DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Hay que reavivar la conciencia misionera

Publicado: 23/10/2005: 1087

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto con motivo del DOMUND

Cuando leemos esa especie de memorias de los primeros cristianos que son Los Hechos de los Apóstoles, nos damos cuenta de que la comunidad cristiana es misionera desde siempre. Llenos de alegría y gratitud por haber recibido la fe en Jesucristo y ver cómo el Señor había transformado su existencia, los primeros cristianos aprovechaban cualquier ocasión para dar a conocer a Jesucristo, porque la alegría y el amor aumentan al repartirse y, además, es imposible ocultar la luz de la fe sin que ésta se apague. Por eso, el impulso misionero de una comunidad y de una persona es la mejor expresión de la hondura de su fe. Conviene que lo tengamos muy en cuenta ante la celebración del DOMUND, la Jornada Misionera Mundial.

Esta celebración nos recuerda a toda una legión de hombres y de mujeres que, movidos por el amor a Dios y a los demás, lo han dejado todo para anunciar a otros que Dios los ama y que, mediante la fe en Jesucristo, podemos vencer el mal que hay en el corazón humano; podemos hacer que retrocedan la opresión y la injusticia; y podemos desactivar toda la fuerza negativa de la muerte. Porque sólo Él es la Vida que vence a la muerte; el Camino que nos lleva a lo mejor del hombre; el Pan que se comparte y sacia nuestro cuerpo y nuestro espíritu; y la Verdad que nos hace libres de lo que nos impide ser humanos y amar. Los misioneros han experimentado la verdad de estas afirmaciones evangélicas y dedican su vida a proclamarlas. Movidos por la fe, el amor y la esperanza, han encontrado un estilo de vida lleno de sentido. Seguramente por eso, su existencia y su trabajo impresionan tanto a quienes los visitan, los tratan y los escuchan. También, a muchas personas que no son creyentes. 
Hoy se nos brinda la ocasión de revisar la profundidad de nuestra fe, analizando el espíritu misionero que tenemos. Es conveniente preguntarnos si aprovechamos todas las oportunidades para hablar de Jesucristo a los miembros de la familia, a los amigos y a los compañeros de trabajo; si apoyamos a nuestros misioneros con la fuerza invisible de la oración; si aportamos recursos económicos para que los misioneros puedan realizar su labor; y si alentamos la vocación misionera entre los miembros de nuestra comunidad.

Finalmente, como estamos celebrando el Año de la Eucaristía, que se clausura el 29 de este mes, Juan Pablo II, poco antes de su muerte nos dejó su testamento misionero en el lema que preside esta jornada: “Misión, Pan partido para el mundo”. Porque millones de hermanos necesitan el pan de la fe en Jesucristo y el Pan de la Eucaristía; otros muchos, ricos en bienes materiales, necesitan el pan de la esperanza; y un tercio de la humanidad está reclamando el pan de la justicia, para poder comer cada día, tener una casa digna y disfrutar de un poco de agua.

Tiendo la mano también a quienes no os sentís católicos ni tal vez creyentes, pero admiráis la obra de promoción y liberación de los misioneros. De modo especial, os invito a cuantos celebráis la Eucaristía a ser muy generosos y a compartir el pan de la salvación y de la solidaridad, pues como dice Juan Pablo II, “la Eucaristía no sólo es expresión de la vida de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad” (MND 27),  “es Pan del cielo que, dando la vida eterna, abre el corazón de los hombres a una gran esperanza” (Mensaje, 2). Y esta  “Jornada Misionera Mundial constituye una oportuna circunstancia para tomar conciencia de la urgente necesidad de participar en la misión evangelizadora” (Mensaje, 4).


✝ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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