NoticiaPastoral vocacional Málaga ayuda a descubrir la llamada de Dios Publicado: 23/01/2023: 9927 Vocación Un equipo multivocacional ayuda a los más jóvenes en su discernimiento vocacional. ¿Qué es la vocación?, ¿cuántas vocaciones hay?, y otras muchas preguntas como esta se les plantea a los niños, adolescentes y jóvenes de la diócesis, en diversas iniciativas organizadas desde la Delegación de Pastoral Vocacional. «Nuestra misión es impregnar la vida de nuestra iglesia de amor por la vocación cristiana» En la actualidad, el equipo de la Delegación de Pastoral Vocacional está formado por varios sacerdotes diocesanos y matrimonios, una carmelita descalza, una religiosa nazarena, una Madre de Desamparados y San José de la Montaña, una religiosa de la Presentación, un religioso pasionista y un religioso franciscano cuya misión es presentar, con toda sencillez y pasión, la vida sacerdotal, la consagrada, la matrimonial, la laical y la misionera. El próximo 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia recuerda, de forma especial una de estas vocaciones, la vida consagrada, con una campaña que tiene como lema “Caminando en esperanza”: «Un día especial para pararse a valorar y agradecer el don de la vida consagrada tal y como el Espíritu la va suscitando en la Iglesia de cada tiempo», como destacan los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en su mensaje para este día, que se puede leer aquí. El sacerdote Fernando Luque es el responsable diocesano de la Pastoral Vocacional «el Sr. Obispo me pidió que asumiera esta tarea y, entre las orientaciones que me transmitió, una de ellas era crear un equipo multivocacional. Nos pusimos manos a la obra y, caminando juntos, hemos ido creando este grupo que, gracias a Dios, se va consolidando y aporta las visiones de varios matrimonios, religiosos, religiosas y sacerdotes. Un equipo que, creo que responde a las distintas vocaciones y caminos, sólo así podremos trabajar bien una pastoral vocacional abierta como nos pide la Iglesia ahora», explica Fernando. Un equipo que se actualiza y se comunica con los más jóvenes a través de su web (vocaciones.diocesismalaga.es) y sus redes sociales (Instagram). En su web acogen a quien llega con esta frase del papa Francisco: «Nunca renuncies a tus sueños, nunca entierres definitivamente una vocación, nunca te des por vencido. Siempre sigue buscando, vivir lo que en tu discernimiento reconoces como una verdadera vocación», con la que explican qué es la vocación cristiana. La vida contemplativa forma parte de este equipo, a través de la carmelita descalza Belén de San José: «Mi misión es la de hacer presente una vocación concreta en el equipo, lo mismo que hacen los demás. Visiblemente participo en pocas actividades de las que Pastoral Vocacional organiza, pero procuro poner mi granito de arena en el afán de impregnar la vida de nuestra iglesia de amor por la vocación cristiana en todas sus manifestaciones». Y la vida activa también forma parte, tanto la femenina como la masculina. «El vicerrector, Fernando Luque, nos pidió que nos hiciéramos presentes en el equipo y asumimos esta misión tan bonita y enriquecedora. Nuestra congregación es muy diocesana y este es un servicio que nos parece una tarea muy importante en la diócesis porque somos conscientes de que Dios tiene un sueño para cada persona, Él nos crea y se apasiona; nos encanta acompañar a los jóvenes para que cada uno encuentre la pasión de su vida, su vocación, y la vida feliz. Todas nosotras hemos tenido personas que nos han ayudado a que descubramos nuestra vocación, por eso vemos importante colaborar a que otros también lo consigan. Es super bonito cuando acompañas a alguien. Somos parte de esta familia, la iglesia diocesana», afirma Rita María Regaña, religiosa nazarena. Todos a una Entre los religiosos masculinos está Nando Bar, religioso pasionista, quien se siente «muy contento de colaborar en la pastoral vocacional, en la que también colaboramos a nivel congregacional». Y también fray Salvador Jiménez, religioso franciscano, quien viste con el hábito de su congregación, lo que llama la atención a los más jóvenes: «y a mí mismo también me llama la atención ver gente con hábito por la calle. porque en el fondo siento que son signos de la presencia de Dios y, a la vez, me están hablando de valentía, de personas que son capaces de dar la cara por Cristo y manifestarse como tales. A los jóvenes yo les explico la vocación diciéndoles que es ese sueño que Dios tenía para mí, un sueño que me plenifica, que me dio la felicidad y que me hace responder a esa llamada que, desde mi bautismo. tenía el Señor preparada para mí, en mi caso en el carisma franciscano concreto. Al hablar de vocación me acuerdo de mi madre que siempre me preguntaba: “¿tú eres feliz?”. Ahí creo yo que está la respuesta: la vocación es el sueño que Dios tiene para ti para que seas feliz. Por su parte, María José Becerra, Madre de los Desamparados y San José de la Montaña, lo explica así: «yo les digo que, ante todo, es un don, una llamada que Dios hace a cada persona en particular. Como llamada exige una respuesta, siempre desde la libertad. En mi caso, por ejemplo, ha sido una respuesta a entregarme con total libertad a Dios, a poner mi vida a su servicio, en concreto al servicio de los más desamparados porque mi congregación tiene como carisma salir al encuentro de todas las necesidades para remediarlas, especialmente de los desamparados. Sólo puedo decir que, en esta respuesta no puede suplirte nadie pero que, si respondes sí a Dios vas a ser muy feliz, con sus dolores y sus gozos, pero sobre todo feliz. Yo la vocación la he vivido como una enamoramiento. Dios cautivó mi corazón y yo me he dejado cautivar por Él. He entregado mi vida en total a Él, sin condiciones. En resumen diría que se trata de una locura de amor». Mª José tiene claro que pertenecer a este equipo es «prestar un servicio a la Iglesia diocesana y lo vivo en comunidad, junto con todos los que formamos este equipo. Nuestro objetivo es reinventar la pastoral con nuevos lenguajes, sin rebajar lo esencial del Evangelio, es decir, hacer que el joven se encuentre con Cristo, se integre en una comunidad y reciba la formación que necesita, es decir, acompañar al joven en su discernimiento vocacional. Para mí, el sentido de la pastoral vocacional es el de sembrar, acompañar, educar, formar y ayudar a discernir a los jóvenes de nuestra Iglesia Diocesana». Para Rosario Ortiz, religiosa de la Presentación, fue una alegría que le ofrecieran la posibilidad de participar en este equipo porque «debemos unir fuerzas los que vivimos distintas vocaciones para ayudar a otros a descubrir las suyas; porque, en definitiva, se trata de seguir a Jesús, de ser fieles a lo que Dios va queriendo de cada uno de nosotros. Los caminos son diferentes pero nos une el deseo de vivir con intensidad nuestra respuesta a Dios. Entiendo que ser Iglesia es poner los dones que cada uno ha recibido al servicio de los demás, y en este sentido me encanta el ambiente y el trabajo de este grupo, en el que con sencillez cada uno ofrece lo que tiene. A veces se tiene tiempo, a veces lo que se puede hacer es rezar por el grupo o ayudar preparando algún material, o poniéndose en contacto con alguien. Intentamos acompañar a los jóvenes que quieren saber cuál es su sitio en la Iglesia y cómo pueden poner todo lo suyo a disposición del Señor; y rezamos para que todas las actividades y los encuentros que se realizan sean alentados por María, nuestra Madre, para que sepamos descubrir en nuestra vida lo que realmente nos llena. Por amor a las personas que nos necesitan y porque esa es la vocación en la que Dios nos quiere ver realizados y felices, aunque haya, a veces, dificultades». También un sacerdote recién ordenado, Aaron Benzaquen, es parte de este equipo en el que está «aprendiendo de tantas realidades, de tantas vocaciones distintas, movidas todas por el amor. Realmente, yo creo que recibo más en este grupo de lo que aporto. Y llevándolo todo a los más jóvenes». Paloma y Jose son matrimonio y pertenecen al movimiento Misioneros de la Esperanza, también son parte de este equipo vocacional porque el matrimonio es una vocación, en palabras de Paloma y Jose, «es un compromiso de vida para siempre, exclusivo, fiel e indisoluble y con él estamos comprometiéndonos en libertad con nuestra entrega mutua y con la gracia de Dios. A partir de ese momento, nos presentamos como esposo y esposa y Dios sella esa unión convirtiéndose en el pilar que sustenta la unión; ahora, eso no significa que sea fácil, ni que sea algo muy complicado». Y es que «el matrimonio no es una institución provisional, no es para probar», y así lo explican ellos a los más jóvenes. «Requiere del convencimiento y de la madurez de los contrayentes, que saben que es para toda la vida y que, desde la boda, son otras personas diferentes. La prioridad de su vida cambia radicalmente, ya no es cada persona, ni siquiera son los esposos, ahora la prioridad es la unión matrimonial y la familia que se está formando, con Dios en el centro de todos y cada uno de los momentos vividos». Y, si bien no hay fórmulas mágicas, Paloma y Jose tienen varios consejos «para tener un matrimonio feliz, sano y duradero. Es tan sencillo como ser consciente de que en nuestra unión somos tres, la pareja y Dios, pero actuamos como uno solo. Para que esto funcione es indispensable amarnos, no de cualquier forma, sino al estilo del que es Amor con mayúsculas. Son fundamentales la comunicación, la confianza y el respeto entre la pareja, el establecer espacios personales para realizar actividades y compartir con amigos y familiares, el salir de la rutina, ir a cenar, al teatro… Nunca dejar de seducirse, reconquistarte a diario, tener planes de futuro, soñar proyectos para los dos, hacer especial el día a día… son pequeños detalles que regalan sonrisas y bienestar. En todos y cada uno de estos momentos podemos tener un encuentro en pareja con Dios, en nuestro día a día. El papa Francisco afirma que una unión familiar bien vivida es un verdadero camino de santificación en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios porque las exigencias fraternas y comunitarias de la vida en familia son una ocasión para abrir más y más el corazón, y eso hace posible un encuentro con el Señor cada vez más pleno».