NoticiaReligiosos Ronda llora al salesiano muerto en ataque yihadista Antonio César Fernández (izda.) junto al también salesiano Manuel Lozano, durante sus años en Ronda Publicado: 18/02/2019: 18448 El misionero salesiano Antonio César Fernández, de 72 años, fue abatido a tiros el pasado viernes 15 de febrero, en un ataque yihadista entre Togo y Burkina Faso en el que murieron otras cuatro personas. Uno de sus destinos fue Ronda, con cuyos vecinos compartió la vida desde septiembre de 1977 a agosto de 1982 Ronda fue su último destino en España. Después se trasladó durante un año a Francia, para mejorar su nivel de francés y marchar a la misión en Lomé, capital de Togo. Antonio César llegó a Ronda y comenzó su labor como profesor de Religión en el Colegio de La Inmaculada y responsable del Centro Juvenil en el Centro Obrero Católico. Fue allí donde conoció a Nazario Guerrero, Salesiano Cooperador que entonces era uno de los jóvenes que se encontraron con el Señor gracias al testimonio del misionero. «Transformó la actividad juvenil, gestionando el Centro como lugar de encuentro de los jóvenes rondeños, y organizándolo por grupos de actividades: música, cine-fórum, fotografía, espeleología, teatro… Así promovió un concepto nuevo en la ciudad, un proceso catecumenal progresivo que comenzó en aquellas primeras Eucaristías compartidas en la guardería de Sor Pilar (Hija de la Caridad)», recuerda Nazario, y es que «su afán era que los jóvenes nos sintiésemos comunidad». «Con él, comenzamos a organizar convivencias, uniéndonos a jóvenes de toda Andalucía. También con Brotes de Olivo, con la Diócesis, Encuentros Juveniles de Pascua en Antequera, Tebaida, casa Rúa… fueron momentos fuertes de espiritualidad para muchos jóvenes rondeños, en los que primaba el silencio, el desierto, la oración y la comunicación fraterna», explica Nazario. «Sentimos mucho cuando se marchó a Francia para estudiar francés, pues le habían aceptado su propuesta de ser misionero en Togo (de habla francófona) para ser parte del “Proyecto África”, iniciado por D. Egidio Viganó, entonces Rector Mayor de los Salesianos» añade. Pero Antonio César no se marchó para siempre, sino que «todos los años volvía en sus visitas familiares a Ronda para celebrar la Eucaristía en las Clarisas, donde fue capellán, y pasar un rato con sus amigos: aquellos jóvenes del Centro Obrero», recuerda Nazario. Tenía previsto regresar el próximos mes de marzo, para iniciar con los Salesianos Cooperadores un proyecto de cooperativa para las mujeres de la misión en colaboración con Cooperación Internacional, Comercio justo y Cáritas Diocesana. «César fue un gran Salesiano, su humildad, su intensidad pastoral, su espiritualidad y trabajo por los más pobres, nos sirven de ejemplo a todos. Nos enseñó a rezar, a pensar en libertad, a querernos como hermanos y a tener una especial predilección por los jóvenes más pobres. Como dicen ya en Burkina Faso: “ha muerto un Santo, san César”», concluye Nazario con devoción.