DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Buscad las cosas de arriba (Pascua)

Publicado: 04/04/1999: 788

Pastoral de Mons.Dorado
Domingo de Resurrección

En la madrugada de hoy, domingo, ha resonado por toda la tierra el anuncio central de nuestra fe: Jesús ha resucitado; el Crucificado está vivo y es el Señor. La comunidad cristiana, reunida en torno al cirio pascual, ha entonado cantos de gloria y de alabanza a Dios por esta alegre noticia, que es el centro de la fe que confesamos. Para los cristianos, la resurrección de Jesucristo no es una forma de hablar, sino el acontecimiento real  del que nace el hombre nuevo que somos.

El mismo que por su muerte nos liberó del pecado, por su resurrección nos abre la entrada a la vida nueva. Ahora somos hijos en el Hijo y participamos de la naturaleza divina, como el sarmiento participa de la vid. El amor de Dios empieza a inundar el corazón del creyente y su luz ilumina nuestros ojos por la fe. Por el Espíritu Santo, que se nos da en el bautismo, participamos de Dios y vivimos en comunión con El.

Además, la resurrección de Cristo es fuente y garantía  de nuestra futura resurrección, pues "del mismo modo que en Adán mueren todos, dice san Pablo, así también todos revivirán en Cristo" (1Co, 15,22). Como dice el Prefacio II de Pascua, "por El, los hijos de la luz amanecen a la vida eterna (...) porque en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado todos".

Son algunas de las afirmaciones centrales de nuestra fe que debemos meditar detenidamente en este tiempo de Pascua. El Evangelio es el anuncio gozoso del amor de Dios al hombre, y la cumbre de su amor se pone de manifiesto al descubrir que se ha hecho humano en Jesús de Nazaret para hacernos partícipes de su divina naturaleza: para divinizarnos a nosotros y destinarnos a vivir eternamente en su gloria.

Pero la fe en la resurrección no puede quedarse en una hermosa teoría. Tenemos que acercarnos a los sacramentos en los que actúa el Resucitado, para alimentar esa vida divina que se nos dio en el bautismo y que se manifiesta en las obras de amor fraterno y en nuestro trabajo por la paz y la justicia. Como decía San Pablo a los primeros cristianos, "si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra" (Col 3,1-2). El cristiano se tiene que revestir poco a poco de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, de tolerancia, de comprensión y sobre todo, "de amor, que es el vínculo de la perfección" (cf Col 3, 12-14).

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

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