DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Una Luz nueva ilumina la mañana

Publicado: 25/02/2007: 1203

El domingo pasado os invitaba a comenzar la Cuaresma con gran ánimo, como un tiempo de gracia que nos ofrece el Señor para prepararnos a renovar las promesas bautismales y a celebrar la Pascua. Terminaba mi reflexión con este espléndido texto de San Buenaventura, que os sugiero releer de nuevo y meditar: “Si quieres saber cómo se realizan estas cosas, pregunta a la gracia, no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento; pregunta al gemido expresado en la oración, no al estudio y la lectura; pregunta al Espíritu, no al maestro; pregunta a Dios, no al  hombre; pregunta a la oscuridad, no a la claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia Dios con unción suavísima y ardentísimos afectos”.

Este hombre de Dios, un brillante profesor, que dedicó muchas horas de su vida al estudio de la Teología, sabía por propia experiencia que sólo el Espíritu nos lleva a la verdad más honda de Dios y del hombre cuando nos ponemos en actitud de oración. Por eso, te animo a que busques hoy un lugar tranquilo, hagas silencio en lo más hondo de ti y te pongas en la presencia de Dios. Puedes hacerlo en tu hogar, en el templo parroquial más cercano, en la orilla del mar o en soledad del campo. Lo importante es que, después de ponerte en la presencia de Dios, le ruegues que te ayude a buscar su rostro.

Compartiendo mi experiencia, te invito a empezar con un himno de la Liturgia y, con la ayuda del Salmo 65, dirigirte personalmente al Señor y profundizar en el sentido de esta fiesta cristiana, el domingo:

“Es domingo, una luz nueva resucita la mañana con su mirada inocente, llena de gozo y de gracia”. Y en medio de la soledad tranquila de esta hora, yo te alabo, Señor, porque me has dado la fe y me has escogido para vivir en medio de tu Pueblo, la Iglesia. Tú nos sacias de tus dones: tu Palabra sabrosa; el Pan de la Eucaristía, que nos alimenta y nos llena de vida; la cercanía de los hermanos que acuden al templo para celebrar la Santa Misa. Verdaderamente, Tú mereces un himno de alabanza.

“Es domingo, la alegría del mensaje de la Pascua es la noticia que llega siempre y que nunca se gasta”. Y en mi corazón brota una plegaria para cantar tu bondad, porque “Tú eres la esperanza de los confines de la tierra y de los mares remotos; Tú afianzas los montes con tu fuerza, repleto de poder”, y me das un motivo siempre nuevo para seguir viviendo: que has resucitado y caminas conmigo. A lo largo de esta jornada, tus hijos, extendidos por todos los rincones de la tierra, te diremos, al celebrar la Eucaristía, que anunciamos tu muerte, pero que también proclamamos tu resurrección, “la alegría del mensaje de la Pascua, la noticia siempre nueva” de que eres el Dios de la vida.

“Es domingo, un canto nuevo toda la tierra le canta al Padre, al Hijo, al Espíritu, único Dios que nos salva”. Y yo, tu hijo, me uno agradecido a ese canto de alabanza y te bendigo, porque Tú, no sólo “cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida”, sino que te haces presente en medio de nosotros y fortaleces nuestra fe y nuestro amor, para sepamos caminar como hijos tuyos durante la semana; para que seamos testigos de tu amor y de tu bondad en el hogar, en el trabajo, en el volante, en nuestro caminar por las calles. Para que, igual que “las colinas se adornan de alegría” gracias al sol y al agua, nuestras ciudades estén repletas de gestos de fraternidad, gracias al amor que brota de la Eucaristía.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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