NoticiaEntrevistas Julio Martínez: «Ecología es escuchar el clamor de la tierra y el clamor de los pobres» Julio Martínez, rector de la Universidad de Comillas · Autor: S. FENOSA Publicado: 12/01/2016: 11320 El jesuita Julio Martínez es el rector de la Universidad Pontificia de Comillas. Hace unos días visitó Málaga para profundizar en la encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común. Laudato Si’, una encíclica que habla de ecología y mucho más. Es una encíclica de máxima actualidad porque trata las grandes cuestiones que afectan al mundo. Combina de manera certera los temas de la pobreza y de la ecología. El concepto clave de la encíclica es la ecología integral, que busca las relaciones fundamentales de las personas: relaciones con Dios, con uno mismo, con la naturaleza… y, desde ahí, plantea que la ecología tiene que tocar los aspectos fundamentales de estas relaciones. No se trata de ver sólo qué hacemos con el medio ambiente, sino de escuchar el clamor de la tierra y el clamor de los pobres. La crisis que hemos vivido no es sólo ambiental, sino socio-ambiental y hay que entender, con una multiplicidad de factores, lo que nos está pasando. Hay que tener en cuenta distintas disciplinas y visiones y, por tanto, un diálogo, que es tan importante en este Pontificado y que está maravillosamente tratado en esta encíclica. La encíclica nos invita a que hagamos gestos concretos. En ella, el Papa recibe las aportaciones de las ciencias sobre los temas de la ecología, recoge la sabiduría cristiana sobre este tema, analiza las raíces de la crisis, habla de la ecología integral y culmina con un capítulo con acciones y orientaciones para hacer. La ecología necesita de decisiones muy importantes a nivel mundial, como reducir las emisiones de CO2; pero también de decisiones muy concretas como separar residuos, consumir racionalmente el agua, apagar las luces… Todas ellas son decisiones que corresponden a la libertad de las personas. El Papa nos cuestiona que la educación y la espiritualidad son capitales para que se pueda dar una conversión ecológica a la altura de lo que necesitamos, de esa ecología integral que buscamos. Tenemos que saber llevarlo pedagógicamente, y aquí hay muchas acciones de colegios y de todos los niveles de la enseñanza, catequesis, familias… que tenemos que incorporar a la propia vida a través de la espiritualidad, de nuestra relación con Dios, de nuestra paricipación en la vida de la Iglesia, de los sacramentos, de la oración, para que se convierta realmente en algo que llevamos dentro y que nos surge como un deseo. No puede haber una ecología integral sin una conversión ecológica; y no puede haber una conversión ecológica sin llevarlo a través de la educación y de la espiritualidad. Pasa por cosas muy sencillas y cotidianas, muy de cada día de las personas, y pasa por grandes decisiones políticas. Evidentemente, si China, Estados Unidos y la India no aceptan ir por la senda de una reducción muy significativa de emisiones de CO2, el mundo se aboca a una crisis ecológica de consecuencias tremendas; pero, si las personas no lo hacemos en nuestra propia vida normal, las decisiones políticas tampoco van a ser suficientes. ¿Es posible el consumo responsable? Para mí, el consumo responsable no es sólo consumir productos de comercio justo, ésa es una de las vías. Pero, para economías más débiles o maltrechas, el comercio justo se escapa muchas veces de sus posibilidades. Pero, el consumo responsable pasa por no caer, sobre todo, en el consumismo y por una cierta sobriedad de vida, donde uno, desde su propia libertad, sepa renunciar a cosas que son superfluas. Como todo, el consumo responsable podemos idealizarlo de tal manera que lo hagamos inaccesible o podemos concretarlo a lo que vivimos, a las personas y a las familias, y así lo hacemos posible. Estamos inmersos en el Año de la Misericordia, ¿cómo lo está viviendo usted? El Papa quiso arrancarlo en África, de una manera preciosa, en una situación de conflicto, de injusticia y de violencia. La Misericordia está en la base de cualquier cosa de la que hablamos: de la defensa de la dignidad de las personas, de la apuesta por responder al clamor de la tierra y al clamor de los pobres, de la búsqueda del bien más universal, de la hospitalidad y de la acogida que las sociedades necesitan cultivar y las personas también. La Misericordia es la expresión del amor de Dios manifestado en Cristo y, en este año, el Papa nos está llevando a pensar quién es Dios para nosotros y cómo podemos responder a ese amor. Francisco ha seguido una línea de continuidad con sus predecesores: Juan XXIII había hablado de la medicina de la misericordia, Juan Pablo II escribió “Dives in misericordia”, Benedicto XVI escribió “Deus Caritas est” y “Caritas in veritate” y ahora, el papa Francisco nos pone delante de la gran verdad de Dios y de nuestra vida, que Dios es amor y la misericordia es expresión de ese Dios amor. ¿Qué lugar sigue teniendo la formación teológica dentro de los nuevos planes universitarios? Es totalmente capital, sobre todo para una universidad católica como la Universidad Pontifica de Comillas. Contamos con una muy buena Facultad de Teología, un plantel de profesores excelente, tanto en formación, como en dedicación e investigación. Para nosotros, la Facultad de Teología es capital, pues lleva la formación teológica a todos los alumnos de la Universidad. La Teología no puede faltar para hacer un verdadero abordaje interdisciplinar de las cuestiones importantes, ya sea la justicia social, la ecología, la inmigración y los refugiados… En este momento de la historia, las cuestiones no las pueden resolver sólo las ciencias naturales o las ciencias sociales, sino que necesitan ese nivel de profundidad al que se llega con la Filosofía y la Teología. Siempre podemos hacerlo mejor, y es una de mis aspiraciones como director: llevar a los grupos que trabajan sobre los temas de sostenibilidad, reconciliación, inmigración… a un nivel de diálogo interdisciplinar cada vez mayo. ¿Tiene alumnos malagueños? Tenemos muchos alumnos de Málaga. Es una de las provincias de España que más alumnos aporta. Yo siempre vengo a Málaga con muchísimo gusto, por una parte, por la ciudad y el clima tan maravillosos que tenéis, pero también vengo con ese sentimiento de agradecimiento por los muchos malagueños que nos eligen para estudiar. Como rector, tiene usted una familia enorme a la que cuidar. Es una familia enorme. Tenemos 11.500 alumnos, 1.300 profesores y 400 empleados de administración y servicios, muchísima gente. Pero cuento con un equipo buenísimo de gente: vicerrectores, decanos, jefes de estudio… La función principal del rector es de liderazgo de una institución a la altura de los tiempos que vivimos. Es una institución de la Iglesia que lleva una formación universitaria con la que no sólo se forma a los alumnos para ser muy buenos profesionales, sino también para ser muy buenas personas, con esa dimensión cristiana de la vida. Como soy jesuita, lo que hago es tratar de liderar desde la tradición universitaria ignaciana. No tengo que inventarme nada, porque tenemos una identidad muy clara, que nos viene de una tradición del siglo XVI. Es una gran suerte porque sabemos quiénes somos y cuáles son los valores que queremos llevar a nuestros alumnos y a toda la comunidad universitaria. El acompañamiento está en la identidad de la espiritualidad ignaciana, ¿se ha revalorizado gracias al “couching”? El acompañamiento, en nuestra forma de trabajar en la educación y en la espiritualidad, siempre ha sido fundamental. Nosotros no entendemos la educación sin ese acompañamiento, que bebe de los ejercicios espirituales. El acompañante es un testigo cualificado de la experiencia. Nosotros esto lo practicamos muy naturalmente. Uno no es el mejor juez de sí mismo además, la interlocución con otra persona te va abriendo caminos y te va despejando ideas, te va aclarando cosas. El hecho de poder contarle a otro la propia experiencia, las dificultades, las luces y las sombras que uno ve en su actividad, es muy bueno. Nosotros lo practicamos con total normalidad y francamente, si no lo hacemos algo fundamental nos falta.