DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Mujeres ricas en humanidad

Publicado: 25/05/1997: 1515

Carta de Mons. Dorado Soto
Día Pro Orantibus

Existe, en la Iglesia, un grupo humano que apenas si es conocido. Son los religiosos y religiosas contemplativos. Quien no los haya tratado de cerca, puede que no los valore y piense que se trata de personas extrañas. Su estilo de vida resulta desconcertante para una cultura, como la nuestra, que ha hecho del pragmatismo y del placer su norma de vida suprema. Pero lejos de ser personas raras, suelen ser hombres y mujeres muy ricos en humanidad. En primer lugar, porque la vida de clausura requiere un gran equilibrio interior y antes de admitir a los candidatos se realiza una selección cuidadosa. Y además, porque el contacto asiduo con Dios hace a estas personas más humanas.

  En nuestra Diócesis de Málaga y Melilla no hay monasterios de varones, sólo existe la rama femenina. Son mujeres que suelen pasar casi desapercibidas, entregadas por entero a la contemplación de Dios, desde la humildad y el silencio. Apenas si advertimos su presencia en nuestro mundo. Pero, cuando examinamos su vida a la luz de la Pascua, su manera radical de vivir el Evangelio "de experiencia de 'muerte', nos dice el Papa, se convierte en sobreabundancia de vida, constituyéndose como anuncio gozoso y anticipación profética de la posibilidad, ofrecida a cada persona y a la humanidad entera, de vivir únicamente para Dios en Cristo Jesús (...). (Pues) acogida como don y elegida como libre respuesta de amor, la clausura es el lugar de comunión espiritual con Dios y con los hermanos y hermanas, donde la limitación del espacio y de las relaciones con el mundo exterior favorecen la interiorización de los valores evangélicos" (VC 59). Y siendo pobres, nos enriquecen a todos.

Ya es habitual decir, siguiendo a Santa Teresa del Niño Jesús, que las religiosas de clausura y la vida contemplativa en general constituyen el CORAZON DE LA IGLESIA. No sólo por el estilo apacible, sencillo y acogedor de estas personas, sino también porque de sus claustros nos llega esa sangre purificada que vivifica a nuestras comunidades: la oración de cada día, que es el alma de toda tarea pastoral; el recuerdo profético del más allá, que ilumina nuestra visión del hombre; y esos tesoros inagotables de humanidad, encarnados en personas reales, que terminan por ser un patrimonio de todos. Tal es el caso, por citar sólo un ejemplo muy actual, de Santa Teresa del Niño Jesús, cuyo primer centenario estamos celebrando. Como ha dicho el Papa Día Pro Orantibus. 

Juan Pablo II, "de Teresita se puede decir con convencimiento que el Espíritu de Dios permitió a su corazón revelar a los hombres de nuestro tiempo el misterio fundamental de la realidad del Evangelio: el hecho de haber recibido realmente un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba!, ¡Padre!".

El domingo, 25 de mayo, celebramos el Día pro orantibus. Es una jornada para orar por quienes diariamente oran por nosotros y para presentar al Pueblo de Dios la grandeza de este don, que enriquece a la Iglesia y a la humanidad entera.

           Quienes tengáis cerca un monasterio, haríais muy bien en compartir con estas hermanas la eucaristía o la oración de la tarde, para decirles, con vuestra presencia amiga, que valoramos su vida y agradecemos su entrega. Y si alguna joven siente que el Espíritu la está llamando por este camino, que le dé gracias y no tenga miedo. La nueva evangelización necesita un florecimiento de los claustros, para que sigamos profundizando en la experiencia cristiana de Dios, cuya necesidad sienten tan vivamente hoy nuestras comunidades.

Y pues son pobres por libre opción para entregarse por entero al servicio del Reino, no dejéis de socorrerlas generosa-mente con vuestra ayuda económica. Justo es que compartamos nues-tros bienes materiales con quienes nos enriquecen con su oración diaria y con su santidad de vida.     

+ Antonio Dorado,

Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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