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Hna. Felisa, congregación de la Presentación: «Agradezco a Dios la oportunidad que he tenido de amar a mucha gente»

Publicado: 10/12/2013: 8393

«Me siento como una pequeña esponja en el mar del infinito amor de Dios. si alguien me aprieta y me estruja, de mi interior sólo debería salir lo que me empapa: su bondad, amor, alegría, perdón...», afirma Felisa Vélez Melero, que cumple 50 años de vida religiosa en la congregación de la Presentación de la Virgen María. La hermana Felisa Vélez Melero nació en Alfacar (Granada) hace 71 años. Hace unas semanas celebró sus bodas de oro de su primera profesión como religiosa de la Presentación.

Un día que resume con la palabra gracias: «Hay una palabra que repetiré mientras tenga razón y vida: Gracias, Señor por Ti, por María, por mi familia, por la Iglesia, por mi Congregación, por las muchas amistades que he encontrado, los muchos alumnos con los que me he relacionado, por las familias que he tratado, por tantas personas que me han ayudado en estos 50 años de vida religiosa y el resto de mis años. Gracias por las oportunidades que he tenido de amar a mucha gente a través de mi trabajo y mi vida y las que me sigues dando...».

Toda una vida dedicada a la educación y a la enseñanza, más de 45 años en lo que para ella es mucho más que una profesión, es una misión, «la más hermosa porque se trata de formar personas, de ayudarlas a conocer y amar a Dios y a María». Estudió Química, cuando era raro que las mujeres estudiaran y mucho menos una carrera de ciencias, y ha impartido múltiples asignaturas de Física, Química, Conocimiento del Medio, Ciencias Naturales, Religión..., desde Primaria hasta la Universidad y afirma que «nunca me he cansado, siempre he llegado a clase con ilusión renovada». Al final de su vida laboral, llega a la conclusión de que «lo importante es que quieras a los alumnos y ellos lo perciban. Recuerdo con cariño que una alumna le decía a su madre: Felisa quiere a todos los niños, a los buenos y a los malos».

Sor Felisa es la mujer de la eterna sonrisa, así lo aseguran quienes trabajan con ella, una mujer que sabe sacar bueno de todo lo que ocurre en su vida, pues ve el Amor de Dios en todo y en todos: «para mí, lo positivo y lo negativo, son destellos de su inmenso amor que me llevan a desear demostrar, a través de mis acciones, ese amor que he recibido de Él. Me siento como una pequeña esponja en el mar de su infinito amor: rodeada de su amor por todas partes... y, si alguien me aprieta, me estruja y siento el dolor, de mi interior sólo debería salir lo que “me empapa”: su bondad, su amor, su alegría, su perdón y misericordia... Temo que esto es un anhelo constante pero que, sólo con la ayuda de Dios, se puede alcanzar».

Felisa proviene de una familia sencilla, su padre trabajaba en el campo. Ella y sus tres hermanos recibieron de su abuela materna y su madre un in- menso amor a la Virgen, gran piedad y grandes valores cristianos y humanos. Su padre le ofreció «una honradez admirable, espíritu de trabajo y austeridad, sinceridad y nobleza que llamaban la atención de quien le conocía». Y todos esos valores pusieron las bases de su vocación religiosa.

Desde los 10 años pensaba que eso de ser monja debía ser una cosa buena, pero estaba convencida de que para conocer más al Señor tenía que estudiar más y, como sus padres no podían pagarle mejores estudios, le pedía a la Virgen que le diera la posibilidad de estudiar para «ser más buena, porque así podría conocer mejor la religión y las cosas de Dios. Y la Virgen me concedió este favor: me dieron una beca y pude ir a estudiar al colegio de las religiosas. Viéndolas vivir a ellas comprendí que allí había un camino para conocer mejor a Jesús, ¡eso era lo que yo quería! Y mis padres me apoyaron porque querían que yo fuese feliz y fiel a la llamada de Dios. Le doy gracias a Dios de que nunca haya querido dar marcha atrás en mi vocación, porque he sentido la misericordia de Dios en todos los momentos de mi vida».

Desde joven quiso ser misionera, sin embargo los destinos que le en- comendaron desde la congregación siempre eran dentro de España, pero esto no fue un problema para Felisa, quien asegura que «desde el lugar que siempre me ha tocado vivir he tenido la oportunidad de orar y vivir por la humanidad entera, a la vez que puedo ir haciendo lo que pueda para servir a los demás, como decía nuestro fundador, llevar la Salvación de Jesucristo a todas las clases sociales».

La comunidad de religiosas de la Presentación de Málaga, los alumnos y profesores del colegio, el grupo de formación de adultos que dirige en Málaga y cuantas personas han trabajado con Felisa desde que llegó a Málaga en 2002, han disfrutado con la celebración de estas bodas de oro, cuyo acto central fue una Eucaristía, en el colegio, presidida por el sacerdote Gabriel Leal. Para María Victoria Marín, seglar de la Presentación encargada de organizar el homenaje, la vida de Felisa es «un buen ejemplo de la fidelidad que Dios nos tiene y de la humilde respuesta de una hija a su creador durante 50 años que no ha sido otra que decir: "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad"»

Autor: Encarni LLamas @enllamasfortes

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