NoticiaEn los Medios Teología del ocio Publicado: 30/06/2023: 9847 El Alféizar El verano ya está aquí. La estación más larga del año empezó el miércoles pasado casi a la hora de los toros o del té, como prefiera el lector; el verano llegó a las 16.58 según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional. Aunque para el común de mártires llegara el pasado viernes con la noche de San Juan: es el arranque popular a este tiempo donde vivimos de otra manera. Las playas de Málaga estaban a reventar y las de su costa también estaban llenas de gente. El litoral malagueño era un espectáculo de luz y concurrencia. Fuego incluido. Ha llegado el verano. Y con él otra manera de vivir. Sí. Porque como escribía Antonio Gala: «Veranear es trasladarse, fugarse casi, ser un poco otro, trastornar los horarios, las modas, las costumbres, transigir, curiosear, exaltarse, olvidarse». Coincido. El verano con su veraneo, y más en la Costa del Sol, es estación propicia para vivir de otra manera, descansando, ¡qué importante es la teología del ocio! El estío ha vuelto como cada año fiel a su cita trayendo a cada uno lo que puede llegar a necesitar. Durante estos días surgen las confidencias, se arrastran y confunden las vidas a cualquier hora del día. Precisamente por eso, en este verano, conviene alimentar la virtud y la espiritualidad porque en la época del estío los cuerpos se calientan y las almas se enfrían. Todo en verano cambia de color, incluidas algunas almas. Todo bulle, reluce, se exhibe. Brota el sudor lo mismo que un rocío, advertirá también Gala. De sobra sabes que es necesario descansar. Pero recuerda, si eres creyente, hacerlo a la luz de la fe y descansar en Dios. Que el veraneo sea una ocasión para crecer en el conocimiento de Dios. A la salud de los chismosos.