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Rehabilitación de la Torre de la Iglesia (Salares)

Vista panorámica del municipio de Salares
Publicado: 22/07/2016: 9816

ACCIÓN DE GRACIAS

POR LA REHABILITACIÓN DE LA TORRE DE LA IGLESIA

(Salares, 22 julio 2016)

Lecturas: Jr 3,14-17; Sal: Jr 31,10-13; Jn 20,1.11-18.

1.- Restauración de la Torre alminar de la Iglesia

Celebramos hoy esta Eucaristía en agradecimiento y alabanza a Dios por la restauración de la Torre alminar de la Iglesia de Salares, de estilo mudéjar, que data del siglo XIII y fue declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional en el año 1979. El arte mudéjar se desarrolló en los reinos cristianos de la península ibérica, incorporando elementos de estilo hispano-musulmán; lo realizaron gentes de religión musulmana y cultura árabe, que permanecían en los reinos cristianos tras la conquista de su territorio.

Agradecemos al Excmo. Ayuntamiento de Salares y a la Junta de Andalucía la colaboración con el Obispado de Málaga, para la realización de esta obra.

La almenara, término procedente del árabe (al-minar), significa «faro». Era frecuente la construcción de torres en los minaretes, para vigilar y también para orientar a los viajeros. Una torre almenara es una torre vigía.

Siguiendo este símil podríamos decir que la comunidad cristiana de Salares tiene la misión de ser “faro”, vigía, anunciadora de la Luz de Cristo, como dice el mismo Jesús: «Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte (…). Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,14.16).

La restauración de la Torre nos anima a asumir esta hermosa tarea en nuestra sociedad, que vive un tanto apartada de Dios. Los padres debéis enseñar a vuestros hijos el camino de la verdadera felicidad, que es Cristo: «el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6). No seáis como los guardianes ciegos o los vigías perezosos (cf. Is 56,10).

La Torre podría ser también el alminar o minarete, que designa las torres de las mezquitas musulmanas, donde el almuecín invita a la oración. Pero aplicado a la religión cristiana, queridos salareños, la Iglesia os invita a dar gloria al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (cf. Rm 15,6). Este templo es un lugar de oración, de alabanza a Dios, de petición de perdón por nuestros pecados.

2.- Invitación a volver a Dios

El profeta Jeremías invitaba a su pueblo a volver al Dios verdadero: «Volved, hijos apóstatas –oráculo del Señor–, que yo soy vuestro dueño» (Jr 3,14).

Para que sigamos al verdadero Dios, él mismo nos concede pastores buenos, que llevan a la grey por caminos correctos y la conducen a pastos verdes: «Os daré pastores, según mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia» (Jr 3,15).

Con esta guía el pueblo puede orientar su corazón a Dios y abandonar los falsos ídolos, sin dejarse guiar por su corazón perverso y obstinado (cf. Jr 3,17).

Se nos invita hoy para que busquemos al Dios verdadero y abandonemos los falsos ídolos. Nuestra sociedad nos presenta muchos “diosecillos”, que no satisfacen nuestro deseo de eternidad, ni de verdadera felicidad; porque el ser humano ha sido creado a imagen de Dios (cf. Gn 1,26-27) y tiene sed de eternidad. La vida temporal no es el final de la vida del hombre.

3.- Encuentro de la Magdalena con el Señor resucitado

En el evangelio de hoy vemos a María Magdalena, llena de amor por Jesús, a quien ella había visto crucificar; al tercer día fue al sepulcro al amanecer y vio la losa quitada del sepulcro (cf. Jn 20,1).

María Magdalena, cuando vio a Jesús ante el sepulcro vacío, pensó al principio que era el hortelano (cf. Jn 20,15); pero cuando Jesús la llamó por su nombre, lo reconoció. Se intercambiaron sus nombres; Él le dijo “María”; y ella respondió “Rabboni”, como ella lo llamaba (cf. Jn 20,16). Se trata de una relación de verdadero y respetuoso amor entre ambos. María había sido transformada y salvada por el Maestro; su vida había cambiado radicalmente; había encontrado sentido a su vida.

También a nosotros nos ama el Señor y pronuncia nuestro nombre, para que re-vivamos. Nuestra respuesta a su llamada debe ser de correspondencia amorosa. Él nos llama por nuestro nombre, para que le sigamos y seamos sus discípulos.

Este tipo de encuentro personal podemos ampliarlo a nuestro entorno: la familia, los amigos, el trabajo, las relaciones sociales. Hay una gran diferencia entre pronunciar con amor y cariño el nombre de la persona que amamos (esposos, padres, hijos, amigos) y pronunciarlo con acritud e intención de regañar o reprobar. ¡Cuidemos la manera cariñosa de llamar a la otra persona que amamos!

4.- María Magdalena anuncia a los apóstoles la resurrección del Señor

María Magdalena fue la primera en ver al Resucitado. Ha sido una mujer la primera en dar la noticia de la Resurrección de Señor; ella fue quien anunció a los apóstoles este hecho, que fundamenta nuestra fe cristiana. También fue una mujer la Madre del Señor: la mujer más hermosa de la historia, la más adornada de virtudes y llena de gracia (cf. Lc 1,28). La misión de la mujer en la Iglesia es muy importante; esto desmiente el ataque que hacen algunos a la Iglesia, tachándola de “misógina”.

Jesús encomendó a la Magdalena la misión del apostolado: «Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro» (Jn 20,17). María Magdalena fue y anunció a los discípulos que había visto al Señor y le había hecho este encargo (cf. Jn 20,18).

Podemos imaginar que Jesús en persona sale a nuestro encuentro y nos llama por nuestro nombre, para enviarnos a una misión. ¡Queridos salareños, el Señor os envía hoy a predicar el Evangelio! ¡Sed faros de luz, que propaguen la Luz de Cristo!

Desde Salares pueden salir cristianos hacia lugares del mundo entero, para anunciar la buena nueva del amor de Dios y la resurrección del Señor. También puede ser la comunidad cristiana de Salares un faro en esta zona de la Axarquía, que alumbre con la Luz de Cristo.

Pidamos a la Virgen María, a Santa Ana su madre y titular de esta parroquia, y a santa María Magdalena en su fiesta, su intercesión para ser verdaderos testigos de la fe. Amén.

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