Diócesis Misa de Nochebuena (Catedral-Málaga) Publicado: 24/12/2010: 2509 MISA DE NOCHEBUENA (Catedral-Málaga, 24 diciembre 2010) Homilía de Mons. Fernando Sebastián, Arzobispo emérito de Pamplona Lecturas: Is 9,1-3.5-6; Sal 95; Tt 2,11-14; Lc 2,1-14. 1. Querido D. Jesús, Obispo de Málaga; querido D. Antonio, Obispo emérito de Málaga; señor Deán y miembros del Cabildo; reverendos Diáconos y asistentes al altar; hermanos y hermanas, muy queridos en el Señor. Todas las Eucaristías son una reunión de familia. Nos hermana el Señor, nos acerca la fe en Él, porque hace crecer en nosotros sentimientos de respeto y de afecto verdadero. Pero hoy, más que nunca, nuestra Eucaristía es una Eucaristía de hermanos. Celebramos la memoria del nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Esta noche es una noche llena de misterio y de piedad, es la noche del amor infinito de nuestro Dios, la noche del misterio de este niño recién nacido, Hijo eterno de Dios hecho hombre para restaurar y salvar nuestra humanidad. 2. La Navidad no es una cuestión de turrones y zambombas. No es una fiesta de villancicos y panderetas. No podemos consentir que la Navidad quede reducida a una fiesta del consumismo, gobernada por la publicidad y los grandes almacenes. La Navidad es el principio del mundo; la raíz viva de nuestra vida; la razón de nuestra esperanza. La humanidad estaba perdida en las tinieblas de la ignorancia y del pecado. Nosotros mismos estábamos perdidos y Dios ha venido a buscarnos. Hubiéramos perecido si El no hubiera venido. 3. Jesús es la luz de nuestra vida, el camino seguro, el horizonte de esperanza de la humanidad entera. El Verbo de Dios, la Sabiduría de Dios, el Hijo de Dios por el cual fueron hechas todas las cosas, ha nacido de María para vivir en su propia carne el camino de la verdad y del perdón, de la piedad y de la esperanza. Con este niño, el Hijo de Dios hecho hombre, nacemos todos a una vida nueva y santa, la vida hermosa de los hijos de Dios. Nunca el cielo estuvo tan cerca de la tierra, nunca Dios estuvo tan cerca de los hombres. Este niño es el abrazo, la alianza definitiva de Dios con los hombres, la puerta abierta por la que Dios viene a nuestro mundo y por la que nosotros podemos llegar hasta la morada de Dios hecha también morada nuestra. Somos el pueblo elegido que vive y camina seguro a la luz del amor de Dios. Sí, nos ha nacido un niño que, en su frágil humanidad, es esperanza de la gloria y de la vida eterna de Dios para todos nosotros. 4. Mientras celebramos esta Eucaristía estamos en Belén, somos Belén. Faltan los elementos materiales, pero sí está presente la substancia de Belén. Está por lo pronto Jesús, hecho hermano nuestro para siempre; está María, la madre creyente, que supo acoger los designios de Dios y cooperar con su fe al nacimiento del salvador y a la salvación del mundo; está José el colaborador obediente y fiel, modelo de todos los cristianos; están los ángeles, que nos anuncian la gran noticia del nacimiento de nuestro salvador. A nosotros nos toca ser esta noche los pastores; los humildes invitados del Señor, que acudimos a adorarlo rebosantes de alegría. ¿Cómo podremos vivir correctamente esta Navidad? Hoy es una noche de pocas palabras. Es una noche de adoración, Nos acercamos a Jesús y le adoramos en su humanidad, es el Hijo de Dios, es nuestro salvador, es la respuesta de Dios a nuestras oraciones y deseos, la respuesta de la bondad de Dios a las angustias de la humanidad entera. 5. A María, la madre virginal, la madre de la fe y del amor, le pedimos que haga crecer en nuestro corazón los sentimientos de fe y de piedad con los cuales ella adora a su hijo, sobrecogida todavía por el misterio de gracia que Dios ha hecho por medio de ella. El Corazón de María en Belén es el corazón de la Iglesia, el corazón de la nueva humanidad, con ella adoramos a Jesús y le pedimos que sea para siempre el cauce y el dueño de nuestra vida. 6. En esta noche santa comienza un mundo nuevo. El Señor espera la conversión de nuestros corazones. Hagamos el propósito de aprender a vivir de Él, de reconstruir y reorganizar nuestra vida en el seguimiento de Jesús, como María, como José, como los primeros discípulos, para que poco a poco la influencia de Belén, por medio de los discípulos de Jesús, este mundo nuestro vuelva a la luz, a la verdad, a la justicia, al amor fraterno y a la esperanza de la gloria. ¿No sentís dolor por tantos compañeros nuestros como viven al margen de la verdadera Navidad? Sin fe, sin piedad, sin conversión del corazón al seguimiento de Jesús no se puede celebrar de verdad la Navidad. En este tiempo en el que tantos cristianos sienten vergüenza de serlo, cuando tantos hermanos nuestros sufren persecución y martirio por ser discípulos de Jesús, nos unimos espiritualmente a todos los cristianos del mundo, pedimos por ellos, especialmente por los cristianos perseguidos, pedimos al Señor que fortalezca nuestra fe, que fortalezca la fe de quienes viven alejados del Señor, que purifique y santifique a su Iglesia, para que seamos en el mundo continuadores de la alegría, de la esperanza y de la paz que Él trajo a la tierra. 7. Damos gracias a Dios por haber santificado nuestro mundo con su presencia y le pedimos fortaleza y fervor para ser, ahora, en el contexto real y concreto de nuestra vida, testigos y pregoneros de la gran noticia: en Jesús Dios nos ha dado la salvación; Él está aquí, con nosotros, para siempre, esperando pacientemente que todos le reconozcan como enviado de Dios y encuentren en El la verdad de su vida, la paz del corazón y el camino de la verdadera esperanza. Amén. + Fernando Sebastián Más artículos de: Los evangelios de Cuaresma en clave matrimonialDiario de una adicta (XLII). El profesional Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir