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María Encarnación González Rodríguez: «Los que han hecho vida en sí mismos las verdades que predican, no pasan nunca»

Publicado: 11/10/2012: 9034

«Lo mismo que iluminó a sus contemporáneos con una excelente enseñanza y testimonio de vida, puede iluminarnos a nosotros, que vivimos cinco siglos después», así actualiza la vida y obra de san Juan de Ávila, nuevo Doctor de la Iglesia, la postuladora de la Causa del Doctorado de san Juan de Ávila, María Encarnación González Rodríguez, quien siente una especial alegría al ver proclamado Doctor al humilde, culto y sencillo Maestro Juan de Ávila.

¿Qué significa que la Iglesia proclame Doctor a San Juan de Ávila?

- Significa que la Iglesia reconoce en él, además de la santidad, un especial don de sabiduría al servicio de toda la Iglesia. Una sabiduría de los misterios de la fe que no es meramente teórica, sino también vivencial, y que nos ayuda a todos a una mejor vida cristiana. Desde que tenía 38 años Juan de Ávila figura en los documentos con el título de Maestro, y así le solían llamar; era el “Maestro Ávila” o el “Padre Maestro Ávila”, y de hecho fue de las personas más reconocidas, respetadas y consultadas de su tiempo. A él acudieron jóvenes y mayores, ricos y pobres, santos y pecadores, sabios e ignorantes en búsqueda de ayuda y de consejo espiritual. Y lo mismo que iluminó a sus contemporáneos con una excelente enseñanza y testimonio de vida, puede iluminarnos a nosotros, que vivimos cinco siglos después. Porque los verdaderos creyentes, los que han profundizado en la Palabra de Dios de un modo tan singular y han hecho vida en sí mismos las verdades que predican, no pasan nunca. Son como joyas preciosas que, a medida que pasa el tiempo, adquieren más valor.

¿Por qué ahora esa proclamación?

- Me parece que ha pasado mucho tiempo y me parece también que este es el momento oportuno para el doctorado del Santo Maestro. Es un misterio de la providencia de Dios porque, puestos a pensar, casi podemos afirmar que no ha habido circunstancia histórica más oportuna, o favorable, para la declaración de este doctorado.

Juan de Ávila, que nació cuando hacía solamente ocho años que Cristóbal Colón había descubierto el Nuevo Mundo, quiso ir como misionero a lo que hoy es México; pero mientras estaba esperando en Sevilla para embarcar, el arzobispo hispalense le pidió que se quedase misionando en el Sur de España, tierras que después de siglos de dominación musulmana necesitaban ser de nuevo evangelizadas, y va a ser proclamado Doctor precisamente en la apertura del Sínodo de los Obispos sobre La nueva evangelización sobre la transmisión de la fe. Él vivió en una época conciliar —el de Trento— y nosotros estamos a punto de celebrar, con el “Año de la fe”, el cincuentenario del Vaticano II, que nos llama a todos a la santidad, lo mismo que Juan de Ávila hizo en su tiempo. El eje de la vida espiritual y de la predicación del Santo Maestro es el misterio del amor de Dios: “Sepan todos que nuestro Dios es amor”, decía, y le llega el doctorado poco después de que Benedicto XVI haya donado a la Iglesia las espléndidas encíclicas Deus caritas est y Caritas in veritate. Hace poco vivimos un “Año sacerdotal” y en el centro de la preocupación pastoral de Juan de Ávila estuvo siempre la mejor formación de los candidatos las sacerdocio y la santidad de los clérigos. El Sínodo anterior a este ha sido sobre la Palabra de Dios y san Ignacio de Loyola decía del Maestro Ávila que, si por un imposible se perdiera la Biblia, él sólo la restituiría a la Iglesia, porque se la sabía de memoria. Es verdad: sus escritos están llenos de referencias a la Sagrada Escritura… En fin, son una serie de coincidencias providenciales que hacen que en este momento Juan de Ávila no solo sea de plena actualidad sino que nos puede ayudar a vivir mejor el momento presente.

¿Qué requisitos son necesarios para esta proclamación?

- El requisito fundamental el lo que se llama la eminens doctrina. Hay unos criterios, elaborados a lo largo de la historia y actualizados en el presente para definir la doctrina eminente. Explicado de modo muy resumido, se considera que la doctrina de un santo es eminente cuando se reconoce en él un especial don de sabiduría dado por el Espíritu Santo para el bien de toda la Iglesia; cuando el santo sobresale por la cantidad y la calidad de sus escritos, que deben estar siempre apoyados en la Palabra de Dios, en la mejor tradición y en el magisterio de la Iglesia. Es fundamental que la enseñanza sea segura y duradera, y que ayude a todos a conocer mejor la verdad revelada. No basta que él haya profundizado de modo singular en los misterios de la fe, es necesario, además, que lo sepa enseñar con palabras sencillas y comprensibles para el pueblo de Dios. Además, en una época en que, como decía Pablo VI, se escucha más a los testigos que a los maestros, pero se escucha también a los maestros cuando dan testimonio de lo que enseñan, los candidatos al doctorado deben reflejar en sus vidas las verdades que ofrecen a los demás.

¿Qué proceso es el que se ha llevado a cabo hasta llegar a este momento?

- Mes y medio después de haber sido canonizado (31 de mayo de 1970), la Conferencia Episcopal Española se planteó la posibilidad del Doctorado del Santo Maestro y, después de haber solicitado a un grupo de especialistas que realizaran los trabajos necesarios, se hicieron súplicas a la Santa Sede en 1990, 1995 y 1999, cuando en la Iglesia se estaban actualizando los criterios para dirimir la eminens doctrina de los candidatos al doctorado. La última súplica ha tenido lugar en 2009, y en 2010 se ha entregado en la Congregación de las Causas de los Santos una voluminosa Ponencia Positio sobre la vida, enseñanza, espiritualidad y eminencia de la doctrina del maestro Juan de Ávila. En diciembre de 2010 tuvo lugar el Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos de dicha Congregación, en el que emitieron sus votos unánimes a favor del doctorado, y fue también unánime y afirmativo el voto de los treinta cardenales y obispos miembros de la Congregación, reunidos en Sesión Plenaria el 3 de mayo de 2011. Pero, a pesar de todos estos estudios y votos previos, la decisión corresponde al Santo Padre.

¿Cómo lo ha vivido usted?

- Fue muy grande la alegría cuando el 20 de agosto de 2011, en plena Jornada Mundial de la Juventud, escuchamos decir a Benedicto XVI que próximamente proclamaría a san Juan de Ávila Doctor de la Iglesia universal. Y también gozamos mucho cuando el 27 de mayo pasado, fiesta de Pentecostés, comunicó a toda la Iglesia la fecha concreta del Doctorado. El domingo 7 de octubre vimos, por fin, proclamado Doctor de la Iglesia universal al culto, sencillo y humilde Maestro Juan de Ávila.
 

Autor: Encarni Llamas

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