NoticiaColaboración El baile de la Eucaristía Publicado: 16/06/2015: 14315 El párroco de Nuestra Señora de la Encarnación de Marbella, José López Solórzano, escribe con motivo de su aniversario de ordenación. “...Creo en Dios que es un ser inaccesible, espiritual, eterno, misterio, al que me enseñaron a llamar Padre, pero que tiene detalles preciosos de Madre...”: Algo parecido tiene que ser “ser amado”: sentirse abrazado, mimado, querido, bailar y reír juntos; compartir vidas y pistas de “baile”. Hoy, cercanas las fechas de mis orígenes, los de mi vida y los de mi vocación (52 de vida y 27 de sacerdote), quiero volver a bailar y a cantar la misericordia de Dios. Soy un hombre creyente y soy un hombre feliz. Mi vida se ha entretejido con nombres propios, en lugares concretos: Montefrío, Alfarnate, Granada, Málaga, San Fernando (Cádiz), Ronda, Genalguacil, Jubrique, Algatocín, Igualeja, Pujerra, Vélez-Málaga, Estepona, Marbella... y va pasando la vida, y los años, pero no se me olvidan rostros, historias, músicas, tragedias, espectáculos, lágrimas, risas... Veo en mi cuerpo y en mi alma algunas cicatrices de heridas ya curadas y otras que llevan sangrado toda la vida; siempre he tenido a alguien o a Alguien que ha puesto bálsamo de consuelo y vino de esperanza en las historias que, a veces, han dolido, y otras con las que he hecho daño. Mi viejo amigo Alfarero nunca se ha cansado de reconstruirme en el torno de la Eucaristía. En ella es donde me siento más abrazado, más consolado, más mimado. La Eucaristía es un baile que nunca termina. Por eso, a esos que me quieren desde lejos o desde cerca, a los que os duelo y os alegro en vuestra vida, a tantos como sabéis que os llevo dentro desde el mismo día que os conocí, o quizá un poco más tarde cuando empecé a quereros, a los que ya no nos vemos desde hace tiempo, y parece que nos hemos olvidado, pero seguimos dentro, a los que podamos estar distanciados, a todos, os digo que voy “pa” viejo: que el tiempo pasa y nos vamos curtiendo a fuego lento de vidas, dolores, amores, rezos y silencios... Y que quiero seguir queriendo y quiero seguir viviendo el tiempo que Dios quiera: quiero seguir consagrando panes y bendiciendo amores; quiero seguir siendo una señal, un instrumento, pero nunca un stop, no quiero pararme en ningún sitio, no quiero dejar de caminar hacia el infinito. Y, si en ese camino he podido hacer daño, quiero decir públicamente que lo siento, que me perdonéis, que a veces soy un trasto viejo, con tonterías y susceptibilidades que brotan de mi hombre viejo. Si sois creyentes rezad por mí un padrenuestro y decidle a la Virgen que me enseñe a convertir el agua en vino y la hiel en miel. Y si no lo sois, un fuerte abrazo de amistad y de cariño.