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Padrenuestro XVII (Amén Segunda Parte)

Publicado: 15/06/2016: 14947

Desde el "Amén" final ascendimos, en la reflexión anterior, hasta el "Padre nuestro". Por eso, si tras decir Padre, añado nuestro, se me puebla la frente con los rostros de mis hermanos los hombres, y se los presento al Padre diciendo:

Padre, te presento los rostros de mis hermanos enfermos, ayúdales a ellos y a quienes los cuidan. Y los rostros de los que viven en soledad, confórtalos. Y los de los niños, sonríeles. Y los de los adolescentes y jóvenes que con tanta paciencia hay que acompañar y educar, ilumínales. Y los de los esposos, que no olviden que su vocación es reflejar la comunidad de amor que eres tú. Y los rostros de los padres que luchan por sus hijos, fortalécelos. Y los rostros de las mujeres siempre dispuestas a ayudar, protégelas. Y los rostros de las personas mayores, acompáñalas. Y los rostros de los trabajadores y de los que no tienen trabajo, fortalécelos. Y los de los emigrantes, ampáralos. Y los de los jóvenes rotos por la droga, y los de las personas que viven en la calle, que cada uno descubra su camino y encuentren en nosotros acogida y ayuda. Padre, te presento los rostros de todos los olvidados de este mundo en el que impera la ley del más fuerte, que sepan que tú no los olvidas. Y los rostros de las pequeñas comunidades que se reúnen para orar, ayudarse y crecer en la fe, dales tu luz y perseverancia.

Padre, mira el rostro de mis hermanos diáconos, sacerdotes y obispos, los cercanos y los que trabajan en las misiones, los que recuerdo y los que no conozco, ayuda nuestra fe, alegría y caridad pastoral.
Padre, te presento el rostro de nuestra Madre la Iglesia, que sus hijos no lo desfiguren.

Padre, hay tantos rostros en el corazón de un cristiano y de un sacerdote. Te presento el rostro de la persona que más lo necesite, tú sabes lo que le conviene, Padre nuestro que estás en el cielo.
Por eso, yo te alabo y canto: Santificado sea tu nombre. Que todos te conozcan, Padre. Que te amen y alaben, porque Tú nos amas y nos has dado a Jesús, tu Hijo, para que extendamos el Reino de la Verdad, la Justicia y la Paz. Venga a nosotros tu Reino

Por esto, Padre, te suplico que no nos falte la fortaleza, para que vivamos en la Verdad tan traicionada, en la Justicia tan necesaria, en la Paz que brota de la justicia y el amor; Padre, que vivamos en la alegría que acrecienta la hermandad, y así haremos tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Padre, Tú sabes que somos tus hijos, por lo que en nombre de todos, te digo: danos hoy el pan de cada día. Que jamás olvidemos que el pan, fruto de la creación y del trabajo, es de todos: de los del Sur y de los de Norte. Que luchemos para que a nadie le falte el pan, tan necesario para seguir viviendo. Y que tampoco falte el pan de tu palabra y de la eucaristía, el cuerpo de tu Hijo hecho pan. Y el pan de tu perdón, Padre, perdónanos, para que nosotros sepamos perdonar. Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Perdónanos porque la tentación es dura y el odio muy grave. Y líbranos de la maldad y del pecado. Líbranos del cansancio de los buenos y del escándalo. Líbranos de la tibieza y la dureza de corazón. Líbranos del Maligno que quiere apartarnos de la fe en tu Hijo. El Hijo que nos has enviado por medio de María, nuestra madre, para que podamos vencer la tentación, perdonar a los que nos ofenden y trabajar por el pan que es fruto de la tierra y del cielo.

Y así, Padre, cumpliremos tu voluntad, construiremos tu reino, y santificaremos tu nombre, que es Padre, Abba, Padre nuestro que estás en el cielo. Amén.

Diócesis Málaga

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