DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

La Pascua, el sí de Dios a Jesucristo y al hombre

Publicado: 18/02/2007: 1096

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto Comienzo de la Cuaresma
 

El próximo miércoles, con el rito de la imposición de la ceniza, comenzamos la Cuaresma. Es un período de tiempo en el que los católicos nos preparamos para celebrar la Pascua del Señor, la resurrección de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente. Entre otros aspectos, insistimos en la conveniencia de intensificar los espacios de oración, la vivencia del amor fraterno y los ejercicios que ayudan a dominar nuestra voluntad para ser más libres. La Iglesia sintetiza estos objetivos en tres palabras: oración, limosna y ayuno.

Este año deseo invitar a todos a intensificar la fe en la resurrección de Jesucristo y a descubrir que es el fundamento de nuestra vida sacramental y de nuestra esperanza. Los expertos dicen que la resurrección es el sí de Dios a las pretensiones, a la vida y las palabras de Jesús de Nazaret. Sus contemporáneos lo condenaron: unos, por blasfemo; otros, porque soliviantaba al Pueblo; y la mayoría del pueblo, porque no respondía a sus expectativas de un Mesías político que resolviera los problemas de manera milagrosa. Hasta los discípulos que le habían acompañado de cerca y habían visto sus milagros le abandonaron. Pero Jesús se mantuvo fiel a la voluntad del Padre, y por eso afirmamos que la resurrección es el sí de Dios a cuanto Él fue, hizo y dijo.

  Precisamente porque ha resucitado y está vivo, creemos que nos hace partícipes de la vida de Dios mediante el sacramento el bautismo, que nos alimenta en la eucaristía y que nos perdona los pecados en la penitencia. Aunque sólo lo veamos con “los ojos de la fe”, sabemos que está en medio de nosotros cuando nos reunimos en su nombre, que nos habla a través de las Escrituras y que camina siempre a nuestro lado. Porque la ascensión no significa que se haya marchado más lejos, sino que ha salido del tiempo y ahora está de otra manera con nosotros.

Como podéis comprobar en la primera carta de Pablo a los cristianos de Corinto, esta es la fe que anunciaban los Apóstoles, “que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día según las Escrituras” (15, 3-4). También es la verdad central que sustenta y vivifica nuestra fe. Por eso insisto en que profundicéis en esta certeza que nos transforma interiormente y nos salva.

Os sugiero que, durante los cuarenta días que preceden a la Pascua y nos invitan a prepararnos, busquéis tiempo para leer y meditar lo que enseña el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la resurrección de Jesucristo: qué significa, que importancia tiene para nuestra vida de fe y cómo se tiene que encarnar esta certeza en nuestra vida. Sólo así renovaremos con alegría y responsabilidad nuestras promesas bautismales la noche de Pascua

Por otra parte, aunque es muy importante conocer y tratar de entender las verdades de la fe con la inteligencia, como insiste sin cesar Benedicto XVI, a la hora de llevar esta fe a la vida, hay que escuchar a San Buenaventura, un gran sabio y un hombre de Dios, que dice: “Si quieres saber cómo se realizan estas cosas, pregunta a la gracia, no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento; pregunta al gemido expresado en la oración, no al estudio y la lectura; pregunta al Espíritu, no al maestro; pregunta a Dios, no al  hombre; pregunta a la oscuridad, no a la claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia Dios con unción suavísima y ardentísimos afectos”.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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