DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Edificar una Comunidad orante

Publicado: 28/10/2007: 1624

Al comienzo de este curso pastoral, en el que deseamos “avivar la experiencia del encuentro con Cristo en la oración y la celebración de la fe, y potenciar la celebración litúrgica, especialmente de los sacramentos y otras celebraciones”, dije a los sacerdotes en fechas recientes, y deseo recordar hoy a los miembros del Pueblo de Dios, que disponemos de dos síntesis doctrinales básicas: la “segunda parte” del Catecismo de la Iglesia Católica, que se titula “La celebración del Misterio Cristiano”; y la “cuarta parte” del mismo, a mi juicio la mejor lograda, que trata sobre la “Oración cristiana”.

Iluminados por esta riqueza doctrinal, el pueblo de Dios en general, y concretamente la parroquia, se renueva y edifica “permaneciendo asiduos a la oración”. Es sabida la afirmación del libro de Los Hechos en que “Los Doce” están llamados a dedicarse, ante todo, a la oración y al ministerio de la Palabra. Hoy son los presbíteros, invitados a “estar con Cristo” y a “conocer su intimidad”, los que están urgidos de una manera particular a ser hombres de oración y a iniciar a la comunidad en la práctica de orar. Hay que hablar con Dios y escuchar a Dios. Escuchar para hablar; estar en comunión, para salir al encuentro.

Invito a los sacerdotes a descubrir su radicalidad constitutiva en el ministerio: estar con Jesús, para ir con Él y como Él, a los hombres. Escuchar para transmitir, celebrar para proclamar, es el dinamismo propio de una vida del presbítero. Dado que una dimensión básica de la Iglesia consiste en ser una comunidad orante, ha de hacer en todo momento memoria agradecida del designio de salvación del Padre, tal como se ha realizado en la historia y como se realiza hoy. Es una memoria que evangeliza al deseo y le permite entrar en la obediencia al Espíritu, quien nos precede siempre en la historia de los hombres.

San Pablo suele comenzar sus cartas haciendo memoria y dando gracias por lo que Dios realiza en su pueblo. Así renueva la esperanza de éste y la suya. Luego intercede para que los creyentes sigan progresando según el proyecto de Dios. El apóstol sabe que en la oración ejercita su ministerio, pues ella es la fuente de su hacer y de sus recomendaciones. En ella y por ella “asume su responsabilidad diaria: la preocupación de todas las Iglesias”

Esta misma perspectiva encontramos en los profetas del Antiguo Testamento. El tema bíblico del “vigilante”, tal como lo han desarrollado, recuerda que los presbíteros de hoy, como los profetas de ayer, han de subir al monte de la oración para escudriñar los caminos por los que el Señor llega de noche. En medio de las tinieblas y del pecado, han de anunciar la luz y la gracia, señalando así el camino de la esperanza, de la verdad y de la vida. A la luz de Dios y de su Palabra, han de manifestar la presencia de la Salvación, del Reino que se abre camino e ilumina las situaciones existenciales de los hombres.

Para que nuestras comunidades puedan y sepan afrontar los retos actuales, han de permanecer vitalmente unidas a Jesucristo como los sarmientos están unidos a la vid, y esto sólo se consigue a través de una vida sacramental profunda. Pues como dice el Concilio, en la celebración de los sacramentos se hace presente Jesucristo para el hombre de hoy, y, por ellos, se nos comunica la caridad, que es el alma de todo apostolado.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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