Vida DiocesanaHojas de hierba

En el día de la madre

Publicado: 02/05/2013: 2306

Cuando se educa en la gratuidad, el amor y en la autoridad el resultado es una persona feliz, segura de sí misma, afianzada en sus valores y con capacidad de crear, producir y generar vida.

Imagino que sabes cómo comenzó todo. Con un saludo, un deseo y un acontecimiento. El saludo del ángel a la madre de Cristo, en el evangelio de Lucas se parece muchísimo al grito con el que el profeta Sofonías saludaba a la Jerusalén liberada al final de los tiempos e incorpora las bendiciones con las que Israel celebró a sus nobles mujeres. Un saludo que arranca un hágase y desemboca en un nacimiento virginal: en él se refleja el anhelo de la humanidad. La esperanza que acompaña el nacimiento de un hombre, de un hijo, de un vástago. El nacimiento virginal es teología de la gracia, noticia que nos explica claramente cómo nos viene la salvación: llega a nosotros como regalo. Puro y duro.

Podremos colmar de bienes materiales a nuestros hijos hasta el vómito pero si, como padres, no les mostramos donde se encuentra el secreto de la vida los educaremos en el camino erróneo. El secreto de la vida se encuentra en la gratuidad. Y en la educación en el amor y disciplina.  Cuando se educa en la gratuidad, el amor y en la autoridad el resultado es una persona feliz, segura de sí misma, afianzada en sus valores y con capacidad de crear, producir y generar vida. Tenemos que mostrar ese camino del amor en el ámbito familiar. 

Nuestra Madre, María de Nazaret, así lo hizo. Ella tenía entonces la misma risa larga y contagiosa, la misma voz redonda que tuvo hasta el final. Ella se había desposado de José siendo una adolescente y tenía un hijo, Jesús, y una pasión por la vida que sólo pudo encontrar en su Niño. En el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob. 

María, al lado de José, se apoyaba uno al otro en esta excursión que es la vida. Al lado de José, en aquella Iglesia doméstica, que era la familia de Nazaret, se sentía bien acompañada, se sentía casi con respuestas. José podría haber hecho suyas, en un arrebato, las palabras del poeta: “Yo sé que éxito porque tú me imaginas. Soy alto porque tú me crees alto y limpio porque tú me miras con buenos ojos, con mirada limpia. Tu pensamiento me hace inteligente y en tu sencilla ternura, yo soy también sencillo y bondadoso”.

Autor: Rafael Pérez Pallarés


Comentar artículo

Título de un comentario. Este bloque solo estará disponible en los artículos de tipo BLOG y no en los de Diócesis, Noticias o Html/Varios

Nº 2 |  Nombre de usuario (08/01/2014 15:02)

DENUNCIAR COMENTARIO

Este bloque solo estará disponible en los artículos de tipo BLOG y no en los de Diócesis

Nº 2 |  Nombre de usuario (08/01/2014 15:02)

DENUNCIAR COMENTARIO

Comentario:

Nombre:

Email:

 

 

La dirección IP de su ordenador quedará registrada al realizar el comentario de cara a su identificación por si fuese necesario.

RECUERDE:
- Estas opiniones pertenecen a los lectores y no a la Diócesis de Málaga
- No está permitido hacer comentarios injuriosos o contrarios a la libertad de expresión.
- La Diócesis de Málaga se reserva el derecho de eliminar comentarios inadecuados.
- No dude en avisar de posibles comentarios inadecuados.
- Los comentarios podrán ser reproducidos textualmente en otras publicaciones de la Diócesis.

Compartir artículo