La paz comienza en el corazón del hombre (Manos Unidas)
Manos Unidas lleva ya más de cuarenta años trabajando por la justicia. Su estilo peculiar consiste en que implica en este denodado esfuerzo a todas las personas que lo deseen; y en que lo hace a través de pequeñas acciones al alcance de todos, que luego crecen con la fuerza de las semillas del Reino. A los pueblos empobrecidos los alienta a ser los protagonistas de su propio desarrollo, mediante una reflexión sobre su situación concreta y a través de soluciones que ellos mismos descubren y tienen que realizar. Y a los ciudadanos de los pueblos ricos, nos exige implicarnos en este apasionante trabajo.
Parte importante de esta implicación consiste en proporcionar una información rigurosa sobre la situación de pobreza y las causas de la misma, sobre las condiciones de vida de quienes solicitan ayuda y sobre los proyectos a desarrollar. Al mismo tiempo, a través de materiales bien preparados, emprende campañas de mentalización en colegios, en grupos parroquiales y en todos los ambientes en los que estén dispuestos a recibirlos. Y finalmente, nos piden alguna aportación económica para realizar soluciones parciales que están a nuestro alcance.
Con este sistema de trabajo, han contribuido a que el tema de la pobreza en el mundo sea más conocido, a que se descubran y valoren las causas de estas situaciones y a que miles y miles de personas se impliquen bien como voluntarios, como socios, como donantes o como protagonistas directos en dar pasos en la buena dirección. Son pasos modestos, pero que resultan muy eficaces a la larga.
Este año su campaña ha tenido el acierto de centrar la atención en un tema que nos afecta y nos preocupa a todos: la paz. Y si nos tiene sobre ascuas la paz es porque la violencia ha crecido. Hoy se habla de la violencia en los colegios, en los hogares, en las grandes ciudades y en las relaciones internacionales. Aunque apenas se hable de otras guerras que de la de Afganistán, sabemos que otras muchas siguen activas, como la de los Grandes Lagos. Y vemos que el terrorismo ha aumentado en cantidad y en crueldad. Esto indica que algo grave está sucediendo entre nosotros, pues la violencia no es algo deseable ni beneficia a nadie. El Concilio nos dijo que no habrá paz verdadera si falta la justicia, y Juan Pablo II nos acaba de recordar, en su mensaje del día 1 de Enero, que la paz se puede conseguir si se prescinde de la solidaridad, de la misericordia y del perdón.
En esta línea, la campaña de Manos Unidas lleva este año como lema “Sí a la paz, no a la violencia”. Se propone tres objetivos muy concretos: en primer lugar, tomar conciencia de que la paz empieza en el corazón del hombre y en la eliminación de las estructuras injustas. En segundo lugar, convencernos de que la paz no se puede construir con las armas y con nuevas guerras. Y en tercer lugar, fomentar una cultura en que la competitividad, el enfrentamiento y el conflicto den paso al diálogo, a la cooperación y a los pactos, como medios para resolver los problemas.
Todo ello, sin renunciar a esos miles de gestos solidarios mediante los cuales se consigue ayudar a que grupos activos de los pueblos empobrecidos logren crear fuentes de riqueza y de conciencia solidaria. Para ello, Manos Unidas pide nuestra aportación. Unos pueden ofrecer su tiempo y su contribución a fomentar procesos educativos. Es el caso de los profesores, de los catequistas y de los padres de familia. Otros pueden dar algún dinero, mediante la colecta que se realizará en todas las parroquias, con donativos extraordinarios o haciéndose socios. Y algunos, organizando cenas de hambre y otras formas de solicitar ayuda que no estén en contradicción con el espíritu evangélico.
Finalmente, Manos Unidas sabe y nos recuerda que la fe mueve montañas y que el Espíritu de Jesucristo fomenta la generosidad y la creatividad entre los suyos. Por eso, cuenta con nuestra oración como apoyo de particular relevancia, aunque no siempre resulte el más visible.
+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga