NoticiaEntrevistas Enrique Climent: «Cuando muere un anciano, muere una biblioteca» Enrique Climent SJ, en Casa Diocesana // S. FENOSA Publicado: 18/07/2019: 20102 «Según un refrán africano, cuando muere un anciano, muere una biblioteca», así comienza resumiendo el valor de la ancianidad el padre Enrique Climent, sacerdote jesuita que vino recientemente a Málaga para impartir la conferencia «En la vejez seguirá dando fruto: ministerio y vida del sacerdote mayor» en la jornada organizada por la Delegación para el Clero para los sacerdote mayores de 65 años “En la vejez seguirá dando frutos” afirmaba usted en su conferencia. ¿Cuáles son los frutos de los sacerdotes mayores? Pues el primer fruto de los sacerdotes mayores es simplemente estar, que ya es mucho. Todos conocemos sacerdotes que son ejemplares y que están viviendo en una parroquia y todos acudimos a ellos. En África se dice que, cuando muere un anciano, muere una biblioteca. Yo pienso que hoy día, frente a una manera de entender las cosas que no comparto de ninguna manera, el anciano, el mayor y el enfermo son expresión de muchos valores. Cuando además hablamos desde la fe, tenemos en los sacerdotes mayores toda una trayectoria de vida que es un testimonio. En una sociedad en la que se prima la belleza y la juventud, ¿cómo explicar la fidelidad? Te cuento una campaña vocacional que creo que lo expresa muy bien. Los jesuitas chilenos hicieron un cartel en el que aparecían tres sacerdotes de tres generaciones distintas: uno de 40-50 años, otro cercano a los 70 y otro de 90, hablando entre ellos. La foto era magnífica y la frase que la titulaba era “La llamada de Dios no es para un tiempo, es para toda la vida”. ¿Le parece buena respuesta? Me parece estupenda. Padre, mi generación ha tenido la suerte de convivir en casa con los abuelos. ¿Qué se está perdiendo la generación actual que no convive con sus mayores? Mi madre tiene 99 años y vive en casa. Los hijos nos turnamos para cuidarla, con la alegría de poder tenerla aún con nosotros. Yo creo que se pierde una manera de entender la vida, el valor del tiempo, la capacidad para saborear lo distinto. Una sociedad uniforme termina siendo una sociedad clónica. Lo maravillosamente humano es la diferencia. Padre, se dice que el mejor apóstol para un joven es otro joven, ¿y para una persona mayor, es otro mayor? Se puede decir. Yo añadiría que, el mejor apóstol para un joven es otro joven o un mayor con corazón joven. Y, con respecto a las personas mayores, no cabe duda de que quien mejor entiende a un mayor es otro mayor que se encuentra en la misma sintonía, pero también es magnífico el testimonio de un joven. En muchas ocasiones hemos escuchado al papa Francisco valorar la ancianidad. Cierto. Él siempre repite que la ancianidad es una vocación, un don de Dios y que, por lo tanto, hay que saberlo acoger y transmitir todo lo que el anciano trae consigo en su “biblioteca”, como lo expresan en África. Justo les he leído en la conferencia un texto del Papa en el que expresa esto: que el anciano trae un mensaje que expresa a veces sin decir palabra, sencillamente por su manera de estar.