NoticiaCuaresma Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos Publicado: 23/03/2023: 9574 Reflexión La licenciada en Ciencias Religiosas y profesora de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, Ana María Barrera, reflexiona, en este Domingo V de Cuaresma, sobre la resurrección de Lázaro y el diálogo creyente con Dios, lanzando una pregunta a los lectores. Dios es ternura y compasión, capaz de emocionarse y llorar. Eso es increíble en un Dios tan grande y omnipotente “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí, no morirá para siempre...”. Este mensaje, situado en mitad del evangelio, es el que nos impulsa a vivir nuestra vida de fe de una manera concreta. Hay un antes y un después, a partir de hacerlo vida y de situarnos en ese impás de nuestra existencia en donde, si de verdad somos coherentes con lo que creemos, tenemos que vivir sabiendo que Dios nos sustenta y alienta para que vivamos en plenitud, a pesar de todos los pesares». Llegados al final del tiempo que la Iglesia nos regala para poder purificarnos y acercarnos a Dios, nos encontramos con este relato de la resurrección de Lázaro, amigo de Jesús. Este evangelio está cargado de mensajes para nosotros. La Palabra de Dios está viva y no caduca, así que podemos “rumiarlo” y sacar todo lo que encontremos que nos ayude en nuestra vida de fe. Confiar siempre en Dios Si lo cogemos como un itinerario que nos permita poder evangelizar llevando a Jesús allá donde nos encontremos, comenzaríamos diciendo que debemos confiar siempre en Dios, Él es nuestro amigo y está siempre disponible. Lo mismo que Marta y María recurrieron a Él cuando se encontraban afligidas por la muerte de su hermano, así debemos nosotros recurrir a Él siempre y comunicarlo a los demás como dice san Pablo: “Insiste a tiempo y destiempo” (2 Cor 4,2). Dios es ternura y compasión, capaz de emocionarse y llorar. Eso es increíble en un Dios tan grande y omnipotente. Emocionarse y llorar con nuestras experiencias nos hace sentirlo cercano y amarlo de corazón. En este itinerario debemos tener en cuenta que Dios tiene su tiempo para hacer las cosas. A veces espera y permite que sucedan para poner nuestra fe a prueba y para que, finalmente, todo sea para su gloria. Por eso no debemos desesperarnos. Dios tiene su tiempo y nosotros debemos saber utilizarlo, mientras Él decide, a nosotros nos toca seguir trabajando, siempre esperanzados y confiados en su voluntad. Otra cosa a destacar de este evangelio es que Dios utiliza todos los acontecimientos de la vida para mostrarnos su amor, incluso la muerte de un ser querido, por eso hay que acudir a Él siempre, aunque sea para reprocharle. Encontramos que, a veces, las personas desconfían de su poder, pero vemos como el que cree en Él verá grandes cosas, mucho más de lo que en principio esperamos, y, al igual que Marta y María, comprobamos cómo frente al reproche, Él devuelve mucho más de lo que esperaban: la vida de su hermano. Por eso en nuestra vida de fe debemos acudir siempre a Dios, tanto en lo bueno como en lo que no nos parece tan bueno, como hicieron ellas, estuvieron con Él en los momentos buenos y cuando la pena y la aflicción las turbaron lo primero que hicieron fue llamarlo. Hay que darle gracias siempre, aún sin entender, porque el contar con Él significa que esperamos que camine a nuestro lado y que nos acompañe en nuestra vida, con sus circunstancias. Ahí es donde sucede el milagro que es creer sin entender, por eso os lanzo la pregunta con la que finaliza el comienzo del pasaje de esta reflexión: ¿Lo creemos?