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Una tarde con D. Francisco García Mota

Publicado: 07/10/2022: 7654

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Hoy jueves 20 de octubre, a las 19.00 horas, el salón de actos del Centro de Estudios Teológicos de la Diócesis, en calle Abadía de Santa Ana (antiguo convento del Cister), acoge una reunión de amigos en torno al sacerdote D. Francisco García Mota para mostrarle, así, su cariño y admiración.

«La huella que ha dejado el que fuera deán de la Catedral de Málaga durante 17 años por los distintos lugares por los que ha pasado es muy profunda», como afirma el secretario general-canciller de la Diócesis de Málaga, Francisco García Villalobos.  

«Personalmente, me une a él una especial amistad, por lo que he querido plasmar, a título personal y en una pequeña semblanza, algunos de los lugares en los que ha estado a lo largo de su vida sacerdotal y en los que dejó una impronta más profunda. Ejemplo de ello son las escuelas rurales que le encomendó D. Ángel Herrera Oria, germen de la actual Fundación Victoria. No hay que olvidar que D. Francisco es pedagogo por naturaleza y eso se advierte en toda su vida».

García Mota, además, «nunca abandonó la vocación más primaria de un sacerdote, ser pastor de almas en el ámbito de la parroquia. Creó literalmente la de Ntra. Sra. la Paz, donde se encontró con un solar». Su faceta como director espiritual de la Hermandad de la Paloma y como deán de la Catedral también están recogidas en esta semblanza, y «cómo desde que hubo que empezar a poner cubos por las goteras, tenía claro que la única solución era retomar el proyecto original de Ventura Rodríguez, el tejado a dos aguas, que se ha aprobado hace unos meses».

D. Francisco García Mota nació en Cortes de la Frontera el 19 de junio de 1930 y, como relata García Villalobos en las páginas dedicadas a su nacimiento e infancia, aquel día «se celebraba la Solemnidad del Corpus Christi, de ahí que precisamente en el centro del sello personal de D. Francisco, figure la imagen de la Custodia».

Sus años del Seminario, su familia y los comienzos de este “sacerdote santo” que celebró su primera Misa en Gaucín, el 19 de diciembre de 1954, son la siguiente parada que realiza el autor de esta semblanza, para pasar a relatar una de las obras más importantes de la vida de D. Francisco: Las Escuelas Rurales. Las «llevo a cabo D. Ángel Herrera Oria desde su nombramiento como obispo de Málaga… En los años 50 del pasado siglo, residían en Málaga unas 200.000 personas, 30.000 de ellas niños y niñas en edad escolar, de los que 23.000 (más del 76 por ciento) no recibían enseñanza alguna ni formación religiosa».

La enseñanza y las parroquias son otro de los aspectos que destaca en estas páginas, y rescata unas palabras del propio D. Francisco cuando llegó a la futura parroquia de Ntra. Sra. de la Paz y encontró «un campo sembrado de algodón, donde estaban haciendo unos bloques de viviendas. Allí estaba la parroquia; no había nada».   

Capítulo aparte merece su faceta en la Catedral de Málaga, de la que fue nombrado canónigo en 1978 y deán en 1992. En el primer templo de la Diócesis recuerda García Villalobos, que cambió la megafonía, se limpiaron las campanas, el órgano fue reparado y comenzó a hacer todo lo que estaba en su mano para para las filtraciones de agua.

A modo de conclusión, recuerda García Villalobos los numerosos reconocimientos de los que ha sido objeto a lo largo de su vida. Entre otros, hijo predilecto de Cortes de la Frontera, hijo adoptivo de Gaucín y hasta una calle con su nombre en la capital.

Beatriz Lafuente

Licenciada en Periodismo e Historia. Casada desde 2011, es madre de un hijo.

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