¿Cómo decidió dedicarse a la enseñanza?

Desde que era alumno, me gustaba la figura del maestro. De todos aprendí: de los buenos, un modelo, y de los malos, aquello que no quería repetir. Empecé haciendo varias sustituciones y ahora llevo cinco años trabajando en la Fundación Victoria, a la que valoro mucho y agradezco el haber confiado en mí.

¿Se ha arrepentido en algún momento?

El maestro rural es el gran olvidado de los docentes, y sin embargo tiene muchas cosas positivas. La innovación, que ahora está en boca de todos, ha sido siempre una herramienta de los maestros rurales. Yo tengo alumnos de segundo a sexto de Primaria, y reciben clase juntos, con diferentes niveles, y eso exige imaginación y creatividad para adaptar cada tema a proyectos que se ajusten a las distintas capacidades de los alumnos, fomentando además que se ayuden entre ellos. Otra ventaja es el entorno, que permite que adquieran conocimientos desde la propia observación de la naturaleza. Y todo eso sin internet, con nuestros propios recursos. En la propia sociedad rural, el maestro es una figura muy valorada. Ojalá fuera así también en entornos urbanos. No me arrepiento.

¿Es distinta la educación en un colegio de titularidad religiosa?

Los principios generales deben ser los mismos, aunque está claro que cada escuela vive unas circunstancias a la que debe adaptarse. En el caso de la escuela religiosa, el mensaje del Evangelio lo impregna todo, y nos lleva a fomentar los valores de Jesús, la implicación de la familia, la pasión por el aprendizaje, que es el mejor arma contra el absentismo escolar, con el que me encontré cuando llegué al entorno rural y que hemos superado poco a poco.

¿Qué le gustaría que recordasen sus alumnos de su persona?

Todos nos acordamos de nuestros maestros ¿verdad? A mí me gustaría que me recordasen como alguien cercano, amable, que les ha trasmitido su cariño, sus valores, y que eso lo guarden en la mochila de la vida y les sirva siempre. Uno de los alumnos que ha terminado recientemente me dijo que yo había sido como un padre para él. Me emocioné. Si llegas al corazón del alumno, lo que siembres, florecerá.

¿Qué consejo da a los educadores, también padres, que se enfrentan a la educación de los niños y jóvenes en una época como la que vivimos?

Paciencia. Todos los que amamos esta profesión sabemos que es la madre de la ciencia. Los hijos son las personas más importantes para nosotros y hay que escucharlos. Cuando les corregimos, es bueno explicarles el motivo, y nunca acudir a la violencia. El consejo principal es que amen lo que hacen.