NoticiaBlanco sobre Negro Juan Baena: «Me importa que el mundo acoja el Reino de Dios y su justicia» Juan Baena Raya // S. FENOSA Publicado: 04/02/2019: 40556 Entrevista al sacerdote diocesano Juan Baena Raya, nacido en Córdoba en 1993 y ordenado en el 2018. «Si puedo aportar algo es una gota en un inmenso mar de cristianos (sacerdotes, religiosos y laicos) que han formado nuestra diócesis a lo largo de los siglos» ¿Qué te parece si empezamos con algo sencillito? ¿Para qué vivimos? ¿Por qué y para qué estamos aquí? Para amar y servir a Dios y a los demás. O a Dios en los demás… Nunca me aclaro. ¿Sabe alguien qué es la vida y qué sentido tiene? Creo que la vida es un regalo que Dios nos hace y que su sentido es aprender a valorarla como tal. ¿Qué aporta a tu vida el Evangelio? No es que venga a añadir algo a mi vida, como si fuera accesorio. Es que mi vida no la entiendo sin Cristo y su Evangelio. Sería como si a una guitarra le faltaran las cuerdas o a un puchero la sal. ¿Debe un hombre vivir para los demás o eso es un mito cristiano humanista que no tiene nada que ver con la ley natural? El hombre, por naturaleza, busca vivir con los demás. Creo que la novedad cristiana es que Dios nos llama a vivir para los demás, tal como lo hizo Jesús. Quitando a nuestro yo del centro y poniendo al otro, a Jesús. ¿Quiénes son los enemigos de la vida? La tibieza, los miedos, los ídolos, los apegos, la tristeza, la desesperanza… todo lo que nos cierra a Dios y a los demás. También el enemigo puede ser uno mismo, ¿no crees? Es un buen resumen de la pregunta anterior. ¿A vivir se aprende? ¿Y a ser sacerdote? Ya lo creo, sí a las dos. Se aprende sobre la marcha en la escuela del día a día; donde la teoría y la práctica, lo que debería ser y lo que es, se mezclan, se filtran y van plasmándose en nuestro particular cuaderno de apuntes. ¿Crees que sabes vivir? Lo intento, pero siempre se está aprendiendo. ¿Has sufrido alguna crisis vital? ¿En qué o en quién te apoyaste cuando la sufriste? Por supuesto, ¿quién no? A mayor o menor escala, todos pasamos por crisis. Son los momentos que nos van fraguando interiormente. En mi caso, para afrontarlas han sido fundamentales el acompañamiento espiritual y la cercanía de la familia y los amigos. En este momento de la vida en el que estás ¿crees que te queda algo por hacer? Una tortilla y que no parezca un revuelto. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Por favor, mi gran aportación… Si puedo aportar algo es una gota en un inmenso mar de cristianos (sacerdotes, religiosos y laicos) que han formado nuestra diócesis a lo largo de los siglos. ¿Cómo podemos escapar de las falsas necesidades? Cada uno busca sus propios recursos. Lo esencial es conocerse bien y tener alguien con quien contrastar lo que vives. Luego, en lo concreto, a mí me suele funcionar el dar tiempo, posponer aquello que me aparece como necesario y urgente… Si es falso, se olvidará. Si realmente es necesario, seguirá estando ahí, porque “lo que es de Dios, perdura”. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? Me importa que la gente se encuentre con Jesús, que le descubran como el Señor de sus vidas. Me importa que el mundo acoja el Reino de Dios y su justicia. Y me importan las personas que quiero, que cada día son más. Procuro que las cosas me importen más o menos según su relación con lo anterior. ¿Quién es Jesucristo para ti? Qué difícil es responder a esto y no quedarse corto… ¿Te gusta complicarte la vida? Soy un espíritu aventurero. ¿Cómo te gustaría morir? Dormidito. ¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura? Que ponga todo su empeño y medios a su alcance en descubrir si es una llamada que Dios le hace y no una idea suya. Si es así, que ponga ese mismo empeño en responderla. Y le diría: “Ánimo, te espera una vida apasionante”. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Podemos decirlo, y de hecho lo decimos más de una vez. Pero en una ocasión escuché estas palabras a un sacerdote que admiro: “no me he hecho cura para ser feliz yo, si no para intentar que otros sean más felices”. Esto siempre me ayuda a desmontar ciertas “felicidades egoístas” que uno se monta. ¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote? Las celebraciones en las que la gente no tiene interés. ¿Qué preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal? Le preguntaría: ¿Qué te llamó la atención de Jesús? ¿Qué le falta al presbiterio diocesano? Una derrota en un partido de fútbol frente a los seminaristas. ¿Dónde encuentras la felicidad? En amar lo que tengo que hacer en cada momento. ¿Eres un sacerdote dócil? A la voz del Espíritu. Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Si es así ¿qué hiciste para abrazarlo? No he tenido esa experiencia, pero imagino que un rato de sagrario y guitarra me quitarían las tonterías. No me mires así, cada uno tiene sus recursos (ríe). ¿Tienes algún hobby que te rescate del hastío? Ser cura ya es apasionante, pero además tengo dos grandes pasiones: la música y el deporte. ¿El regalo más bello que te ha regalado ser presbítero? Escuchar a alguien referirse a ti como “mi cura”. A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote? ¡El partido no ha hecho más que empezar! (ríe). Pero sí, sin dudarlo. Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le responderías? “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes cuál te va a tocar” (Forrest Gump). Cuando nos preguntamos por el sentido de la vida nos solemos poner muy serios. ¿La trascendencia está reñida con el humor, o también el humor es una manera de afrontar las grandes preguntas? ¡Corre Forrest!, ¡Corre!