El Evangelio se fragua en la vida. En los corazones y lugares donde es necesario aportar luz. La evangelización, además de audacia y fidelidad al mensaje del Nazareno, exige creatividad pastoral e imaginación en el ejercicio de la caridad. Y no cerrarse a los espacios comunes, a los lugares donde podemos compartir intereses o a los mensajes que pueden ser valorados como positivos por la sociedad. La ciudadanía no rechaza aquello que entiende como bueno. Y hay muchas cosas que ésta entiende como buenas que son compartidas por el Evangelio. Unamos fuerzas. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro. Luego llegará la segunda parte, afinar el mensaje o plantear mensajes que aunque sean contraculturales ayuden a la mujer y al hombre a ser más plenos.