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Sacerdotes malagueños están de celebración

Publicado: 08/05/2023: 10941

25 y 50 años sacerdocio

Con motivo de la fiesta de san Juan de Ávila, patrón del clero diocesano la Iglesia de Málaga recuerda, de forma especial, a los sacerdotes que celebran, en este año, sus 25 y 50 años de ministerio, sus bodas de plata y oro.

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El misionero claretiano Juan Ramón Gómez Pascual, vicario parroquial de Nuestra Señora del Carmen (Málaga); Carmelo De las Heras De la Fuente, S.C.J., vicario parroquial de San Antonio de Padua (Málaga) y Manuel Larrubia Sánchez, vicario parroquial de Santa Inés (Málaga), celebran este año sus bodas de oro. 

Otros seis sacerdotes celebran sus bodas de plata: Francisco Baquero Vargas, párroco de Santiago y San Pedro Apóstol, en Antequera; Francisco Ruiz Mayol, párroco de Nuestra Señora de Fátima (Málaga); Felipe Manuel Gallego Casco, párroco de Álora y El Chorro; Juan de Jesús Baez Torres, párroco de San Cristóbal, en Ronda; Andrés Merino Mateo, párroco de Virgen Milagrosa y San Dámaso, en Málaga; y Francisco Antonio Sánchez Sánchez, párroco de Santa María la Mayor y Espíritu Santo, en Ronda. 

Manuel Larrubia Sánchez

El 29 de junio de 1973, festividad de los apóstoles Pedro y Pablo, hacía su entrada D. Ramón Buxarrais como Obispo de Málaga y el 21 de diciembre ordenaba como sacerdote a Manuel Larrubia Sánchez, en la Capilla del Buen Pastor, del Seminario, «un lugar muy especial para todo el clero, pero especialmente para quienes recibimos allí nuestra ordenación. Allí mismo, en las estancias del Seminario, compartimos un ágape con familiares y amigos, que vinieron desde Antequera para compartir ese día», recuerda Manuel. 

 

Sus primeros destinos fueron el Valle de Abdalajís, Coín y Álora, «parroquias en las que compartí gran parte de mi vida sacerdotal en unos tiempos en los que atendíamos decenas de escuelas rurales», añade. Echando la vista atrás, Manuel da gracias a Dios por «la cantidad de gente buena que he conocido, y por tanto bien como me han hecho. He aprendido muchas cosas buenas de los perotes, de los coínos y de la gente del campo, que tiene mucha sabiduría».

Francisco Baquero Vargas

Francisco Baquero no se cansa «de dar gracias a Dios». «Este aniversario me hace mirar la historia de mi vida: 25 años dan para decir, “cuántas experiencias he vivido y acumulado. La mayoría muy buenas, algunas no tanto y otras han sido tristes, pero, en el balance total de mi corazón siento gratitud. Agradezco a Dios por el camino recorrido y me quedo con lo mejor. Y agradecido con mayúsculas por el ministerio sacerdotal, lo que ha dado forma y sentido a mi vida en estos 25 años. Esto es lo que queda y es lo más importante, sin duda».

 

 

Recuerda que su historia vocacional «arranca con las convivencias del Seminario Menor de Málaga y la labor pastoral en la parroquia de San Pedro de Cártama. En mis años de juventud, la vida de la parroquia se volvió muy misionera en un gran intento por llegar a todos los bautizados por medio de acciones que invitaban a participar a los vecinos. Y a través de buenos mensajes que iban evangelizando. Por otro lado, los grupos que iban surgiendo alrededor de la liturgia, la catequesis, la oración, las convivencias, los grupos de Biblia. Todo fue calando, despertando en mí una inquietud; dejando una profunda huella sin darme cuenta. Una huella para toda la vida. Estos años me llevaron a descubrir y escuchar la llamada de Dios y, como cartameño, siempre acompañado por la Virgen de los Remedios a la que me gusta venerar y agradecer también».

Pasados los años, «pienso en las personas de cada sitio donde he estado como párroco. Vaya pues mi recuerdo para Alozaina, Casarabonela, Estepona, Arriate y actualmente en Antequera. Y, aprovechando este espacio de DiócesisMálaga mando un fuerte abrazo a todos los que tanto tanto bien habéis aportado a mi vida como sacerdote. Espero haber sabido acompañaros como párroco. Por todo esto y tantas cosas más estoy agradecido a todos y no me canso de dar gracias a Dios por mi ministerio sacerdotal», añade emocionado.

Francisco Antonio Sánchez Sánchez

Para Francisco Sánchez, el 4 de octubre de 1998, día de san Francisco de Asís, su onomástica, ha quedado marcado en su corazón. Recibía la ordenación de manos del Obispo D. Antonio Dorado Soto en la iglesia de Santa María de la Encarnación La Mayor, en Ronda, de la que ahora es párroco y es que «la providencia de Dios siempre nos sorprende».

 

«La vocación se va fraguando poco a poco, los valores y principios que recibí en el entorno familiar de casa se conjugan con la educación formativa y religiosa que recibí en el Colegio La Inmaculada y San José de la Montaña, de las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña en Ronda. La cercanía del párroco de mi parroquia de Padre Jesús en Ronda, D. Diego Gamero Fernández (q.e.p.d.), me ayudó muchísimo en mi discernimiento», reconoce Francisco Sánchez y añade que «trabajar en los apostolados de la parroquia me ha hecho siempre mucho bien… con los niños en las catequesis, con el coro y las representaciones teatrales, con los proyectos de caridad con las personas mayores y los enfermos, los días de retiro, de oraciones comunitarias, de convivencias... en todo ello fui descubriendo mi vocación al servicio de la Iglesia como sacerdote».

Tras la ordenación, «me destinaron a la Serranía de Ronda: Gaucín, Benarrabá y la Estación de Gaucín-Barriada El Colmenar, donde estuve cinco cursos. El segundo destino fue Algarrobo y Sayalonga, en la zona de la Axarquía, allí permanecí cuatro cursos. El tercer destino fue Vélez-Málaga, la parroquia de Santa María de la Encarnación y San Juan Bautista, once cursos. Estuve dos cursos descansando en casa de mis padres en Ronda y, mi cuarto destino, por ahora, es la parroquia de Santa María de la Encarnación La Mayor y del Espíritu Santo de Ronda, donde llevo tres cursos». 

Francisco Ruiz Mayol

Francisco Ruiz Mayol llegó a Málaga desde la diócesis de Madrid, a la que pertenece, y en la que recibió la ordenación sacerdotal hace casi 25 años. Recuerda que su vocación «no tuvo un momento concreto sino que fue un proceso en el que tuvo mucha importancia la ayuda de otro sacerdote. Pertenezco al Camino Neocatecumenal y en él, poco a poco, sentí que el Señor me llamaba a esta vocación. Me costó bastante romper con todo, sobre todo con mi trabajo pues era educador de niños con necesidades especiales, pero en la JMJ de 1989, el grito de san Juan Pablo II de “¡no tengáis miedo!” y una llamada vocacional de Kiko Agüello, después de una catequesis sobre la negación de Pedro, sentí que el Señor me llamaba. Lo mío no ha sido una relación idílica de amor, sino que fue más bien tormentosa, con muchas dudas, aunque al final la fidelidad del Señor venció a todos los miedo».

 

Estos 25 años los resumiría con un fragmento del Salmo 91: «Es bueno dar gracias al Señor y tañer para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad».

Felipe Manuel Gallego Casco

Felipe Manuel Gallego Casco recibió la ordenación sacerdotal el 20 de junio de 1998, en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, fiesta del Inmaculado Corazón de María. «La vida sacerdotal es camino de fe y vocación, y en cada día de este caminar han resonado en mí las palabras de mi obispo después de prometerle obediencia: "Dios que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término". Me quedó muy claro que todo esto no era cosa mía. Al ser llamado, todo -salvo tu libertad- escapa de tus manos y todo se pone en las mejores manos, las de Dios», afirma Felipe.

En cuanto a la vocación, lo tiene claro: «creo, sinceramente, que ser sacerdote es un empeño de Dios y que soy afortunado porque Él ha querido contar conmigo» y, al pensar en estos 25 años de sacerdocio «sólo pasan por mi mente muchos rostros, los de aquellos que Jesús ha puesto en mi camino en las parroquias donde he desempeñado el ministerio. Rostros de grandes cristianos, entre estos buenos amigos también sacerdotes, a los que agradezco haber colaborado con Dios, sin que ellos lo sepan, para hacer de mí una pequeña obra buena: ser sacerdote, sólo sacerdote y nada más que sacerdote». 

 

Tras la ordenación como sacerdote fue «cura en varios pueblos de la Campiña Sur de Extremadura. Ahora, gracias a la acogida de D. Jesús, nuestro Obispo, continúo el seguimiento al Señor por esta Diócesis de Málaga. En la parroquia de San Juan, en Vélez, la de Arenas y Daimalos y ahora, bajo la protección de la Virgen de las Flores, en Álora, sigo aprendiendo a ser cura en esta porción del Pueblo de Dios», expresa Felipe.  

Juan Ramón Gómez Pascual, cmf

Juan Ramón Gómez Pascual es Misionero Claretiano y «antiguo alumno del Colegio Claret de Sevilla. En los Ejercicios Espirituales del último curso, el director espiritual, el P. Antonio Rodríguez, cmf., me indicó que me planteara la posibilidad de ser Misionero Claretiano. Tras pensarlo un tiempo se lo indiqué a mis padres, que lo aceptaron de buen grado. Pasado el tiempo de verano recorriendo varios sitios por España me incorporé al noviciado claretiano en Jerez de los Caballeros (Badajoz), donde inicié mi discernimiento y formación en el espíritu de Claret», cuenta Juan Ramón.

Y tras los años de formación, llegó la ordenación sacerdotal y sus primeros destinos: «trabajar en el sector de la Educación Cristiana en los colegios Claret de la antigua provincia Bética. En esta labor he estado hasta 2012, en la que tuve que pedir la jubilación por cuestiones médicas. Tras unos años en la iglesia de San Pablo, en Córdoba, estoy viviendo mi primera experiencia parroquial en El Carmen, en Málaga, desde 2017».

 

Tras 50 años de vida sacerdotal, su acción de gracias «en reconocimiento por lo que el Señor hace con nosotros, son las palabras del P. Claret cuando inició la Congregación: "Él, que inició esta obra, él mismo la lleve a cabo"».

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Encarni Llamas Fortes

Encarni Llamas Fortes es madre de tres hijos. Periodista que desarrolla su labor profesional en la Delegación de Medios de Comunicación de la Diócesis de Málaga. Bachiller en Ciencias Religiosas por el ISCR San Pablo.

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