Dios siempre es sorprendente. Sorprende con su manera de hacer las cosas y con la forma de presentarse a su pueblo. Elige a quien quiere y como quiere. Sus preferidos son los pobres, los sencillos. Así le ha parecido mejor. Es por eso por lo que debemos estar muy pendientes a la gente sencilla que nos hablará de Dios. Personas que probablemente aunque no tengan muchos estudios han experimentado en primera persona el misterio de amor de Dios para con nosotros.  Y además lo expresan de manera comprensible, honda y actualizada porque lo han probado a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir, en primera persona.