NoticiaEntrevistas Miguel Norbert: «La salida de Málaga fue la 'noche oscura' de D. Manuel» Miguel Norbert leyó una petición en la canonización de san Manuel González Publicado: 15/11/2016: 14319 En su etapa como profesor universitario en Holanda y Bélgica, Miguel Norbert trataba de sostener su fe en un ambiente que relativizaba la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La lectura de la obra de san Manuel González le fortaleció hasta tal punto de convertirse, hoy en día, en uno de los mayores estudiosos de la misma. Su amor a san Manuel González, ¿dónde comenzó? En mi país natal (Puerto Rico), allá por 1993. Yo pertenecía ya a la tercera orden carmelita. Era un periodo en el que las Nazarenas intentaron hacer una fundación en Puerto Rico y no se logró. Algunas personas de la tercera orden formaron un equipo para promover la Unión Eucarística Reparadora (UNER) y en ese contexto fue donde lo conocí. Luego me hice miembro de los Discípulos de San Juan, obra fundada por él. Pasaron los años y nunca me puede incorporar a un grupo, porque siempre entraba en conflicto con otros compromisos académicos y personales. Aunque siempre, a lo largo de los años, leía a san Manuel González asiduamente. Pero el cúlmen llegó en sus años como profesor en Europa... El carisma reparador de san Manuel González se activó en mí cuando yo me encontraba en Holanda y Bélgica. Allí viví un momento de unas corrientes teológicas que, no es que negaran, pero sí relativizaban bastante el asunto de la presencia real de Cristo en el sacramento de la Eucaristía. La lectura del libro “Aunque todos... Yo no” de san Manuel me fue fortaleciendo en esa fe eucarística, esa fe en la presencia real, esa centralidad en la Eucaristía. Hasta que llegó el momento de una gran confrontación de varios sacerdotes y teólogos que me preguntaron que por qué yo creía en la presencia real de Cristo, y yo les contesté que, para mí, su presencia era una realidad y que yo vivía para ella. ¿Cómo fue el paso a la investigación? Tras estos acontecimientos, empecé a investigar sobre su vida y a sospechar de manera académica que aquella experiencia que tuvo en Palomares del Río ante un sagrario abandonado tenía que haber sido algo más que una experiencia devocional. Se ha presentado a san Manuel como una especie de reparador devocional, que promovía un acompañamiento de tipo afectivo; pero a través de la lectura de los místicos flamencos, concretamente Ruusbroec que tiene un tratado sobre la experiencia mística y la Eucaristía, empecé a percibir que aquella experiencia de Palomares del Río tenía que haber sido una experiencia muy fuerte, incluso sobrenatural que fue la que motivó toda su obra social. Es incomprensible toda su obra sin entender esa experiencia. Lo compara usted con los grandes místicos. En cierta medida sí. Él fue un contemplativo en medio de sus tareas pastorales. La salida de Málaga fue para él una noche oscura del espíritu. El no entender las contrariedades, el ver que toda su obra está perdida, etc. Coincide con lo que san Juan de la Cruz relata como ‘noche oscura del alma’. Y sólo las grandes almas como la de san Manuel son capaces de hacerle frente a eso. Con motivo de la canonización, han ido apareciendo también testimonios de religiosas que confirman que san Manuel leía las conciencias y que, a alguna que otra religiosa, le predijo lo que le sucedería al cabo de dos o tres años.