NoticiaMisiones “Yo me pregunto por qué estoy aquí y ellos sufriendo allí” Comunidad Mies en Ecuador. Conchi López, entre ellos Publicado: 22/04/2016: 14137 Un terremoto de 7,8 grados asoló Ecuador el pasado sábado 16 de abril. La ciudad costera de Manta fue una de las más afectadas. En ella hay una comunidad de Misioneros de la Esperanza (Mies). La malagueña Conchi López es miembro de Mies, consagrada que ha vivido cinco años en Ecuador y acaba de regresar a Málaga hace poco más de un mes. La noticia del terremoto fue para ella un golpe muy duro, sobre todo por la muerte de uno de los jóvenes de la parroquia, Patricio, mientras intentaba salvar la vida a otros jóvenes. Los Misioneros del Esperanza están presentes en Ecuador desde hace varias décadas. Concretamente, se encuentran en Manta, una ciudad de la costa, que pertenece a la provincia de Manabí. Trabajan en unión a los padres jesuitas, organizando la pastoral de la capilla de Santa Marianita. «Nos encargamos de la catequesis, la liturgia… todo lo que conlleva una parroquia. Como asociación Mies, también hemos puesto en marcha un proyecto social y trabajamos con los niños y los jóvenes del barrio. Santa Marianita se encuentra en un lugar muy deprimido de la ciudad. Con el proyecto ayudamos a los niños en las tareas escolares, trabajamos los valores y les proporcionamos una comida al día, pues muchos de ellos (no todos, gracias a Dios), no saben si, al llegar a casa, tendrán algo que comer». Manta es una ciudad costera y se parece mucho a Málaga, cuenta Conchi, «es una ciudad preciosa, pequeña, con mar y montaña. Los malagueños nos sentimos allí como en casa (se ríe). En los años que yo he estado, he coincidido con otro malagueño, Manolo Ríos, quien ha vivido más de 18 años en tierras ecuatorianas y regresó a Málaga hace año y medio». Ya existe una comunidad Mies en esta ciudad de Ecuador y se está creando otra. La responsable de Mies en Ecuador, María Guadamud, está en comunicación continua con el responsable de Mies de Málaga, José María Galacho, a quien mantiene informado de la evolución de la ciudad tras el terremoto. Dos días después contaba que «las calles se están partiendo cada vez más. Los temblores son más seguidos y, a veces con bastante intensidad. Están intentando arreglar la luz, pero los motores explotaron. Pero Dios es misericordioso y contamos con la ayuda de muchos hermanos nuestros, que están viniendo desde diversos lugares para traernos alimentos y ropa. Estamos visitando a las familias más pobres y a los niños que se han quedado huérfanos. Recemos por ellos y por todos los médicos que están tan generosamente ayudando». Conchi López fue enviada desde su comunidad Mies de Málaga para compartir su vida con la comunidad de Ecuador, en principio para tres años, que después se prorrogaron hasta cinco. «Se nos envía según las necesidades que haya y las características y disponibilidad de las personas enviadas», explica López. El regreso a Málaga ha sido duro: «una regresa por obediencia pero, afectivamente, te sientes mal, pues es una labor preciosa la que se realiza y te da la sensación de que te has dejado muchas cosas sin hacer. Yo diría que ya tienes el corazón más pegado allí que aquí. Ellos son nuestra familia y nuestros amigos, con ellos compartimos nuestra vida. A mi me ha costado volver y me está costando adaptarme». Ante la noticia del terremoto, a Conchi la asaltaba una pregunta: «¿Por qué ellos sí y yo no? Podría haber estado allí en ese momento. En mis planes entraba regresar a finales de mayo, pero después pensé que lo que me ocurría era que no me quería ir y tenía que volar, por eso me vine en marzo; pero podría haber estado allí. Es muy doloroso ver las imágenes que nos envían y las que nos llegan por televisión. No dejamos de conocer casos de personas conocidas por nosotros que han fallecido o están desaparecidas. Es una situación de mucho dolor. Manta es una ciudad muy pobre que se estaba levantando desde hace unos años, gracias al turismo. Y ahora todo se ha venido abajo. Por eso, no dejo de preguntarme por qué yo estoy ahora aquí y ellos están sufriendo allí, pues no es lo mismo estar allí que aquí; pero bueno, Dios sabe más». Un joven que dio la vida por el rescate de otros Al poco rato del terremoto, en las redes sociales se extendió la noticia de la muerte de Patricio, un joven que perdió la vida, pero consiguió antes rescatar al grupo de jóvenes que estaba con él. Patricio era un joven de la parroquia de Santa Marianita, con el que trabajó Conchi: «Conocía a Patricio bastante bien, a él y a su familia. El martes 19 de abril hubiera cumplido 23 años. Su mamá ha sido catequista en la comunidad de Santa Marianita. Fue la que inauguró el proyecto “Educando en esperanza", hace más de 10 años. En el momento del terremoto, Patricio estaba en el grupo juvenil, en una reunión para organizar cómo distribuir la ayuda recogida para las personas afectadas por las inundaciones de Portoviejo. El domingo lo iban a llevar. Dicen que se dio cuenta de que estaban enpezando a caer cascotes del techo y que empujó a los chicos para que salieran del templo. El muro le cayó encima. Ha sido dramático. Ha sido un testimonio de la esperanza y la misericoridia de Dios, pues murió ayudando a los demás: planificando cómo ayudar y rescatando a otros de morir». En medio de tanto dolor parece imposible encontrar un rayo de esperanza pero, en palabras de Conchi, «el pueblo ecuatoriano es muy religioso, en toda circunstancia cuentan con Dios y te responden “si Dios quiere”, “Como Dios quiera”, pero te lo dicen de corazón, no sólo de palabra. Hace un rato me ha enviado un mensaje Chavela, una mujer de la comunidad de Santa Ana, y me decía: "Conchi, no tenemos luz todavía, no podemos dormir, cada vez que desentierran escombros, encuentran más persoans fallecidas, pero todo pasará y ya mismo estaremos otra vez en camino, si Dios quiere". Son personas con esperanza. Todos te dicen que sigas rezando paraque esto pase. Son admirables, yo también quisiera verlo así de clarito y rezo por ello».