Otras cuatro feligresas de la localidad también la recibieron en una emotiva celebración en la que el Sr. Obispo bendijo las reformas de la parroquia y dio la comunión por primera vez a dos niños del pueblo.

Ana Josefa es maestra y ha consagrado todo su tiempo a la Iglesia.

¿Qué sintió al recibir la Medalla Pro Ecclesia de manos del Sr. Obispo?

Fue una gran sorpresa, me sentí como si me echasen un cubo de agua fría por encima. No daba crédito, no lo esperaba. Y no hacía más que decirle al Señor : “pero, ¿por qué?” Y el Espíritu Santo, que es siempre tan oportuno, me apuntaba, “déjate querer”. Yo creo que no paré de llorar. Esa fue mi reacción.

¿Desde cuándo forma parte de la parroquia?

Pertenezco a la parroquia desde siempre pero, de forma especial, desde que me jubilé de mis labores docentes y me dediqué en cuerpo y alma a la Iglesia, para servir al Señor con responsabilidad vocacional. Soy una humilde sacristana, formo parte de la pastoral de liturgia, de la de la salud, de la catequesis y de todo lo que me pide mi señor párroco hacer. Y doy gracias a Dios por ello.

¿Qué significa para usted ser parte de la parroquia?

Significa ser “piedra viva” para que el Señor me envíe donde más convenga según su plan amoroso. Así lo veo yo.

¿Cuál es su acción de gracias a Dios?

En primer lugar, le doy gracias por el bautismo y por pertenecer a la Iglesia, yo me siento Iglesia; y, en segundo lugar, por haberme dado la oportunidad y los medios para formarme.