Publicado: 00/10/1994: 2244

Nota del Obispo de Málaga           

Un grupo no muy numeroso de personas, "La Plataforma del 0,7", está consiguiendo sensibilizar a la opinión pública española. Mediante gestos sencillos y simbólicos, tratan de llamar la atención sobre un drama humano tremendo. De llamar la atención y de aunar las voluntades. Porque detrás de las tiendas de campaña colocadas en el centro de nuestras ciudades, detrás de un muro simbólico y detrás de la huelga de hambre está el drama terrible de la pobreza en los países del Tercer mundo. Como ha dicho el Papa Juan Pablo II, "una multitud ingente de hombres y mujeres, niños adultos y ancianos..., de personas humanas concretas e irrepetibles, (...) sufren el peso intolerable de la miseria". Y "ante estos dramas de total indigencia y necesidad, (...) es el mismo Jesús quien viene a interpelarnos" (SRS 13).

Hace ya 22 años, las Naciones Unidas aprobaron el acuerdo de que todos los países ricos aportaran el 0,7 por ciento del Producto Interior Bruto. Estudios rigurosos pensaban que esta aportación constituye una base firme para el desarrollo de los países pobres. Aunque pocas todavía, algunas naciones están aportando esta contribución. Pero España, que también aceptó el acuerdo, no ha llegado a contribuir ni siquiera con la mitad de esta cifra.

Ahora, "la Plataforma del 0,7" viene a recordarnos a todos que "hoy la pobreza no es un hecho inevitable (...). Por primera vez en la historia de la humanidad, disponemos de tecnología y de recursos suficientes para que nadie sea excluido de los medios de vida básicos (...). El problema en la actualidad no es de medios sino de objetivos: querer o no querer" (CE de PS, La Iglesia y los pobres, 45). Y este movimiento ciudadano nos recuerda lo que la misma Iglesia española acordó hace unos meses: que "las Iglesias particulares, parroquias e instituciones concienciarán a las comunidades cristianas y a la sociedad (...), para que los países ricos hagan lo posible por contribuir al desarrollo de los más pobres y alcancen la cuota del 0,7 del PIB, como aportación al desarrollo de los países más necesitados" (CEE, La caridad en la vida de la Iglesia, propuesta II, 4a).

Pienso que este gesto tiene fuerza profética para todos nosotros. Es una nueva llamada para que tomemos conciencia de la gravedad de la situación de miles y millones de hermanos y de hermanas; para que debatamos el tema con el compañero y con el vecino; para que insistamos al Gobierno a cumplir los acuerdos firmados; para que busquemos respuestas operativas.

Es necesario pedir el 0,7 del PIB. Pero la coherencia evangélica nos exige llegar más lejos. ¡Y quien sabe si estas acciones tan inquietantes como sencillas no serán el grano de mostaza que estábamos necesitando para ponernos manos a la obra!

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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