional con el objetivo de poder procesionar, siguiendo la actitud imperante en aquella época, a la imagen titular. Fue un año más tarde, el 16 de marzo de 1922, cuando la hermandad ingresó oficialmente en la recién fundada Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga. Entre la fecha de su ingreso y la de la primera salida procesional, hecho que se produce el Jueves Santo 13 de abril de 1922, se procedió a cambiar la advocación de la Titular, denominándose a partir de entonces María Santísima de la Amargura. La vida de la Hermandad se organizaba en torno a los denominados Estatutos por los que ha de regirse la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores que se venera en la ermita de Zamarrilla, iglesia de San Pablo de esta capital. Se trata de una norma jurídica que consta de tres capítulos generales y treinta y dos artículos. Del mismo modo, este régimen estatutario poseía un apartado específico denominado Congregación de Señoras de esta Hermandad por el que, a través de diecisiete artículos, se regulaba la vida interna de esta asociación lo que constituye un caso nada común en el contexto cofradiero malagueño. En 1926, por primera vez, la cofradía procesionó dos imágenes titulares. Este hecho se produjo al adoptar la advocación de Santo Suplicio para el trono del Señor. La imagen, tallada por el imaginero hispalense Antonio Castillo Lastrucci, representaba a Cristo en el momento de ser despojado de sus vestiduras. El grupo escultórico se conformaba en torno a cuatro figuras; la central Cristo; junto a Él un sayón que le despojaba de su túnica; tras la imagen de Jesús un soldado romano, completando la escena, y un sayón que, ajeno al resto y de espaldas a ellos, inclinado, hacía los preparativos de la crucifixión. En el mes de agosto de los años 1929 y 1930, la imagen de la Dolorosa fue llevada en romería a la zona de la Colonia de Santa Inés y a los Viveros del río Guadalhorce, respectivamente. Entre los años 1930 y 1931, al habérsele concedido el título de Real, la hermandad se denominó Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio y María Santísima de la Amargura. Durante los denominados sucesos de mayo de 1931, la ermita de Zamarrilla fue asaltada e incendiada. Las imágenes titulares fueron pasto de las llamas así como la mayor parte de los enseres y elementos propios de la cofradía. Más tarde, en 1934, se adquiere a un particular una talla de Dolorosa. La imagen, a la que algún crítico actual señala como obra atribuida al imaginero malagueño del siglo XIX Antonio Gutiérrez de León y Martínez, fue posesionada por vez primera por nuestra hermandad y bajo la advocación de María Santísima de la Amargura el Viernes Santo 19 de abril de 1935. Partió de la iglesia del Sagrado Corazón. Durante el periodo de la guerra civil española, la imagen permaneció oculta en la casa del directivo de la hermandad Manuel García Cabás. Finalizada la contienda, el cinco de marzo de 1938 se reunió un grupo de integrantes de la cofradía de Zamarrilla con la finalidad de fundar una hermandad. Más tarde, se encarga al imaginero antequerano Francisco Palma García la hechura de un “Cristo muerto en la cruz, de tamaño natural y tallado todo Él en madera”. Al mismo tiempo se visita al Hermano Mayor para ofrecerle la posibilidad de que la imagen de la Virgen de la Amargura se convirtiese en titular al tiempo que para ofrecerle el cargo de máxima responsabilidad de la naciente cofradía. La repentina muerte del imaginero posibilitó que el encargo se le hiciese a su hijo. Francisco Palma Burgos quien, con apenas veinte años, finalmente talló la imagen del Crucificado. La nueva Hermandad del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura estableció su sede canónica en la Iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri hasta el año 1945. Entre 1939 y 1945 la vida de la corporación se rigió por unas Constituciones en las que se integraban unos estatutos establecidos en torno a unas bases con nueve apartados, y un reglamento dividido en siete capítulos con un total de cuarenta y siete artículos. Una vez que se restaura la Ermita de Zamarrilla y la hermandad traslada su sede canónica a la misma, hecho que acontece el 22 de marzo de 1945, se procede a la revisión de sus Constituciones. El régimen estatutario diferenciaba ocho capítulos y cincuenta y cuatro artículos. En 1982 se elaboran y aprueban unos nuevos estatutos para la Real y Excelentísima Hermandad del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura. Constan de ocho capítulos con ochenta y cinco artículos, cuatro disposiciones adicionales, cinco finales y una transitoria. En 1985 se bendice e incorpora a la hermandad la nueva imagen de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, última obra del imaginero Francisco Palma Burgos. “Con Zamarrilla comenzó y en ella terminó”. Al mismo tiempo, la hermandad recuperaba una de sus raíces históricas al integrar, de nuevo, en la corporación una imagen que ostentaba una advocación cristífera identificativa de Zamarrilla en los años veinte. El quince de febrero de 1986, el Obispado de Málaga aprueba la inclusión de una addenda en los estatutos estableciendo la nueva denominación de la hermandad: “Real y Excelentísima Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura”. Otro hecho importante en la reciente historia de la Cofradía fue la construcción de la Casa Hermandad. Después de muchos avatares administrativos, el 17 de septiembre de 1994 se procedió a la colocación de la primera piedra de la misma. Posteriormente, y tras una solemne celebración eucarística presidida por el Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis, D. Antonio Dorado Soto, se bendijo la Casa Hermandad el 25 de febrero de 1996, viéndose así cumplido el sueño de todos los zamarrilleros. Una de las páginas más brillantes de la Hermandad se escribió en el año 2003, el 25 de octubre. La Coronación Canónica de María Santisima de la Amargura ha supuesto, no sólo para la Hermandad sino para la ciudad, ver reconocida por parte de la Iglesia la gran devoción que se le profesa a la Virgen de la rosa en el pecho.