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Pentecostés, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar (Catedral-Málaga)

Publicado: 31/05/2020: 8738

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga en la Solemnidad de Pentecostés, en la Catedral de Málaga, el 31 de mayo de 2020.

PENTECOSTÉS

DÍA DE LA ACCIÓN CATÓLICA

Y DEL APOSTOLADO SEGLAR ASOCIADO

(Catedral-Málaga, 31 mayo 2020)

 

Lecturas: Hch 2, 1-11; Sal 103, 1.24.29-31.34; 1 Co 12, 3b-7.12-13; Jn 20, 19-23.

 

1.- Aún resuenan en nuestros corazones las imágenes, las palabras, los discursos, los cantos, las celebraciones litúrgicas, los momentos de encuentro personal del Congreso Nacional de laicos, Pueblo de Dios en salida, celebrado el pasado mes de febrero en Madrid. El Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, en la fiesta de Pentecostés, se sitúa en continuidad con este Congreso, en el que el Señor nos llamó a vivir un renovado Pentecostés.

El Congreso fue una hermosa experiencia eclesial fecunda, un encuentro de comunión, un momento de discernimiento, una actitud de escucha y de diálogo, que nos animó a seguir dando testimonio de nuestra fe en esta sociedad, en la que nos ha tocado vivir.

Como en un nuevo Pentecostés sopló el viento del Espíritu (cf. Hch 2,2), que llena los corazones de los fieles; apareció el fuego del Espíritu, como llamaradas (cf. Hch 2,3) que enardecen los ánimos. La acción del Espíritu lleva a la comunión, a hablar el mismo lenguaje, a entenderse en armonía y paz (cf. Hch 2,6) los que son diversos, porque todos somos diversos.

 

2.- San Pablo nos recuerda que «todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu» (1 Co 12,13).

La celebración de hoy nos anima a re-descubrir la vocación bautismal de todo cristiano, que recibe los dones de Dios para el bien común de la Iglesia. Hay diversidad de carismas, de ministerios, de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos (cf. 1 Co 12,4-6). «A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común» (1 Co 12,7).

Nadie puede hacer dejación de su misión bautismal. Como nos recuerda el papa Francisco: “En virtud del bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28, 19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador (…). La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados” (Evangelii gaudium, 120).

 

3.- Para vivir un renovado Pentecostés deseamos retomar el Congrego Nacional de Laicos, en cuyo proceso seguimos inmersos. Es necesario identificar ahora cuatro itinerarios para recorrerlos en el futuro con firmeza y alegría: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública. Invitamos a todos los fieles, de modo especial a quienes pertenecen a asociaciones laicales, movimientos, Acción Católica General, cofradías y hermandades, a tomar en serio este camino de comunión eclesial y de testimonio.

Hablar de “camino de comunión eclesial” significa vivir la “sinodalidad”, es decir, caminar juntos. Un renovado Pentecostés se hará realidad si vivimos con este estilo eclesial. Como recuerda el Papa: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Francisco, Discurso en la conmemoración del 50 aniversario de la Institución del Sínodo de Obispos. Vaticano, 17.10.2015). La sinodalidad es dimensión constitutiva de la Iglesia; una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha, dialoga y camina.

En mi carta pastoral “Remando juntos” (2017) os invitaba cordialmente a vivir una pastoral de conjunto, para afrontar los retos de la nueva evangelización.

Como recuerdan los Obispos de la Comisión para los Laicos, familia y vida en su Mensaje de este año para esta celebración: “Es fundamental que vivamos la comunión, que todos nos sintamos llamados a la corresponsabilidad, a la misión compartida. En esta tarea ardua de fortalecimiento de la dimensión comunitaria de nuestra fe juega un papel fundamental, en el futuro, la Acción Católica, que debemos seguir impulsando y revitalizando con mayor ardor apostólico”.

 

4.- Para llevar adelante esta hermosa misión, es necesario dejarse guiar por el Espíritu Santo, como nos recuerda san Pablo: «El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1 Co 12,11).

Todo debe ser impregnado de la acción del Espíritu y por la presencia de la Santa Trinidad. Tanto en la dimensión personal como comunitaria hemos de contemplar la acción de Dios en la historia; hemos de hacer discernimiento sobre cómo realizar la misión que el Señor nos encomienda hoy; hemos de ofrecer la luz de la fe, del amor y de la esperanza cristiana para transformar el mundo en que vivimos.

Somos enviados por Jesucristo, quien dijo a sus discípulos: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21).

Queridos fieles, no son tiempos fáciles para los cristianos; y seguramente nunca han sido fáciles, ni siquiera en las épocas llamadas de cristiandad. Vivimos un cambio de época, como ha dicho el papa Francisco (cf. Evangelii gaudium, 52), que trae nuevos retos y cambios culturales profundos; y por eso necesitamos un renovado Pentecostés.

 

5.- La misión del cristiano es siempre la misma: acoger el evangelio, hacerlo vida propia, anunciarlo, iluminar el mundo con la Luz de Cristo, transformar las estructuras sociales, económicas y políticas según la ley de Dios, luchar por la dignidad de todo ser humano en cualquiera de sus etapas evolutivas.

¡Queridos fieles laicos, a toda esta hermosa misión estáis llamados! ¡Adelante! Asumid cada cual la tarea que le corresponda y poned toda vuestra vida al servicio de esta noble causa (cf. Ibid., 273).

Tengamos presente los momentos difíciles que estamos viviendo por causa de la pandemia y la crisis económica que se cierne sobre todo el mundo. Pero confiemos en el Señor resucitado, que ha vencido el dolor y la muerte, y ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20).

Que la Virgen María interceda por todos nosotros para hacer realidad, en la Iglesia y en la sociedad, un renovado Pentecostés. Amén.

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