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Semblanza de Avelino Granado Castro

Publicado: 07/05/2018: 13700

Leída en el transcurso de su Misa funeral celebrada el lunes 7 de mayo de 2018 en la iglesia parroquial de Las Angustias (Málaga)

Acabamos de celebrar la eucaristía, de dar gracias al Padre por habernos regalado a su Hijo; al Señor Jesús por unir su vida a la nuestra, por alimentarnos con el Pan que es él mismo. Nunca nos faltan motivos para dar gracias y hoy también hemos querido hacerlo humildemente por la vida y el ministerio de nuestro hermano Avelino, por este castellano recio que echó raíces en nuestra tierra hace más de cuarenta años.

Avelino había nacido en Tapioles (Zamora), el 2 de agosto de 1929, de Avelino y Antonia, un matrimonio de labradores que tuvo siete hijos. El pueblo entonces rondaba los seiscientos habitantes. Ahora son menos, pero la devoción es la misma: cantar la salve a la Virgen de los Rayos.

No se fue Avelino de muy niño al Seminario, como algunos de sus amigos. Hasta los dieciséis no pareció insistirle el párroco, justo en el momento en que al chaval se le abría también la posibilidad de ser jesuita. Zamora pertenecía entonces a la diócesis de León y en el seminario de León ingresó Avelino. En 1954 se adecuaron los límites de la diócesis a la provincia y se dio la oportunidad a los seminaristas de volver a su tierra a terminar allí el tiempo de Seminario, así que Avelino se ordenó en Zamora el 21 de septiembre de 1957.

Avelina, su hermana, que ha pasado toda la vida con él, recuerda aquellos primeros años en los pueblos de la montaña zamorana. Como no se animaba a comprarse un caballo para recorrer los pueblos, optó por una bicicleta que le costó mil doscientas pesetas… tres meses de sueldo de entonces. A punto estuvo de entrar como capellán castrense. Lo recuerda también Avelina. Que Dios premie tanto bien que han hecho las hermanas de los sacerdotes.

Don Ramón Buxarráis, obispo de Zamora desde 1971, le pide que estudie derecho canónico. Aunque a Avelino siempre le habían gustado los libros, pare-ce ser que hubiera preferido otra rama de la teología, pero obedece a don Ramón y estudia en la cercana Salamanca. Don Ramón, ya obispo de Málaga, lo traerá a nuestra diócesis en 1975. Eran los tiempos de don Manuel González Ruiz como vicario judicial. Desde 1975 hasta 2010, Avelino pasará treinta y cinco años en el tribunal eclesiástico, como vicefiscal, fiscal, vicario judicial adjunto y juez diocesano. Hombre metódico, aunque su mesa pareciera desordenada, se recuer-da su modo fino de hilar los testimonios y sus sentencias impecables, que algunos profesionales valoran hoy como un verdadero magisterio. Y, siendo sin duda un hombre de carácter, mantuvo siempre en el tribunal una apertura y una atención a la persona que no permitiera olvidar que la Iglesia es madre.

Aunque el tribunal fue su gran tarea, don Ramón le encomendó, recién lle-gado, la parroquia de Frigiliana, que andaba sin cura. Diecisiete meses del tribunal a Frigiliana en aquel Morris azul. En Málaga, colaboró en la parroquia de san Lázaro, en el Sagrario y, sobre todo, como capellán: ocho años lo fue de las Siervas de María; veinticinco, de las monjas del Císter.

Este altar de las Angustias fue también testigo de su servicialidad en los últimos tiempos. Da fe de ello el párroco. Y fe da Avelina de la atención y la cer-canía del párroco cuando su hermano se iba encontrando más limitado.

Sin duda, no nos faltan motivos para dar gracias. Como cuando mañana, de vuelta en su tierra, Avelino vuelva a escuchar que se canta la salve, esta vez por él, en la iglesia de Tapioles. La Virgen de los Rayos, que es madre, lo estará es-perando en las puertas del cielo.

José Emilio Cabra Meléndez

coordinador de la delegación del Clerol

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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