José Mariano lo recibió en la plaza. En la puerta del templo parroquial besó el "lignum crucis" y bendijo a los presentes con agua bendita, «recordando nuestro bautismo y dando gracias a Dios por la bendita lluvia», añade el párroco.

Acompañado por los feligreses hasta el altar, rezó durante unos minitos ante el Santísimo y, a continuación, guiado por el párroco, visitó las dependencias parroquiales. 

De regreso al templo, José Mariano le dio la bienvenida y las gracias por su visita. Los feligreses se quedaron en la iglesia rezando el rosario y el Sr. Obispo, acompañado por el párroco y la visitadora de enfermos de la parroquia, Mercedes, visitaron a dos enfermas de la comunidad: Guillermina y Laura. «Tras una conversación muy cariñosa entre el Obispo y las feligresas, D. Jesús rezó con ellas, les dio la comunión, las invitó a seguir rezando por la Iglesia y les dio su bendición, como Jesús, el Señor, hacía con los enfermos», explica el párroco quien añade que «Guillermina estaba muy emocionada porque creía que se moría sin ver al Obispo y Laura, maestra de profesión y mujer dedicada toda su vida a la Iglesia y a su parroquia, se mostraba muy agradecida por la visita del Sr. Obispo a su hogar».

Al terminar la visita a Guillermina y Laura, regresaron a la parroquia, donde administró el sacramento de la reconciliación a varios feligreses. Después dio paso la Asamblea Parroquial, en la que «todos los feligreses sintieron al Obispo muy cercano, como un padre y buen pastor», expresa el párroco. La Visita Pastoral culminó con la celebración de la Santa Misa en cuya homilía el Sr. Obispo insistió en que nuestra fe debe iluminar nuestra vida como cristianos.

Los vecinos de Sayalonga despidieron a D. Jesús con un ágape muy familiar y muy agradecidos por la «bendita agua y bendita visita».

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