DiócesisCartas Pastorales Mons. Buxarrais

«Oración y conversión»

Publicado: 00/11/1980: 993

Carta Pastoral convocando los Encuentros del Pueblo de Dios (1980)

Queridos diocesanos:

Dios quiso santificar y salvar a todos los hombres, no aisladamente, sino en conexión de unos con otros, constituyendo un Pueblo (L.G. 9).

La fe, recibida gratuitamente, nos incorpora a este Pueblo de Dios, haciéndonos miembros del Cuerpo Místico de Cristo.

Jesús quiere que su Pueblo crezca (U.R. 2) a fin de que sea “luz del mundo y sal de la tierra” ( 5,13). Para ello, es necesaria la purificación y renovación constante; así la señal de Cristo resplandecerá con más cla­ridad sobre todos los hombres.

La diócesis de Málaga y el Concilio

Todo lo que acabo de escribiros es doctrina del Concilio Vaticano II. Los cristianos de las últimas décadas del siglo XX debemos prestar espe­cial atención, a través del Concilio, al Espíritu Santo, que nos da una mayor comprensión del mensaje perenne de Jesús.

Para nosotros, los cristianos, que vivimos en la provincia de Málaga y ciudad de Melilla, no es sólo conveniente, sino necesario, conocer y vivir según las directrices del Concilio.

El Espíritu se nos comunica personal y comunitariamente. Nunca de manera aislada. En nuestro caso concreto, El sigue iluminado (Jn 14,26) a los diocesanos malagueños, que somos porción del Pueblo de Dios y constituimos una Iglesia particular, en la que se encuentra y opera la Igle­sia de Cristo (C.D. 11).

¿Somos fieles a la voz del Espíritu?

Han pasado ya más de quince años desde que se clausuró el Conci­lio. Desde entonces, en la diócesis de Málaga no sólo se han sucedido cuatro obispos, sino que se han producido profundos cambios sociales y eclesiales, entre esperanza y temores, aciertos y desatinos, fidelidad e in­constancia.

Es hora de que revisemos, desde la luz de la fe cristiana, las circuns­tancias nuevas en que vivimos, y volvamos la vista sobre nosotros mis­mos, como Pueblo de Dios, para constatar hasta qué punto somos fieles a la voz del Espíritu.

Invitación

Mi carta, queridos diocesanos, tiene un motivo especial: invitaros a participar activamente en los Encuentros del Pueblo de Dios que ahora vamos a comenzar.

Como Pastor de la Diócesis os invito a todos, pero de una manera especial a la juventud, de quien la Iglesia malagueña espera recibir sabia nueva. También, a todos aquellos que, siendo cristianos, pocas veces se os ha llamado para que, iluminados por la Palabra de Dios y movidos por el amor a Jesucristo y a los hermanos, aportéis vuestras sugerencias.

Como nació la idea

La idea de celebrar los Encuentros surgió hace dos años, en el Con­sejo Presbiteral. Al poco tiempo, se dio a conocer a los militantes cristia­nos, responsables de los distintos movimientos apostólicos. También a las religiosas. Y se aceptó con esperanza.

Desde entonces, y a través de sucesivas reuniones, se ha ido perfec­cionando tanto el contenido como el método de los Encuentros, gracias a las aportaciones de más de quinientos diocesanos.

Esbozo de organización

La Secretaría de los Encuentros nos irá entregando el material, y sugerirá, sin ánimo de imponer, una manera práctica de llevar a cabo las reuniones. Estas se desarrollarán en pequeños grupos formados o a partir de la parroquia, del movimiento apostólico, de la comunidad cristiana, o de otro colectivo. Cualquier cristiano podrá participar en las reuniones.

Esperamos la generosa colaboración de las emisoras, diarios y otros medios de comunicación social de la provincia y Melilla para informar a todos los diocesanos sobre la marcha de los Encuentros.

Medios y fin

La oración constante, la conversión personal, el estudio sapiencial de la Palabra de Dios y los documentos conciliares, la reflexión, el diálogo en pequeños grupos,… serán, entre otros, los medios a través de los cua­les se irán desarrollando los Encuentros.

La realidad humana y cristiana constatada nos ayudará a elaborar un plan diocesano de pastoral, que nos estimule a tomar conciencia del Pueblo de Dios y nos organicemos de tal manera que, personal y comunitariamente, vivamos como hijos de un mismo Padre y hermanos de todos los hombres.

Oración y conversión

Finalmente, sólo cabe recordaros que todo debe ser obra de Dios. Para que El actúe sobre nosotros, es necesario orar, y orar insistentemen­te. A la oración debe seguir una sincera predisposición de cambio o con­versión personal.

Para ello, es necesario que todos, individual y comunitariamente considerados, participemos en las reuniones con una actitud de pobreza evangélica; es decir, conscientes de que nadie posee la verdad completa, ni la organización perfecta. Así, no impondremos nuestros criterios; al contrario, tendremos un interés sincero por conocer aquellas pequeñas realidades apostólicas de la Diócesis, a través de las cuales nos puede ha­blar el Señor. Comprenderemos, además, que, fuera de nuestra parro­quia, comunidad, movimiento o grupo, puede haber otras realidades apostólicas que purifiquen, complementen o potencien nuestra manera de vivir la fe y de hacer apostolado. Esto sólo se conseguirá si las reunio­nes se desarrollan en un verdadero clima de oración, que facilitará una actitud de humildad evangélica.

Porque creemos en Dios, y esperamos también en su ayuda, sabe­mos que El jamás niega algo a quien le ofrece lo poco que tiene. Igual que hizo con el joven de la multiplicación de los panes (Jn 6,9).

Esto pretende ser los Encuentros del Pueblo de Dios en la diócesis de Málaga: ofrecer lo poco que somos y tenemos, para que el Señor, una vez más nos bendiga y ayude abundantemente.

Málaga, Noviembre de 1980.

Plan Pastoral Diocesano 

Autor: diocesismalaga.es

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