El evangelio de hoy nos lleva a pensar en Dios y cómo desde toda la eternidad hemos sido objeto de su amor. Desde el principio, Jesús, el Verbo, era Dios. Con Él y por Él, Dios ha incurrido en nuestra historia y se nos ha dado a conocer en su Hijo. Por eso no podemos olvidar que entre tantas luces y regalos que inundan nuestros hogares y ciudades en Navidad, lo que celebramos es el nacimiento de Aquel que es la luz y que ha venido a llenar de sentido nuestras vidas. Él es la Verdad, no puede engañarse ni engañarnos. Con su vida y su palabra hemos conocido mejor a Dios y cómo es su amor hacia cada uno de nosotros. Jesús nos enseñó a orar al Padre y nos habló del Espíritu Santo que vendría al alma de quienes fueran bautizamos.

Gracias a Él hemos conocido a Dios como Trinidad. En aquella primera Navidad que estos días recordamos recibimos el mayor regalo de nuestras vidas: Dios que se hace visible entre los hombres como uno más de nosotros. Por entonces ya hubo quienes no lo recibieron ni reconocieron; sin embargo, para quienes tenemos fe, Dios no sólo irrumpió en nuestro mundo y nuestro tiempo hace 2021 años, sino que también hoy vive entre nosotros y está presente en la Eucaristía, donde podemos recibirlo siempre que queramos. Él trajo la paz y la alegría a nuestras vidas, y transforma nuestras penas y preocupaciones en esperanza.